¿Quién pagó 20 millones de dólares, en 4 días, para alimentar una granja de bots con fines oscuros? Alguien que se dedica a la política, con interés político, con el fin no de dañar a una ideología, sino para generar miedo, enojo, encono y división. Pero va más allá: sembrar una narrativa en tiempos de crisis es, por demás, peligroso. ¿Hay alguna intención? Sí, y todo apunta a grupos de ultraderecha, gustosos de crear escenarios que no existen para meter, en la discusión pública, temas como los narcogobiernos. ¿Viene de Estados Unidos? No necesariamente. Pero, podría ser de alguien con la necesidad de una intervención militar, dándole al gobierno de Donald Trump las justificaciones para mandar misiles, y más cuando hay un buque destructor navegando por el Golfo de MÉXICO, no de América. Sin duda, vivimos tiempos cínicos, entre carroñeros, en los que debemos estar tranquilos, aunque suene fácil decirlo.
Es cuanto.
Arde el tecnofascismo
Luego de que su amigo, cómplice y socio en los negocios del gobierno de Estados Unidos, Donald Trump, clasificara como “terrorismo doméstico” a las agresiones de ciudadanos enojados con Tesla y todo lo que huela a Elon Musk, ahora el tecnofascista se queja amargamente que vandalicen sus concesionarias. La más reciente, en Las Vegas, este martes por la madrugada, en un establecimiento donde ardieron varias Cybertrucks. Por eso, ocupó a la red social de su propiedad: Equis, para acusar “terrorismo” en este caso. Es decir, el sujeto que cobra como funcionario público, como propietario de todas sus empresas y que se metió a jugar a la política, y quien pidió (sin pedirlo) que Trump lance misiles o drones a territorio mexicano para acabar con los cárteles de la droga, que se acaben las ciudades santuario para poder deportar a millones de migrantes, que aplaude las políticas carcelarias de El Salvador (y hasta mandaron a unos 200 venezolanos a las cárceles de Bukele), que apoya el envío de ilegales a Guantánamo, en fin, ese mismo ahora se queja. ¡Yisus! El bulleador, bulleado.
Es cuanto.