• 06 de Mayo del 2024

Una casa de flores, de Truman Capote/ ¿De qué va?

 

 

Juan Norberto Lerma

Una casa de flores de Truman Capote es una historia en la que el escritor norteamericano nos cuenta la historia de Ottilie, una de las chicas que trabajan en un burdel de Puerto Príncipe, Haití. La historia se centra en las desventuras de la muchacha, sus estados emocionales y su búsqueda de amor.

El narrador nos dice que Ottilie es una joven de piel blanca, con ojos hermosos, y que en poco tiempo consiguió convertirse en la máxima atracción del burdel llamado Champs-Elysées. Ser una de las mujeres más solicitadas en un burdel podría parecer poca cosa, pero en el momento en que transcurre la historia, Ottilie tiene sólo diecisiete años y una larga cadena de abusos y desgracias, así que de alguna manera sus amigas consideran una fortuna que ella sea la mujer con más éxito en el tugurio, aunque ella aún no conozca el sentimiento del amor.

Entre los clientes habituales que la muchacha tiene, está un empresario que la colma de halagos, perfumes costosos, anillos y collares, y que además siempre está dispuesto a comprarle cuanta bebida a ella se le antoje.

Ottilie tiene dos amigas, las dos tienen más años que ella, y se consideran superiores a la muchacha, por el simple hecho de ser originarias de República Dominicana. Las dos amigas son feas y algo viejas y sus servicios no son tan solicitados como los de Ottilie, sin embargo, la estiman y la protegen como si fuera sus hermanas feas mayores.

Una noche en la que las mujeres se hacen confidencias, las amigas hablan sobre el amor y Ottilie se entristece y se avergüenza porque ella nunca se ha enamorado y no conoce el amor. Durante la conversación de las amigas, ella sólo escucha, se siente incompleta e ignorante, y lamenta que sólo sea la reina del burdel y que únicamente haya conocido las relaciones físicas. Como pueden, las amigas la consuelan y hacen un recuento de sus triunfos en el tugurio y enumeran los regalos que le han hecho los clientes de Puerto Príncipe y los alrededores.

En una casa de Flores, Truman Capote nos cuenta la vida de Ottilie de una manera sencilla, amigable, natural, y no es que el autor evite la sordidez en la que vive la muchacha, sino que simplemente a Ottilie no le afecta. Por momentos, la narración es bucólica, dulce, romántica, a pesar de toda la clase de atrocidades que les ocurren a estas mujeres.

La historia de la muchacha es un gran lienzo de color en el cual Truman Capote despliega toda su capacidad narrativa y realiza toda clase de descripciones selváticas y rurales. El narrador retrata a personajes isleños de una forma lúcida y exacta. Además, describe la condición femenina de una forma delicada y natural. En la historia las protagonistas son las mujeres y los hombres sólo aparecen como complemento de los sueños e ilusiones femeninas.

Una tarde, Ottilie y sus amigas asisten a una pelea de gallos y entre la algarabía de apostadores y espectadores, la muchacha ve a un joven que lleva un gallo entre las manos. La mirada de Ottilie no puede despegarse de la figura del joven, que también la mira, y que luego de algunos segundos se le acerca e intercambia un saludo con ella. Las amigas de Ottilie intentan alejar al joven, pero ella les pide que los dejen solos y los dos muchachos salen de la gallera y caminan y conversan en el campo.

En el transcurso de una semana, Ottilie se va a vivir con el muchacho, en la casa de la abuela. La casa tiene una fachada colorida y por donde quiera que se le vea brotan ramas y pétalos, tal como si los muros y toda la estructura estuviera construida sobre flores. La descripción de la casa de las flores es idílica, como si se tratara de un preámbulo de la felicidad que le espera a la muchacha al lado del hombre que ama. En esos párrafos, Truman Capote escribe con dulzura y delicadeza, de tal forma que el lector podría sentir el aroma florido que flota en la casa y los efluvios aromáticos que desprenden las personas que habitan ese hogar.

