• 24 de Abril del 2024

Siete mujeres desaparecidas

El poeta brasileño Floriano Martins nos obsequia en exilio.mx, siete poemas sobre mujeres desaparecidas

 

 

  1. EL TIEMPO SINIESTRO DE EMBY LANAUTO

El laberinto presiona la desnudez de sus ermitaños.

La multitud secuestrada de cortesanas encargadas

de los placeres contratados. Las rameras atribuyen

sus poderes a los conjuros de la carne, los polvos

sangrientos de sus víctimas golpeadas y la caída

de los ladrillos del alma, el suplicio provenzal, los

titulares del reino mantenidos en el calabozo a pan

y agua. Obscura violación de los derechos ilegales.

Cirujanos que se enriquecieron cambiando el rostro

de tantas sombras, purgando vicios con venenos

De hierro y fuego, devotos deformando los reflejos

de los creyentes en la mofa de Dios y su diablo.

Con ella, Emby Lanauto, teólogos y mercaderes

descifraban angustias y miedos en confesiones

siempre que estaban a su lado, desnudos todos,

bañados en el sudor viscoso de las tentaciones.

Ella con sus armas de golpes invisibles, la punta

de la lengua y el negro licor de lágrimas deseadas.

El dolor se oculta como un tesoro a contar los días

para ser descubierto y la persecución de ciudades

en las horas de sus crímenes fatales, las madres

heridas, traicionadas, olvidadas en las ciénagas.

El cuerpo un día desea deshacerse de sus ventanas

y las navajas elegidas son la evidencia de la soledad

del laberinto. La misma residencia donde Emby

Lanauto, incógnita como el aguafuerte del caos,

aguarda que los ermitaños se ahoguen en su baba.

 

  1. KATALIN DEL BOSQUE

El diablo es una cabra y confunde

a las tejedoras del bosque. ¿Quién cree

que estas chicas son capaces de brujería?

¿Gracias a quién nos han quemado vivas

tantas veces? Los molinos de viento

cantan una canción aterradora

en las noches con luna llena. Las runas

están pintadas en la memoria para

que no amanezca el día. Katalin confesó

que no amamos sino la noche.

Nadie ha visto nunca los cascos

del demonio y el dominio de sus voces

alteradas. Katalin voló más alto

con sus manos imitando a un águila

y desde arriba vio cosas que nunca

sucedieron. Los cuerpos silenciados,

la carne traicionada, los huesos rotos.

Las alas crecieron mucho y muy rápido

Katalin comenzó a perder los pies,

los pechos, los ojos. Solo la lengua

volaba y cantaba y gritaba y no sabía

a quién más engañar. A partir

de entonces, la cabra ya no quiso

confundir a las tejedoras que

aún no habían sido quemadas.

Katalin huyó del bosque.

Los días perdieron sus noches.

 

  1. EL PECADO ORIGINAL DE LA GIGANTA RADZIRA

Las botellas encontradas en la playa parecían

reflejar las almas de los muertos. Esto es

lo que todos querían creer. Los gatos afirmaron

que las migraciones eran una forma de protegerse

de la inundación y otras oraciones ciegas.

Las tiendas del sol albergaban a mensajeros

de otro mundo. Como gemas fertilizadas

dentro de símbolos. Una rosa equilibra

las fuerzas de la perversión. Las tumbas protegen

a una fauna misteriosa de ser aplastada por la deidad.

El girasol teje sus glandes en nombre de la abundancia.

La gigantona Radzira masticaba a los gnomos

mientras el universo se retorcía en su médula.

Los cielos son negros-negros, con la garganta abierta,

sorbiendo la grasa de los sueños. Los ríos

de mantequilla describen una nueva saga donde

las calles se tensan por las injustas dosis

de sus castigos. Lo grande torció los verbos.

Lo pequeño fue arrojado de la corona con un grito.

Radzira estaba atravesando esa terrible experiencia,

el brillante recipiente del conflicto, la persistencia

del mal. Quizás algún día dejaría de ser un gigante.

Quizás una alegoría supo explorar su cuerpo estirado.

Mientras tanto, mantuvo algunos gnomos

debajo de los juncos en el pantano,

para que el hambre no la atormentara más.

 

  1. LECCIONES IMPACTANTES DE VICTORIA RAMOS

Una piedra me duele por dentro. Vine aquí

para persuadir al abismo de que volviera a vivir

conmigo. La soledad es una mujer intransigente.

Nunca tiene que ver con mazmorras o la inmovilidad

de los desiertos. Cuando se da cuenta de que puede

hacernos daño, es como una enfermedad

que seduce al sol. Hay una justicia inconfundible

que opera en el subsuelo de la moral. No nace

evocada por brujas ni asistida por falsificadores.

El primer cable recluta a sus fantasmas. Los dolores

solitarios abandonan sus cuevas para atravesar

los circuitos de la carne. Todo parece un simulacro

y así los dioses preparan sus condolencias.

