• 26 de Abril del 2024

Rudo

Facebook Josél Moctezuma

Nomás porque eres muy insistente, mano. Y porque, bueno, no todos los días entrevistan a un luchador ya retirado, como yo, para sacarle una biografía. ¿Por dónde quieres que empiece? Tú mandas.

 

     ¿Va a salir en un suplemento especial? o es un libro. Ah, eres del periódico. Tá bien, voy a estar al pendiente. ¿A quién? No, yo a Carmelita, la del 9, nomás la conozco de hola y adiós. ¿Cuándo? No, a esa hora andaba todavía en la barbacoa de don Nacho. Seguro. Porque era domingo y más tarde ya te dan todo escogido. ¿Te cuento desde que era un escuincle aficionado? O ya de cuando empecé en esto profesionalmente. Ya vas. Pues mi jefe también fue luchador, fíjate. Muy reconocido él en la Arena Puebla, Le decían el Yuyo, el Yuyo Urdaneta. ¿Lo has oído mentar? No. Pues él debutó en el 59. En las épocas del Polo Juárez, que entonces era el no va más, o sea, fregón el cuate. ¿Cuál Eleuterio? ¿Era luchador? Y, ¿cómo lo voy a conocer si no es del gremio? ¿Es entrenador? Tons, ¿qué pedo con él? No, no sabía. Qué gacho. Pero, bueno, ¿te cuento? o no. Pues déjame hablar a mí. Mi jefe quería que él lo entrenara, el Polo, ¿no? Porque ya era un grande entre los grandes de Puebla y se las sabía de todas, todas. Nomás que, ¿qué crees que le dijo Juárez? Tú qué vas a ser luchador, cabrón. Para eso hay que parecerlo y tú lo que pareces es cucaracha. Mejor dedícate a vender cemitas afuera, que ahí sí te puedes forrar de varo. Mira, le echas sus papitas y sus rajas bien picosas y ya verás qué bien te va. Y que me lo manda por las cocas. Así como l’oyes. Pero mi jefe era bien necio y regresó y regresó, y le rogó y le rogó, hasta que lo cansó y lo entrenó. Y ve, acabó luchando con el Estrella Blanca y el Santo Poblano, que no era el de las películas sino otro menos famoso pero igual de ver#% ¿Cómo? Bueno, pues entonces no pongas lo de que era bien ver#%, pero es la verdad.

     A mí desde chamaco me llevaron a verlos luchar a todos. A los cinco años ya me zumbaba una cemita de milanesa con dos tragos de la chela de mi jefecita. Porque ella también era aficionada, de las buenas, ¿eh? No faltaba un lunes a la Arena. Y sí, siempre supe que yo iba a ser como ellos. Igual que el Yuyo ─que en gloria esté─ yo quería más que nada en el mundo ser un luchador sobresaliente. A los catorce empecé a entrenar bien duro con el Hércules Bobadilla, que ya estaba grande pero era un chinguetas del conocimiento. ¿Chinguetas tampoco se puede poner? Pues, qué parcos son ustedes los escribanos. Bueno, ponle trucha entonces. El caso es que el Hércules ya de viejo no se acordaba ni de dónde había dejado las llaves de su casa, pero las otras llaves te las recitaba en orden alfabético. Sí. Ya te dije que a Carmelita sí la conozco. ¿Cuáles gritos? No sé, yo andaba echándome un consomé. ¿Por qué? No, no supe deso. ¿No me oíste hace rato? ¿Qué dices que le hizo? Mira, tú, qué mandado.

     Yo hice mi examen profesional con el Niño Donado, éramos de los rudos. Porque déjame decirte para ser luchador también se necesita estudiar, no creas que es cualquier baba de perico. Hay que aprenderse bien el llaveo y la lucha aérea, que es muy importante porque es la que el público sabe apreciar mejor, ¿no? Es más vistosa, pongámoslo así para que no te tenga que explicar los tecnicismos. Ahí es cuando gritan las damitas, sobre todo las de primera fila que por lógica son las que más le saben a esto. Es muy reconfortante cuando te reconocen el trabajo porque… ¡Ah, cómo chilla la niña! ¿Por qué me interrumpes tanto? Que no, que no conozco al tal Eleuterio. Pues, así es aquí, a veces nos conocemos y a veces no. ¿Le sigo? Bueno, hay un árbitro para las luchas mano a mano y dos para cuando son de parejas o tríos. Ellos, o sea los árbitros, son los que tienen que revisar la vestimenta y las zapatillas, ¿ves? para que todo esté en regla antes de comenzar la pelea, que luego se puede ganar por plancha, por rendición o por descalificación, ah y también por no responder a un conteo de diez. La plancha es cuando… ¡Me lleva la chingada! ¿Qué? Ya te dije que sí, que yo era de los rudos. Qué, ¿no me estás poniendo atención? ¿Quién? No, el tal Eleuterio no es luchador, si lo fuera yo lo sabría. Ah, pues yo que sé por qué le gusta pegarle a su vieja. ¿Le sacó mole? Algo le habrá hecho ella, ¿no?

