Sí, capricho. Si usted tiene un negocio que no deja ganancias, o sale “tablas”, pues lo cierra, ¿no? Pero como sí es negocio tener una concesión, siguen, lo que pasa es que los lidercillos que salen a cuadro son meros títeres de malandrines, sobre quienes el gobernador electo, Alejandro Armenta, ya puso la mirada. En su conferencia de prensa, mandó mensajes claros de que no se va a dejar presionar ni chantajear, ni van a poner a su gobierno de rodillas, como en antaño, que cerraban calles, porque hay exfuncionarios de la extinta SCT, ahora Secretaría de Movilidad y Transporte. ¿Recuerda cuando había que hacer un trámite en ese vetusto edificio de la colonia La Paz? Pues desde esas oficinas se cometieron delitos indecibles, como el otorgamiento de concesiones. Por lo pronto, Armenta anunció que habrá revista vehicular a fondo, con tecnología de punta, así como una bolsa millonaria para cambiar unidades. No dudamos, de igual forma, que comencemos a ver microbuses o camiones eléctricos.
Es cuanto.
Los ricos también lloran
Quien debe estar que se lo lleva la tristeza es el magnate Ricardo Salinas Pliego. En lo más alto de las torres de Insurgentes, en Perisur, ha de estar viendo cómo fue que, en la Bolsa Mexicana de Valores, se hayan esfumado millones de dólares de peso bursátil de su empresa Elektra. Resulta que las acciones de la compañía emblema de Grupo Salinas se cayeron 70 por ciento, por lo que perdió unos 5 mil 500 millones de dólares de su riqueza en bolsa. Y también, en un tris, salió de la lista de Forbes de los 500 más ricos del mundo. Esto se da luego de que los reguladores ordenaran a la BMV reanudar sus cotizaciones tras haber sido suspendida hace un mes. Y aún le falta por pagar como 63 mil millones de pesos en impuestos. Caray.
Es cuanto.