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La aprobación presidencial es del 74 por ciento, según la encuesta de Buendía & Márquez, es decir, que 7 de cada 10 mexicanos y mexicanas avalan a la primera mandataria del país.

Si creyeron los no enterados, ilusos, críticos, corifeos y demás fauna que sólo se trataba de un puesto, de un “hueso”, de un cargo, ya vieron que no.

La próxima gestión estatal, que encabezará Alejandro Armenta, no solamente trae bajo el brazo varios cambios, en prácticamente toda la administración, sino que llevará a cabo una nueva dinámica en la relación que tendrá con los medios de comunicación, incluyendo a las redes sociales.

Durante su gestión como alcaldesa de la ciudad de Puebla, logró pagar la deuda pública por poco más de 300 mdp

La presidenta de México rechazó la propuesta de crear una comisión para dialogar con el crimen organizado, defendiendo la estrategia de paz sin negociación

Muchos mensajes hubo en la toma de protesta del presidente municipal de Puebla, José Chedraui Budib, no sólo de promesas y proyectos, sino de tinte político. Una de estas indirectas la envió el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, quien con una notable molestia, destacó el deterioro en el que actualmente está la capital, por lo que dijo que se debe rescatar la identidad y el orgullo, pues “no somos cualquier ciudad”. Por supuesto, con todo y jiribilla, fue mandado hacia dos personas que gobernaron la capital poblana, y estaban entre el público. Aunque no lo crean, el municipio está hecho un asco.

El entregar la Banda Presidencial a Claudia Sheinbaum fue un cerrojazo poético a la vida de Ifigenia Martínez, luego de décadas de lucha desde la trinchera de la izquierda, por la igualdad de género, por el voto de la mujer, por los derechos del pueblo. Escenas de su trayectoria hay muchas, como cuando marchó junto a Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo en lo que fue la ruptura con el PRI y el nacimiento del PRD. Otra fue cuando el ahora expresidente, Andrés Manuel López Obrador, llegó a su investidura, en 2018, del brazo de la economista. Una más: cuando recibió la primera medalla Sor Juana Inés de la Cruz. Su legado queda en los miles de estudiantes a los que impartió cátedra en la UNAM, a los que compartieron con ella en el PRD y Morena, en las cuatro veces que fue diputada y dos veces senadora. Allanó el camino para que la izquierda y, en este año, una mujer accediera al poder nacional.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, inició con el pie derecho sus llamadas “Mañaneras del Pueblo”, una continuación del ejercicio que empezó Andrés Manuel López Obrador. Y lo hizo de forma elegante, reafirmando el Humanismo Mexicano que prometió en campaña. Con una disculpa pública por los crímenes de Estado que se cometieron el 2 de octubre de 1968, mostró la mandataria que tiene altura de miras, busca reconciliar al pasado con el presente para un futuro mejor. Es, además, una cachetada con guante blanco a la monarquía española, esa que desdeñó con soberbia y arrogancia la petición de crear un entorno y una historia conjunta por los hechos sucedidos en la Conquista. También hay que tener humildad y sentido común para aceptar que el mundo en el que estamos cambió. Punto para la presidenta.

El vestido que portará la primera Presidenta de México en su toma de posesión será de hechura artesanal, hecho por manos indígenas del estado de Oaxaca. Según la carpeta informativa de la morenista, el atuendo será de color marfil y fue bordado a mano con aguja y el tejido con ganchillo, técnicas que reflejan la cultura ancestral del país. Fue elaborado por Claudia Vásquez Aquino, artesana de Santa María Xadani, Oaxaca, que se dedica a la elaboración de textiles del Istmo de Tehuantepec y quien dibuja sus propios diseños, sus trazos y el bordado. Reconoce la mandataria sus raíces, es un reconocimiento tácito al pueblo, a ese que con sus manos crea, con creatividad, verdaderas obras de arte. Es un símbolo de que gobernará para México y para los y las mexicanas.

Cómo son las cosas, ¿no? Algo que caracteriza a los políticos es la doble moral, que pasa más con aquellos ligados a la derecha. Un caso ejemplar es el de Felipe Calderón Hinojosa, el expresidente de México que vive un exilio dorado, con su visa relumbrante, en España, patrocinado por un personaje impresentable como José María Aznar, el exjefe del Gobierno ibérico. Ambos, por supuesto, están ligadísimos a la derecha más recalcitrante enquistada en el Partido Popular, el PAN de este lado del charco. Pues el pasado miércoles, disertó una conferencia de la Fundación FAES, y con todo el cinismo del mundo, tuvo la osadía de afirmar que México es un narco estado. Sí, este mismo exmandatario que tuvo como mano derecha a un mafioso (no lo decimos nosotros) como Genaro García Luna al frente de la Seguridad Pública; ese exfuncionario a quien la justicia de Estados Unidos está por dictarle una sentencia apocalíptica. Entre otras lindezas que se chutó el michoacano de marras, afirma que cárteles como el de Sinaloa, el Jalisco Nueva Generación y el del Golfo dominan más del 50 por ciento del territorio. Pero también se atrevió a hablar de democracia. Es neta. Ese mismo que arrebató el poder a López Obrador con un fraude monumental, por lo el que le acuñaron el mote de “espurio”. Dijo que está amenazada por gobiernos como el de México. Y ya para rematar, criticó al PAN, que no fue capaz de reconocer los logros de sus gobiernos. No pues… miau. No entienden que por posturas como esta, perdieron. Así como al PRI, que el gobierno de Enrique Peña Nieto. Estos dos fueron los que realmente encumbraron a la Cuarta Transformación en el poder.