- Inicio
- Columnistas
- Elsa Herrera Bautista
Elsa Herrera Bautista
Para la mayoría de las personas resulta obvio y adecuado que las candidatas y candidatos a puestos de elección popular dirijan sus campañas y discursos a las personas adultas, son éstas quienes votan y quienes se encuentran en edad productiva, mientras que las niñas, los niños y los adolescentes, no tienen la madurez para entender ni participar en procesos políticos. Lo anterior, es un ejemplo de adultocentrismo, característica común a muchas sociedades.
La relación entre procesos electorales y niños, niñas y adolescentes tiene, en México, tintes variados, que van desde la indiferencia hasta la violencia franca.
Alrededor del Día Internacional de la Mujer se levantan puntos de vista opuestos: por un lado, quienes critican la movilización de las mujeres acusando su falta de civilidad y, por otro lado, las mujeres feministas reivindicando su lucha y su exigencia de justicia en una sociedad en donde problemas como el feminicidio, el acoso callejero y la discriminación laboral por razones de género son materia corriente.
El reconocimiento legal de la identidad de género, otro problema que enfrentan niñas, niños y adolescentes
El pasado 7 de enero, el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró en su conferencia de prensa matutina su intención de evaluar la pertinencia de mantener en funcionamiento los organismos autónomos.
Comienza el mes de febrero y yo sigo pensando en Yaz, la niña que murió en diciembre pasado, víctima de violencia en el seno de su familia y de negligencia institucional.
Existen muchos temas que nos preocupan como ciudadanas y ciudadanos: la falta de seguridad, el desempleo y la pobreza son sólo algunos ejemplos.