• 21 de Noviembre del 2024

Sobre infancia y violencia en Puebla

 

 

Elsa Herrera Bautista

Octubre 2023

Hace poco fui invitada a participar en una mesa de análisis titulada “Espacios para las infancias”, convocada por el Colegio de Diseño Gráfico de la BUAP y por el Consejo Puebla de Lectura. En dicha mesa, tuve oportunidad de exponer sobre una consulta infantil y adolescente que realicé en 2018, cuando trabajaba en el Observatorio de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de Puebla (ODENNAP) y también tuve ocasión de conocer proyectos muy interesantes, orientados a fomentar el desarrollo y la participación infantil en barrios de la ciudad de Puebla desde un enfoque de derechos, tales como la Biblioteca Alma y Re Genera Espacio.

El contacto con personas que, desde la academia o las organizaciones civiles, trabajan cotidianamente para la construcción de entornos seguros y enriquecidos para las infancias, siempre me resulta inspirador. Recientemente pude observar de cerca el trabajo de Fundación JUCONI y Casa Alto Refugio, espacios que abren oportunidades de desarrollo para niñas, niños y adolescentes que han sufrido diversas vulneraciones a sus derechos.

Sin embargo, al repasar las cifras compiladas para integrar el panorama diagnóstico que enmarcaba la consulta infantil y adolescente “Mi ciudad ideal” desarrollada hace ya cinco años, me encontré de golpe con la dura realidad que enfrentaban las niñas, niños y adolescentes poblanos. Aquella investigación sobre seguridad y derecho a vivir sin violencia, abre con esta síntesis:

  • En Puebla 7 de cada 10 niños, niñas y adolescentes son pobres (CONEVAL, 2014).
  • En Puebla 6 de cada 10 niños, niñas y adolescentes enfrentan maltrato por parte de sus padres, madres o cuidadores (ENIM,2015).
  • El 79% de los y las participantes en la Consulta “Mi Ciudad ideal” siente intranquilidad, inseguridad y miedo en la calle y en el transporte público; el 82% considera que su comunidad es poco segura. El 71% piensa que para mejorar la seguridad hace falta mayor conciencia y educación de las personas, y el 50% opinó que es necesario mejorar servicios como limpieza, iluminación, pavimentación y transporte.
  • A nivel nacional, Puebla es el municipio que reporta mayor número de desapariciones de personas menores de edad (RNPD, 2018).

Algún lector suspicaz podría argüir que las cifras presentadas no son actuales. No obstante, me parece que traer a colación estas cifras resulta un ejercicio de memoria inmediata pertinente, sobre todo a la luz -o a las tinieblas- de los homicidios dolosos de los dos niños de Zoquitlán, baleados junto con sus padres; y del feminicidio de la pequeña Daniela, ocurrido en la colonia Granjas de San Isidro en la ciudad de Puebla, a manos de su familia. Ambos casos han sido descritos ampliamente en los medios de comunicación y las autoridades del estado se han pronunciado al respecto. En conferencia de prensa, la Fiscalía General del Estado dio a conocer algunas cifras sobre homicidio doloso y feminicidio de menores de edad. Por ejemplo, que en 2022 y lo que va de 2023 se tiene registro de siete niñas y adolescentes  víctimas de feminicidio y 44 niños y adolescentes víctimas de homicidio doloso. Las autoridades reconocen que el hecho de que una sociedad asesine a sus niños y niñas es un fenómeno atroz y aseguran que los crímenes no quedarán impunes.

Además del necesario reconocimiento y trabajo eficiente de las autoridades, que históricamente no tienen un buen récord, queda la cuestión de la comunidad ¿como comunidad reconocemos la gravedad de la violencia hacia la niñez? ¿hacemos algún esfuerzo por prevenir situaciones como la que atravesó Daniela? Ciertamente hay proyectos, organizaciones e individuos que lo hacen, por ejemplo, los mencionados al principio de este texto. Sin embargo, evidentemente hace falta desarrollar una mayor conciencia, un trabajo más minucioso que permita el reconocimiento de niñas, niños y adolescentes como sujetos de derecho en todos los espacios. Tristemente, el feminicidio de Daniela se suma a una lista de casos en los que las familias se organizan de manera perversa para abusar de sus integrantes más indefensas, la mayoría de las veces en contextos de precariedad económica y marginación. En este sentido, como respondieron las y los participantes en la referida consulta infantil y adolescente, para mejorar la seguridad y el bienestar de niñas y niños lo “único” que hace falta es mayor conciencia y educación de las personas.