• 06 de Mayo del 2024

Corazón tan blanco, de Javier Marías /¿De qué va?

 

 

Juan Norberto Lerma

La novela Corazón tan blanco, de Javier Marías, es una historia sobre la incertidumbre de las parejas, el pasado del padre del personaje principal, y el suicidio de dos mujeres. En el libro se tratan los temas de forma obsesiva y el narrador aprovecha cualquier situación para machacar sobre la culpa y las repercusiones en la vida de los seres humanos, sobre la volatilidad del amor, y sobre el temperamento emocional y cada vez más desconocido de las mujeres.

La historia está contada en primera persona y es el narrador el que nos describe los escenarios por los que deambula él y los demás personajes, y además nos cuenta de forma abundante las reflexiones que hace sobre los comportamientos de algunos de sus familiares y amigos.

El narrador y protagonista es un traductor que trabaja en la Organización de las Naciones Unidas. En el inicio de la novela, el narrador relata el suicidio de su tía, una mujer joven que se da un tiro en el pecho. La historia continúa y el narrador revela que hace unos días se acaba de casar y que en ese momento se encuentra de viaje en Cuba, con su esposa.

Aunque el protagonista dice que ama a la joven con la que se casó, la incertidumbre lo abruma, porque no sabe qué es lo que seguirá en su matrimonio. Ese día la mujer se encuentra indispuesta, tiene un malestar estomacal y algo de fiebre. El narrador mira desde el balcón hacia una plaza y descubre a una mujer voluptuosa y llamativa.

De cuando en cuando el hombre se vuelve para mirar a su esposa, que está recostada en la cama, y enseguida vuelve a la contemplación de la mujer de la plaza. De pronto, la mujer de allá afuera le hace señales y a gritos le pregunta qué hace ahí, si habían quedado de verse en la esquina de la plaza. El protagonista se desconcierta, porque él no hizo ninguna cita con ella, sino que llegó de España a Cuba apenas hace un par de días. La mujer avanza hacia el balcón en el que se encuentra el protagonista y una vez que lo mira de cerca se da cuenta que lo ha confundido con otra persona, con el hombre que es su amante, también español y que casualmente se hospeda en la habitación contigua.

La escena de la equivocación de la mujer cubana le sirve al narrador para hilvanar el origen de sus antepasados, recrea los juegos con su abuela, las canciones que aprendió de pequeño, y sin dolor se acuerda de la forma en que le inocularon miedos que nunca lo abandonarían. Desde esa habitación de un hotel de Cuba, el narrador cuenta la forma en que conoció a su mujer, cómo se realizó su boda, quienes asistieron y sobre todo, comienza a revelar el misterio, el enigma que envuelve a su padre y la muerte de las dos mujeres que se casaron con él. Con la intermediación de otros personajes, el narrador, junto con los lectores va descubriendo los aspectos oscuros y los matices coloridos de la vida de su padre.

A pesar de que la novela tiene un ritmo lento, la prosa es fluida y descriptiva, sin hacer alardes, sino sólo con lo indispensable para contar la historia.

En la novela Corazón tan blanco, de Javier Marías, hay una especie de obsesión por los temas que se tratan, porque el protagonista vuelve una y otra vez a ellos de forma profusa y hasta excesiva. El narrador los alarga, los valora, los analiza, borda sobre ellos, los desbarata, los vuelve a construir, y cuando uno cree que agotó el tema, vuelve sobre él. Por momentos, las escenas también se extienden, no porque necesariamente tuvieran que ser largas, sino porque tal parece que al narrador se le da la gana de alargar su discurso, regodearse en sus obsesiones, alargar sus párrafos para agotar lo que quiere decir o bien para posponer el instante de abordar el siguiente tema.

La escritura de Corazón tan blanco es martirizante, debido a que un tema deriva en decenas de comentarios gratuitos que se advierten como simples brotes ajenos o malas hierbas que el narrador deja correr sin que le importe si vienen a cuento o no. Es un narrador hablantín que juega no con el lenguaje, sino con sus modos de alargar escenas que se convierten en tediosas o en tratar hasta el hartazgo temas que no tiene relevancia ni en la vida ni en la novela.

En ocasiones pareciera que el narrador no sabe a dónde se dirige su historia y se sume en las reflexiones para evitar el reto de continuar y construir su argumento. Cuando avanza se tropieza con otro tópico y se regodea en él hasta decir basta, con una monotonía que produce hastío. Alargar las oraciones y párrafos no le sirven al narrador para atrapar la atención del lector, pero le sirve para llenar páginas, para expresarse de forma oscura y simular que lo que está diciendo es una frase o escena trascendentes. Sin embargo, por momentos sale tanta paja de la boca del narrador que uno se pregunta si lo que hace no es desviar la atención, porque simple y sencillamente no es capaz de contar la historia que se propuso revelar. En otros párrafos, da la impresión de que no cuenta de forma directa la historia, porque tiene temor de agotar su tema y de dejar al descubierto la flaqueza de su argumento, que se basa en dos o tres escenas en las que sobresale el padre del narrador.

En la novela hay un par de escenas divertidas, una ocurre en los salones de la ONU y la otra en un edificio de Nueva York. Ambas escenas están profusamente descritas, con diálogos vivos y reveladores, porque no sólo se limitan a informar, sino que además revelan el estado emocional de los personajes que actúan y el de los que participan de forma marginal en la escena.

En el momento en que el narrador describe a su padre, lo hace de forma profusa, como para marcar el peso y la presencia apabullante de ese hombre en el libro. Hasta ese instante, al padre sólo se le conoce como un sujeto agradable, considerado, animoso, juvenil y también autoritario. Para desgracia del protagonista, el padre acostumbra a entrometerse en su vida, y no es sólo que exprese una opinión, sino que participa y dirige muchas de las circunstancias de su vida, y las va adecuando a sus costumbres familiares que no siempre coinciden con las de su hijo. El hombre incluso se hace amigo de la mujer de su hijo, encuentra en ella la presencia de lo femenino, de la dulzura, y la ternura, y hace cuanto puede por tenerla contenta y manipularla.

Corazón tan blanco es también, o sobre todo, la historia de una familia del siglo pasado. El narrador va andando poco a poco y distribuye, dosifica escenas familiares con las que se va conformando esa biografía, y no sólo la de él, sino la de su familia, tal vez para explicar lo que él es. Esas escenas son como un rompecabezas que aparecen en distintas etapas de la narración, y que de alguna manera nos vienen a decir que todos esos recuerdos son lo que hay dentro del protagonista y que eso son los móviles, los resortes que lo instigan a ser como es, que esas memorias son los pilares sobre las que construyó su individualidad. Aunque él es un hombre de carácter opuesto al de su padre, esas escenas lo sostienen, o sobre esas escenas vivas se construyó su personalidad.

Javier Marías fue un escritor español y se le considera como uno de los novelistas más importante de los últimos tiempos. Escribió más de una docena de novelas, cuentos, ensayo, y artículos periodísticos. Entre sus libros más conocidos se encuentran Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa en mí.