• 06 de Mayo del 2024

Diario de la guerra del cerdo, de Adolfo Bioy Casares/¿De qué va?

 

 

Juan Norberto Lerma

Diario de la guerra del cerdo es una novela sobre la despiadada vejez que tarde que temprano les llega a los seres humanos que viven para contarlo. Es una novela desoladora ambientada en los suburbios de la ciudad de Buenos Aíres, Argentina, en la que un grupo de hombres mayores, menos el protagonista, que está a punto de llegar a los sesenta años, sobrevive a la carnicería de la vida, pese a las condiciones sociales contrarias y a sus temores diarios.

La novela se publicó en 1969 y abarca unos cuantos días de la vida del grupo integrado por viejos que comparten las tribulaciones diarias y está narrada en forma de diario. El formato le permite al narrador acercarse a los lectores y contar desde su punto de vista todas las observaciones objetivas y los constantes cambios emocionales de los personajes.

El libro se llama Diario de la guerra del cerdo, porque cerdo es el calificativo con el que se les conoce a los viejos. Aunque no es propiamente un enfrentamiento entre jóvenes y viejos, sí es un ataque aleatorio que los jóvenes perpetran en contra de los viejos. Es una agresión que se da en un contexto de una situación económica difícil, en la que los viejos están desprotegidos no sólo socialmente, sino sobre todo debido a la soledad, amargura y desesperanza que los acompaña en los últimos años de su vida.

El texto comienza con la descripción de la vida de Isidoro Vidal, el personaje principal, un hombre que tiene entre 50 y 60 años. El hombre no se considera viejo y hace todo lo posible por parecer joven, e incluso se permite hacer alardes de resistencia física frente a las mujeres jóvenes y ante sus amigos que pasan de los 60 años. Isidoro Vidal ya no tiene trabajo ni lo busca y simplemente se mantiene con lo que le da una institución y de lo que gana su hijo. Los dos habitan en una vecindad miserable, en la que los baños comunes están en el fondo del patio.

Diario de la guerra del cerdo es una novela que comienza con un ritmo lento, en la que se van desplegando las circunstancias que enfrentan cada uno de los protagonistas de la novela. Isidoro Vidal es el personaje principal y es quien encarna las preocupaciones de la vejez y quien más reflexiona sobre su situación emocional y económica.

En la novela hay una diferenciación entre el lenguaje que se utiliza para referirse a los jóvenes y a los viejos. En la trama del libro se enfrenta las generaciones, los jóvenes ven con total desprecio a los viejos y se expresan de ellos con términos despectivos, declaran que se debería exterminar a todas las personas mayores, porque no son productivas. A pesar de que la novela describe una sociedad de los años 60, se advierte una total deshumanización de los jóvenes de la época en que transcurre la historia.

Los ataques de los jóvenes son un obstáculo más que los viejos deben enfrentar en su lucha por la sobrevivencia. Sin embargo, el tema principal del libro no es la persecución que emprenden los jóvenes en contra de los viejos, sino el decaimiento, la soledad, el abandono, la preocupación por las circunstancias presentes que enfrentan los viejos para poder sobrevivir.

El personaje principal hace todo lo posible para poder salir bien librado, sin mucho sacrificio, y sobre todo, sin tener que hacer a un lado sus valores y su dignidad. Isidoro Vidal siempre está pendiente de no ser humillado y frente a los curiosos aparenta una fuerza y una energía que ya no tiene, y cada vez le resulta más difícil mostrarse rudo y sólido frente al mundo en el que se desenvuelve. En sus peores momentos, Isidoro Vidal se muestra timorato y prudente y resuelve algunas situaciones con imaginación, y a otras simplemente no les hace caso.

En los sucesivos capítulos hay una declaración de guerra abierta en contra de los viejos, que no pueden hacer otra cosa más que esconderse lo mejor que pueden cuando los jóvenes realizan rondines para atraparlos, golpearlos y si pueden, matarlos. Esos jóvenes que persiguen viejos no tienen ninguna capacidad especial o no se distinguen por tener una inteligencia superior, sólo hacen gala de su fuerza y juventud y eso les basta para actuar como si tuvieran derecho a decidir quién debe vivir y quién morir.

De la nada, los jóvenes deciden abiertamente exterminar a los viejos y argumentan que no son productivos. En el primer tercio de la novela, la historia ya se configura como un escenario distópico, porque ya camina entre la dislocación de la sociedad normal que describe el narrador. En la historia hay diálogos en los que el viejo Isidoro Vidal intercambia puntos de vista con uno de los jóvenes que persiguen a los viejos.

