Mucho ojo, no es que la universidad no tenga dinero para pagar salarios, sino que los administrativos han estado impedidos de poder entrar para dispersar los recursos, porque sí van a llegar. Así, trascendió que el problema no es para esta quincena, eso está resuelto debido a que habían hecho el trámite bancario con antelación; lo complicado va a ser si se alarga el paro y el impedimento para ingresar a las áreas administrativas donde se realiza este trámite. Se necesitan, obvio, herramientas informáticas que están dentro de la institución. Lo que pasa es que si no se accede a los equipos, que utilizan claves ultra secretas, podría haber problemas para el tema laboral. Otra vez, sí hay dinero, lo que no hay es acceso. Y eso, si continúa el bloqueo y conforme pasan las horas, sería el acabose.
Es cuanto.
A 5 años del bicho…
Fue un 11 de marzo cuando el mundo entró en fase de miedo absoluto, de confinamiento, de un freno total de actividades. El Covid-19, descubierto unos meses antes en un mercado de Wuhan, China, llegó para quedarse. Un virus mostró lo vulnerables que somos como especie en este planeta. Puso en jaque todo y nos metió a todos en un saco: pobres, ricos; morenistas, panistas y priistas; estudiados o ignorantes; ancianos y jóvenes; religiosos o ateos; espirituales o racionales; heterosexuales o LGBT; hombres y mujeres… Impactó a todos por igual. Se podría decir, sin tono de burla, que fue un “bicho inclusivo”. Muchos murieron, familias enteras, gente querida. Había calles vacías, supermercados en silencio, plazas comerciales medio abiertas. En Puebla, el estado, el confinamiento inició un 18 de marzo, después de que el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador encabezara un acto oficial por el aniversario de la Expropiación Petrolera. Comenzó, además, la era del “home office”. Las empresas que podían, por su naturaleza, mandaron a sus empleados a trabajar desde casa para continuar, en la medida de lo posible, con las actividades. Los medios no fuimos la excepción. En algunas compañías, hubo reducción de sueldos; otros, de plano, cerraron sus puertas. En televisión y redes sociales veíamos, asombrados, zonas como Times Square, en Nueva York, sin gente, ni carros. Estadios de futbol o de americano, o de béisbol vacíos. Juegos Olímpicos pospuestos. No hubo estrenos de películas por varios meses. La vida animal, sin presencia humana, expandió sus territorios. Era común ver especies salvajes caminando por las vialidades. Pero nada nos preparó para el terror. Camiones enteros llenos de cadáveres para inhumarse que desfilaban de los hospitales. Colas inmensas de gente enferma, fosas comunes improvisadas ante la magnitud de la tragedia. Millones en todo el mundo murieron. Luego, vino la sana distancia, el uso masivo de cubrebocas, enojo, separación, distanciamiento… Como toda pandemia, vino la calma. Y sobrevivimos. Qué lección tan dura nos dejó ese bicho a la humanidad.
Es cuanto.
