Israel Mendoza Pérez
@imendozape
Con un nivel de aprobación entre el 65 y el 70 por ciento y a 10 meses de dejar la Silla Presidencial, el presidente Andrés Manuel López Obrador se encuentra en la construcción de un maximato. Al erigirse como el máximo líder de Morena y de la cuatroté, su proyecto político los enfila a mantenerse como la figura “moral” transexenal.
Acostumbrado a los símbolos y al lenguaje encriptado, a lo largo de cinco años, el presidente deja evidente que su “retiro” es de dicho. En la práctica se mantendrá activo y dispuesto a dar consejos a quien lo busque en Palenque. Tres candidaturas presidenciales y ser el primer presidente de extracción de un partido emergente, le sobran motivos para observar cómo va el proyecto que construyó y al que apuesta le den continuidad. Sin decirlo ya se habla del segundo piso de la cuarta transformación. Una señal más de la extensión del maximato.
Adelantar que escribirá un libro sobre el pensamiento conservador en el país y que le tomará unos tres años, es decir, estará listo para las elecciones intermedias de 2027. Es otra señal de que será largo su adiós de la política.
En la cuenta regresiva y una vez que llegue el momento de dejar Palacio Nacional su mandato dependerá principalmente de cómo perciba la presencia de la oposición y el reacomodo de fuerzas, ya que su proyecto es de largo aliento y apenas asentó las bases. Por ello, tratará de mantener influencia en que se siga lo que sembró en 2018.
Y es que, el presidente López Obrador no sabe estar alejado de la política y de la confrontación con sus adversarios. Además de que una cosa es la que dice y otra la que cumple. Su historia política así lo muestra con esa dualidad. Cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, expresaba que no se distraía y, en cada mañanera, negaba con el dedo índice tener más aspiraciones. Sin embargo, la realidad fue otra y sus ambiciones elevadas. En ese delirio de poder, lo llevaron a crear la figura de “presidente legítimo” y de tener un “proyecto alternativo de nación”.
La promesa de alejarse de la vida pública a partir del 1 de octubre de 2024 se antoja difícil de creer. En la historia política de México, hay ejemplos de presidentes que se resistieron a “morir políticamente”. Plutarco Elías Calles es el ejemplo más claro de esa injerencia transexenal. Y esa necesidad política de tener un líder a quien consultar. La presidencia de López Obrador se enfila a tener una historia trascendental al nivel de los movimientos revolucionarios más importantes para la construcción de un país.
López Obrador parece no tener en mente asumir un rol secundario rumbo a la elección del próximo año. Él es el partido, él es la cuatroté y el líder máximo de la “fuerza moral”. Su necesaria presencia para Morena le permite a López Obrador mantener sus altos niveles de aprobación que se traducen en la fuerza con la que puede controlar tanto al partido que fundó y del que dependerán los candidatos morenistas en nueve estados y demás cargos de elección popular tanto en la elección como después de esta.