El grupo de amigos va disminuyendo, a uno que se llama Néstor lo matan en un estadio de futbol. Durante el velorio del viejo se describe que fue a ver un partido y que como los jugadores se tardaron en salir a la cancha, los aficionados se aburrieron y para mantenerse atentos comenzaron a jugar entre ellos. De pronto, algunos jóvenes deciden someter a un viejo y lo lanzan desde las gradas, y enseguida agarran a Néstor y también lo arrojan hacía abajo, a pesar de que su hijo se encuentra con él.

Hasta el velorio llegan unos jóvenes y de inmediato se forman dos grupos, el de los jóvenes que están al acecho y el de los viejos que esperan el ataque. Son dos facciones, dos grupos que, sin saber bien los motivos, están tensos porque saben que en cualquier momento puede desatarse la violencia. Sin embargo, uno de los jóvenes conoce a los viejos y les dice a sus compañeros que ellos aún son productivos y que no se vería bien que los asesinaran. Por esa vez, los viejos se ven libres de la amenaza, pero saben bien que tarde o temprano algún grupo de jóvenes los atacará y los destazará en cualquier calle.

A pesar de las dificultades económicas y las amenazas, Isidoro Vidal tiene la satisfacción de acercarse a Nélida, una muchacha que tiene un novio, pero que le coquetea abiertamente. A Isidoro Vidal le hace ilusión la posibilidad de iniciar un romance con la muchacha. Esta parte de la novela es una de las más dulces y también de las más tormentosas, porque como hombre maduro sabe que se tendrá que enfrentar a los prejuicios que la sociedad les impone a los viejos y que tendrá que luchar contra el deterioro natural de su cuerpo.

Aunque no tiene esperanzas con la muchacha, el jugueteo con ella lo mantiene alerta y atento y le da una ilusión en la vida. Cuando Isidoro Vidal sale del velorio de su amigo Néstor, una mujer le sale al paso, es una vieja conocida, y ella le dice que se ha enterado que los jóvenes ya lo eligieron como víctima y que será el siguiente asesinado.

Isidoro Vidal protesta, asegura que él no es viejo, que todavía no llega a los 60 años y que incluso aparenta menos edad. La vieja lo ve debilitado, deprimido, y le ofrece revivir los años en que fueron amantes, le ofrece tener relaciones, pero Isidoro Vidal la contiene. Se da cuenta que esa mujer no lo atrae y que sólo le provoca rechazo.

Compara la juventud de Nélida con la piel amarilla, llena de lunares y seca de esta mujer mayor que sólo le causa molestia. Cuando la mujer abraza a Isidoro Vidal, entra a la habitación Nélida. La muchacha los ve abrazados, pero reacciona cómo si el hombre fuera su pareja y le hace una escena. La reacción de la muchacha le produce malestar a Isidoro Vidal, pero también satisfacción porque piensa que ella está celosa.

Isidoro Vidal es un personaje fantasmal, poco memorable, sin fisonomía. Es como un ser hecho de pensamientos más que de carne y hueso, el hombre sólo tiene rasgos morales. Es un personaje del que si se pudiera hacer un dibujo tendría que ser en blanco y negro. Isidoro Vidal es un perdedor, un antihéroe, un ciudadano sufrido que está envejeciendo y que está consciente del dolor que lo espera más adelante. Él mismo se compara con sus compañeros más viejos y los desprecia y le producen asco. Sabe que tarde o temprano llegará a la edad que tienen sus amigos y que también producirá repulsión.

En general, Diario de la guerra del cerdo puede verse como una novela que examina el enfrentamiento radical entre generaciones y en el que se dibuja la fuerza y potencia de la juventud que únicamente posee energía y que con eso le basta para arrinconar a los viejos que anteriormente construyeron el mundo y lo dirigieron para que los jóvenes se fortalecieran.

La novela está escrita con buena prosa, una escritura correcta y sin llegar a grandes desplantes de técnica. La buena escritura de Adolfo Bioy Casares en todo momento sostiene la novela y va solucionando los frentes que abre en cada capítulo. Sin ser una gran novela, Diario de la guerra del cerdo contiene una historia entretenida, aunque poco memorable.

Adolfo Bioy Casares fue un escritor argentino que entretejió sus temas, el amor, la muerte, con la literatura fantástica. Escribió 8 novelas y decenas de cuentos, entre los que hay varios que son memorables. También realizó varias antologías de cuento fantástico, de la mano de Jorge Luis Borges.