Suelo disfrutar el transporte público ya sea para ir al trabajo o cuando el usar el automóvil para llegar a algún sitio complicado de la ciudad, sería una locura. Además, al hacerlo, me alimento de la cotidianidad, del diario trajinar que para muchos significa trasladarse a su trabajo, su escuela o algún lugar desconocido en la inmensa Ciudad de México.
Era noviembre, el viento daba pequeños golpes en la ventana. Un silbido que iba y venía se colaba por una rendija en el cristal. Estaba oscuro y encendí la lámpara. De inmediato se proyectó mi sombra a mis espaldas. Hay otras sombras, me dijo la anciana, -que las miraba con desdén-, me visitan después que se oculta el sol. Una de esas sombras se sentó a mi lado. Como en todas las visitas, ella comenzaba con sus recuerdos. Evocaba el río profundo, misterioso, y cómo caminaba desde la hacienda tomada de la mano de su padre. Él, que había muerto hacía treinta años, se sentaba siempre al lado de su cama. Le gustaba escuchar los relatos en el que él era el protagonista. Él me miró y me hizo el guiño de bienvenida de siempre.
Con la inmediatez, con la velocidad vertiginosa que gira el mundo, bien nos viene el reposo de las emociones, la reflexión y el esparcimiento del espíritu. Con la hipercomunicación y el tiempo cada vez más escaso para el sosiego, el soñar, el dejarse llevar por los túneles secretos del subconsciente, puede ser el antídoto a la insaciable y voraz cotidianidad.
Como cualquier ciudad que se vive, pueden acontecer hechos que uno no imagina, o quizás los piensa, pero se perciben lejanos
En contraste con los otros dioses, más severos y terribles, fue un dios consentidor que invitaba a la celebración, al placer y a las libaciones desmedidas
Fue en el año de 1768 que Pedro de Terreros, primer Conde de Regla, terminó de construir el palacio en el que no escatimó para decorarlo
Muchos eran los que regresaban a sus lugares de origen, otros se embarcaban para conocer tierras lejanas o bien en busca de aventuras
Un departamento pequeño, de un edificio para entonces ya entrado en sus años, fue el primer hogar capitalino
Recinto de lo esotérico y de hierbas milagrosas, es un símbolo de la cultura popular y un lugar exótico