Ottilie está fascinada de vivir en esa casa y, sobre todo, de compartir ese espacio al lado del joven, del que ya se siente enamorada. Sin embargo, la casa no pertenece al joven, sino que es de su abuela, una vieja malvada y cruel, a la que no le cae bien la muchacha. Al principio, la vieja se limita a decirle a su nieto que la muchacha está demasiado delgada y que morirá en el primer parto.

En las noches, a la muchacha se le figura que la abuela se despierta para mirar cuando ellos tienen relaciones y en el momento en que se lo dice al muchacho, él sólo se ríe y le responde que a sus años la abuela ha visto tantas cosas que para ella ya nada tiene importancia. Aunque su mente imaginativa se llena de escenas terroríficas, Ottilie tiene que vencer la vergüenza que le da que los espíe la abuela, para poder estar con el muchacho. Con los días, la muchacha comienza a mirar en la oscuridad el ojo vigilante y burlón de la abuela y se levanta espantada.

La abuela, que presume de tener dotes de bruja, desempolva sus mejores trucos para hacerle la vida imposible a Ottilie y de esa manera comienza una lucha encarnizada entre las dos mujeres. Una tarde, la abuela coloca una cabeza de gato muerto en el cesto de costura de la muchacha, luego un ala de buitre, restos de murciélago, y cuanta alimaña se le ocurre. Al principio, Ottilie se espanta, sin embargo, consigue dominarse y se defiende.

Con las porquerías que la abuela le arroja, ella prepara caldos y sin que la mujer lo sepa, se los da para que se los coma. La abuela encuentra un sabor exótico en todos esos guisos y hasta los saborea, pero no deja de darle pellizcos a Ottilie y de ensuciar los lugares que la muchacha acaba de limpiar. La hostilidad de la abuela aumenta con los días, hasta que durante una discusión Ottilie le revela a la vieja que todas las cochinadas que le colocó en el cesto de la costura las utilizó para cocinar y que ella fue quien se las comió.

En el cuento Una casa de flores, Truman Capote se muestra como un escritor completamente dueño de su oficio, por momentos es deslumbrante y dibuja a la perfección los paisajes caribeños, selváticos, coloridos y festivos. Con frases cortas y expresivas describe un escenario tropical desde su primer párrafo. En cuanto inicia la narración, el lector ya se encuentra presenciando la historia, mira el tugurio en el que trabajan Ottilie y las muchachas, escucha cómo tropiezan los vasos sobre las mesas, siente la atmósfera caldeada que se respira en el lugar.

En su texto, Truman Capote logra captar lo poético de la vida de Ottilie y describe escenas líricas limpias y cargadas de humanismo. En este cuento, Truman Capote se acerca a las narraciones de los escritores sudamericanos que también retrataron de forma acertada algunas zonas del paisaje del Continente Americano.

En una casa de flores, Truman Capote nos muestra a un muchacho de costumbres elementales, trabajador y dedicado, y capaz de abrir el corazón de Ottilie y de compartir sus sentimientos. A pesar de que Ottilie es una prostituta, el narrador la describe como a una mujer dulce, ingenua, bella y soñadora, ajena al mundo sórdido en el que sobrevive y brilla como una joya. A lo largo del cuento vemos cómo nace el amor en la pareja, cómo lo comparten y cómo hacen lo posible para que perdure.

En este cuento, Truman Capote nos cuenta una historia de amor entre dos personajes de ambientes distintos, que hacen concesiones para que el amor se mantenga entre ellos, además, no se dejan dominar por las supersticiones, sino que las utilizan para fortalecer el vínculo amoroso que ha surgido entre ellos.

Truman Capote fue un escritor norteamericano que escribió media docena de novelas y una veintena de cuentos. En su escritura se advierte una técnica depurada, rica, descriptiva y llena de recursos liricos. Entre sus novelas más conocidas se encuentran A Sangre Fría y Desayuno en Tiffany’s.