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Esta semana ha sido intensa en materia geopolítica, con la guerra comercial impuesta por la Casa Blanca y, por supuesto, la llamada telefónica (o en Zoom) entre Donald Trump y Vladimir Putin, que exhibió a la Unión Europea como un vasallo del anterior régimen gringo.

La firmeza con que Claudia Sheinbaum Pardo ha defendido la patria y la soberanía nacional, ante los ataques rabiosos de Donald John Trump, han logrado sumar a sectores que se percibían antagónicos al actual régimen mexicano, como los grandes empresarios e, incluso, algunas facciones de la oposición.

El fiscal General del estado, Gilberto Higuera Bernal, metió sus papeles para postularse como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Si haces las cosas mal, así será el desenlace, y peor si utilizas una estrategia que, además de miserable y lamentable, entregó resultados pésimos a su partido, el blanquiazul.

Amo de la elucubración, el gandallismo, la soberbia y ofensor profesional, Javier Lozano Alarcón lanzó un dardo envenenado, fiel a su estilo, para ver si en una de esas, agarra chamba.

Detalló que es un trabajo que requiere un acercamiento con los munícipes de este partido

Cuando un grupo se apodera de cualquier organización, pública o privada, política o social, si no tiene escrúpulos hará lo que sea para conservar un coto de poder. Es lo que está pasando en el PAN.

Muchos mensajes hubo en la toma de protesta del presidente municipal de Puebla, José Chedraui Budib, no sólo de promesas y proyectos, sino de tinte político. Una de estas indirectas la envió el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, quien con una notable molestia, destacó el deterioro en el que actualmente está la capital, por lo que dijo que se debe rescatar la identidad y el orgullo, pues “no somos cualquier ciudad”. Por supuesto, con todo y jiribilla, fue mandado hacia dos personas que gobernaron la capital poblana, y estaban entre el público. Aunque no lo crean, el municipio está hecho un asco.

El entregar la Banda Presidencial a Claudia Sheinbaum fue un cerrojazo poético a la vida de Ifigenia Martínez, luego de décadas de lucha desde la trinchera de la izquierda, por la igualdad de género, por el voto de la mujer, por los derechos del pueblo. Escenas de su trayectoria hay muchas, como cuando marchó junto a Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo en lo que fue la ruptura con el PRI y el nacimiento del PRD. Otra fue cuando el ahora expresidente, Andrés Manuel López Obrador, llegó a su investidura, en 2018, del brazo de la economista. Una más: cuando recibió la primera medalla Sor Juana Inés de la Cruz. Su legado queda en los miles de estudiantes a los que impartió cátedra en la UNAM, a los que compartieron con ella en el PRD y Morena, en las cuatro veces que fue diputada y dos veces senadora. Allanó el camino para que la izquierda y, en este año, una mujer accediera al poder nacional.

El vestido que portará la primera Presidenta de México en su toma de posesión será de hechura artesanal, hecho por manos indígenas del estado de Oaxaca. Según la carpeta informativa de la morenista, el atuendo será de color marfil y fue bordado a mano con aguja y el tejido con ganchillo, técnicas que reflejan la cultura ancestral del país. Fue elaborado por Claudia Vásquez Aquino, artesana de Santa María Xadani, Oaxaca, que se dedica a la elaboración de textiles del Istmo de Tehuantepec y quien dibuja sus propios diseños, sus trazos y el bordado. Reconoce la mandataria sus raíces, es un reconocimiento tácito al pueblo, a ese que con sus manos crea, con creatividad, verdaderas obras de arte. Es un símbolo de que gobernará para México y para los y las mexicanas.