• 03 de Febrero del 2025

La Marcha de la Locura Reimaginada: Sheinbaum y Trump en el Juego del Poder

A raíz de la sorprendente pausa en los aranceles anunciada tras una llamada telefónica entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump

A raíz de la sorprendente pausa en los aranceles anunciada tras una llamada telefónica entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump, se abre un escenario de contrastes que rememora, en ciertos aspectos, lo que Barbara Tuchman describió en La Marcha de la Locura: una sucesión de decisiones y políticas, en apariencia insensatas, que llevan a los países por caminos impredecibles.

Si bien el episodio actual no encaja de manera directa en esa narrativa de error histórico deliberado, el contraste entre la meticulosa planificadora mexicana y el impulsivo negociador estadounidense invita a reflexionar sobre la repetición de patrones en las relaciones internacionales.

En una vertiginosa semana y tras tensiones crecientes por la amenaza de aranceles del 25 % a productos mexicanos, Sheinbaum y Trump lograron acordar una “pausa” de un mes en las sanciones comerciales. Esta decisión, resultado de una llamada telefónica directa, contrasta con el ambiente habitual de confrontación entre ambos países. Mientras que la presidenta de México, reconocida por su formación científica y su estilo sobrio, defendió la importancia de un acuerdo comercial mutuamente beneficioso y la necesidad de reforzar la frontera con 10,000 elementos de la Guardia Nacional para combatir el tráfico de fentanilo, Trump, quien se ha destacado por su agresividad retórica y su inclinación a medidas sorprendentes, afirmó que la conversación fue “muy amistosa” y mostró disposición para seguir negociando a un alto nivel.

Este episodio me lleva a recordar a Barbara Tuchman y su magnífico libro La Marcha de la Locura, en la cual explora cómo gobiernos y líderes han, a lo largo de la historia, tomado decisiones que, pese a evidentes riesgos, parecen desafiar la lógica y la prudencia.

En este contexto, algunos analistas han señalado que las actitudes de Sheinbaum y Trump, aunque diametralmente opuestas, comparten ciertos puntos de convergencia: ambos apelan al nacionalismo y al orgullo patrio, utilizando símbolos y referencias históricas para fortalecer sus mensajes.

Sin embargo, donde Tuchman veía un error repetido que conduce a la autodestrucción política, la actual negociación bilateral parece ser un intento por desactivar una situación que podría haber desembocado en una “guerra comercial” de consecuencias nefastas para ambas naciones.

En esta “locura” controlada, Sheinbaum recurre a un estilo de liderazgo basado en datos y planificación meticulosa, recordando a aquellos episodios en los que la razón y el análisis sustituyen a la improvisación. En contraste, Trump se apoya en la fuerza de la retórica y la inmediatez, un enfoque que ha sido señalado en ocasiones por expertos como parte de una estrategia populista y transaccional.

La comparación invita a preguntarse: ¿estamos presenciando una nueva versión de la “marcha de la locura”, en la que la confrontación y el nacionalismo amenazan con llevar a ambos países a decisiones precipitadas? O, por el contrario ¿Será este un raro ejemplo de diálogo efectivo en medio de tensiones históricas?

Aunque los análisis sobre la relación entre México y Estados Unidos siempre han estado marcados por momentos de tensión y rivalidad, este acuerdo temporal en el que se “ponen en pausa” los aranceles sugiere la posibilidad de un manejo más mesurado de los conflictos. La presidenta Sheinbaum, a diferencia de su homólogo Trump, se ha mostrado dispuesta a recurrir al multilateralismo y al diálogo, elementos que en el pasado han permitido sortear crisis que, de otro modo, habrían llevado a caminos destructivos, como lo ilustra Tuchman en sus estudios históricos.

La historia nos recuerda que la política internacional a menudo se mueve entre extremos: de un lado, la cautela y la preparación, y del otro, la impulsividad y el riesgo. En este sentido, el reciente acuerdo puede verse como un respiro en medio de la “marcha” hacia decisiones que, sin un análisis profundo, podrían terminar siendo tan catastróficas como las tragedias históricas que Tuchman describió.

El episodio protagonizado por Sheinbaum y Trump no solo marca un hito en la relación bilateral, sino que también invita a reflexionar sobre la naturaleza de la toma de decisiones en política. En un mundo en el que los símbolos patrios y los discursos nacionalistas se vuelven cada vez más recurrentes, es crucial recordar las lecciones del pasado para evitar repetir los errores que han llevado a momentos de “locura” en la historia.

Así, mientras México y Estados Unidos se preparan para nuevas negociaciones, queda en manos de sus líderes equilibrar la pasión y el impulso con la prudencia y el análisis, recordándonos que la historia, en ocasiones, repite sus pasos, pero también ofrece oportunidades para aprender y evolucionar.