Cuando los caballos extravagantes se reconocieron

en la vegetación móvil, se pudo escuchar los vicios

preparando las balsas para la gran travesía.

Los centenarios eran una raza difunta que

lamentaba constantemente las frases truncadas

de los evangelios. Un orfanato místico difuminó

el horizonte. Ya no había forma de salir de allí,

de su pasto de opresión. Las virtudes eran vidrios

borrosos que confundían los cantos de nostalgia

y abandono. Una procesión indescifrable

no dejó descansar a nadie. La tragedia

no acepta consejos ni ventajas. La última imagen

de la inocencia es una piedra encadenada al fondo

del abismo. Me quedo haciendo mi ronda febril sola.

 

  1. NADIA ANJUMAN Y LA COPA DE LAS TORMENTAS

La historia es sorda y no escucha los gemidos humanos.

Pero la historia no existe lejos de los hombres, así que

sordos somos nosotros todos. Lo que deseamos recordar

es una realidad que dibuja otros signos de lo vivido.

Las voces muy penosas que hablan con sus dolores anunciados

no reconocen las lenguas cortadas, los velos sangrados,

los cuerpos que imploran protección por las calles.

Las voces de la historia son un castillo en que los hombres

ocultan la vida sin que ella pueda decir en que

se ha convertido. Nadia Anjuman fue deshonrada

entre las paredes de ese castillo, con su fuego sentenciado

a las quemaduras del silencio. La historia ha perdido

la sentencia flamante de la libertad. Ahora está cerrada

la cocina mágica de sus prodigios, como las montañas

por donde paseaba con sus sueños. Nadia y las piedras

de la vastedad de sus pensamientos. Muerta, su silencio

nos dice que la historia es cantada por hombres sordos.

 

  1. LA NUEVA MORADA DE JULIANA DI SALIETRI

Los nombres son recordados como hojas desangradas

o piedras desgarradas de las manos del tiempo.

Un abecedario quemante en la memoria con sus letras

invadidas por la vida violentada de cada una de ellas.

Las sombras en su desmayo orquestal y los pasos

que perdieron el color de la piel del misterio.

Noches sufridas en cada nombre. Luces deshechas

por la agonía del recuerdo. Las ciudades robadas

en el tembloroso corazón de sus ruinas. Una de ellas

acostumbrada a decir que el polvo trae en su pecho

los nuevos habitantes de los sitios por donde pasan.

Los nombres conocían distintos apodos, casi siempre

temporales alimentando el orgullo de la muerte.

Fue así que un día Juliana di Salietri llegó

a su pecado original, contorneando los rayos

como serpientes charlatanas en el árbol de la vida.

Descubrió como decirles: Ahora morirán todas.

Como brazos y piernas de un mito alucinado

Juliana inventó los nombres que resucitarán.

Los goces y los credos de su deseada civilización.

 

  1. UNA REENCARNACIÓN PARA SARAH JANIAK

Su alma era un transmisor de incierta frecuencia.

¿Cuántas horas debemos pasar juntos, hasta la caída

de su consciencia provisoria? Las emisiones fálicas

y el filamento de sus armónicas transferencias,

susceptibles a las formas, al modo como el universo

entra en cada una de nosotras, como los ciclos duplos

improvisan su génesis y el código genético del horror.

A través de la analogía revelamos nuestra personalidad.

Los guerreros sangran por sus mujeres, y los reyes

niegan que la verdad sea condicional. Un apocalipsis

en descomposición es suficiente para perturbar

los efectos del caos. Ya no es irrevocable el orden

secreto de la naturaleza humana. Como animales

que migran para el interior de sus huesos. Como

objetos que contestan sus sombras invertidas, Sarah

Janiak desfigura los proverbios, y los hace temblar

como la consecuencia eléctrica de sus miedos.

Una noche dormimos en su cuerpo, soplando lunas,

revolviendo las cicatrices de los privilegios heredados.

Las selvas estudian las protecciones intransigentes.

La muerte percibe que es demasiado tarde para ella,

y cada una de nosotras despertó en otro sitio.

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Floriano Martins (Brasil, 1957). Poeta, ensayista, dramaturgo, traductor y editor. Dirige Agulha Revista de Cultura y ARC Edições, a través de las cuales ha publicado más de 100 libros de autores de diferentes países. Traductor de poetas como Aldo Pellegrini, César Moro, Enrique Molina, Jorge Luís Borges y Vicente Huidobro. Estudioso del surrealismo y de la tradición lírica hispanoamericana, temas sobre los que ya ha publicado algunos libros. Entre los títulos más recientes destacan los siguientes: 120 noites de Eros (ensayos, 2020), Tríptico da agonia (teatro, a quatro mãos com Berta Lucía Estrada, 2021), y Las mujeres desaparecidas (Chile, 2021). Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..