• 20 de Abril del 2025

Violencia familiar detrás de la desaparición de Rafael: una tragedia que pudo evitarse

. / Especial

La tragedia de Rafael no puede repetirse.

Lo que en 2020 se reportó como una desaparición, hoy revela una historia profundamente marcada por la violencia familiar. Rafael “N”, un niño de apenas 12 años al momento de su desaparición, fue presuntamente víctima de maltrato y abandono por parte de quienes debieron protegerlo.

La reciente localización de restos humanos en una vivienda de la colonia Playas del Sur, en Puebla, ha reabierto la herida que su familia materna nunca dejó de sentir. Las autoridades investigan si estos restos pertenecen al menor, cuya desaparición fue reportada el 6 de octubre de 2020, en la misma zona donde se ha realizado el hallazgo.

Rafael vivía bajo custodia compartida, pero la pandemia por Covid-19 cambió el rumbo de su vida. Su padre propuso que tanto él como su hermana vivieran con él y su pareja sentimental. Esta decisión los alejó de su madre y, según declaraciones de Verónica López Bravo, tía paterna del niño, lo expuso a una situación de violencia doméstica que había sido advertida por vecinos y familiares.

La nueva pareja del padre, identificada como originaria de la Ciudad de México, fue señalada por presuntos actos de maltrato hacia Rafael. Testimonios señalan que el menor era víctima de castigos y aislamiento. A esto se suman las restricciones impuestas por el padre para evitar el contacto del niño con su madre y otros familiares.

Mientras su hermana logró volver con su madre, Rafael permaneció en un entorno donde, según denuncias previas, sufría violencia sistemática. Para su madre, Tere, nunca hubo descanso. Desde el primer día, emprendió una lucha constante para encontrar a su hijo, incluso cuando las autoridades minimizaron sus llamados de auxilio.

El colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla ha acompañado a la familia y denunció la falta de respuesta inicial de las autoridades. Fue gracias a la insistencia de Tere y de los activistas que se logró realizar una nueva inspección en una casa que antes había sido descartada.

“Porque buscarlos, es abrir brecha de la nada”, expresó el colectivo, reconociendo el doloroso camino de quienes enfrentan no solo la desaparición, sino también la indiferencia institucional.

Hoy, mientras se realiza la identificación forense de los restos encontrados, la historia de Rafael nos obliga a mirar de frente una realidad: la violencia familiar sigue siendo una amenaza silenciosa para miles de niñas y niños, y muchas veces, las señales de alerta no se atienden hasta que es demasiado tarde.

Las investigaciones continúan, pero el caso ya ha dejado una huella imborrable. La tragedia de Rafael no puede repetirse.