Irán anunció un ataque sin precedentes contra Israel desde su territorio como respuesta al bombardeo que destruyó su consulado en Damasco, presentando el caso como cerrado y exhortando a Israel a no responder militarmente.
El presidente iraní advirtió que cualquier acción de Israel y sus aliados resultaría en una respuesta más fuerte. Los Guardianes de la Revolución lanzaron más de 200 drones y misiles contra objetivos militares en territorio israelí, alcanzando sus objetivos según el general Mohammad Bagheri. La misión iraní ante la ONU justificó la acción como legítima defensa.
Irán había expresado su voluntad de "castigar" a Israel tras la muerte de siete Guardianes de la Revolución en el ataque al consulado iraní en Siria. El líder supremo iraní había advertido a Israel de recibir una bofetada en la cara. Desde 1979, Irán aboga por la destrucción de Israel y apoya a otros grupos en la región, como Hezbolá y los rebeldes hutíes.
Previo al ataque, Irán capturó un portacontenedores vinculado a Israel, y convocó a los embajadores de Francia, Reino Unido y Alemania debido a sus posiciones sobre la respuesta de Irán. También llamó a Estados Unidos a mantenerse al margen del conflicto. El canciller iraní declaró que el objetivo del ataque era castigar a Israel y que no buscaban apuntar contra personas o bases estadounidenses, aunque podrían hacerlo si Estados Unidos apoya a Israel.
En Teherán, un mural inaugurado después del ataque refleja un sentimiento de hostilidad hacia Israel y Estados Unidos, con consignas de "muerte a Israel" y "muerte a Estados Unidos".