     La Arena Puebla es de las cuatro más importantes de México, para que lo sepas. Por eso los que hemos hecho carrera ahí somos muy conocidos, no es de a grapa. Yo estaba en los cuernos de la luna, sin hacer menos a nadie y con perdón de mi jefe ─que El Altísimo tenga en su equipo─. Era de los mejorcitos porque me empeñaba mucho, pero había un luchador que me traía ganas, ¿no? Sable Dorado, se llamaba. Y entonces tuvimos un encuentro muy difícil. Yo ya le iba ganando, porque mi especialidad es el “Cobra clutch”, que es un movimiento en el que golpeas al contrario en la cara, pero con la mano en forma de L para pegarle con la pura yema de los dedos, así mira, ven que te enseño. Bueno, pues no. ¡Me relleva! ¿Cuándo? ¿Qué ambulancia? Ora ya. No sabría decirte, porque después de la barbacoa me fui a los baños de La Estrella a echar un vapor y de ahí a comer en casa de una amiguita. ¿Para qué quieres saber su nombre? No, no me sé su teléfono. Total que entonces, el Sable me reviró con un “Bulldog”, que es cuando el luchador agarra impulso y te pone una mano en la parte de atrás de la cabeza para tirarte a la lona, y me agarró desprevenido. Me zafó la clavícula y se me sumieron cuatro costillas de un jalón. Ahí perdí por no responder al conteo de diez que te decía, pero eso no fue lo peor, sino que me salieron unas hernias y ya no pude seguir en la carrera.

     Ah pues primero me quedé de entrenador, pero luego abrí un localito y me puse a vender cemitas. Y es que si ya no podía luchar, ¿qué caso tenía que me quedara nomás a envidiar a mis compañeros? Eso es muy duro, más cuando llegan jóvenes con talento, porque uno siempre sabe reconocer. Aquí en la profesión hay mucha rivalidad, no nomás hay dos bandos, el de la triple A y la CMLL, que es el del Consejo Mundial de lucha Libre, también están los independientes, como en todo. Ya ves ahora los partidos políticos, que también tienen sus candidatos independientes, ¿no? Pues es más o menos así. Ellos no tienen sindicato y por lo mismo les cuesta más trabajo conseguir encuentros, a menos que sean muy buenos, como el Heriberto Rojas, que todos quieren contratar por mucho varo. Y ahí precisamente empieza la chinga, ¿Chinga tampoco? Mmmmtaa. Bueno, ahí empieza lo difícil, que te den peleas de altura para que no salgas nomás de relleno. Tú no te puedes poner a luchar con cualquiera, aunque sea del mismo nivel, porque para eso hay acuerdos entre las empresas y los empresarios. Una vez quería enfrentarme al Zorro Plateado, ¿no? Y ¿qué crees? ¿Cómo que qué hago? Pues ya te dije que tengo un local y vendo cemitas. Tú, ¿de dónde sacaste ese chisme? ¿Sí eres periodista? Porque ya me está dando mala espina tanta interrogación pendeja.

     ¿A Carmelita, la del 9? ¿La mató? Cómo crees. ¿Quién dice? No, mira, la verdad es que no regresé en varios días. Mi amiguita, la que te dije, me convidó a quedarme en su casa y apenas volví hace rato. ¿Cuál casualidad? Suerte que tiene uno. Y, ¿sabes qué? Ya te me vas lanzando, fíjate. Oye, oye… ¿Cuándo va a salir el artículo? Sí estabas grabando, ¿verdad? No vaya a ser que me quieras chorear, manito, porque de repente me pongo sensible y empiezo a soltar guamazos. Tá’bueno, pues. Avísame entonces si te olvida algo, porque quiero que cuentes exactamente lo que te dije. No, yo no me llamo Eleuterio, me llamo Eusebio.

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Twitter: @mldeles

 

De la Autora

He colaborado en el periódico Intolerancia con la columna "A cientos de kilómetros" y en la revista digital Insumisas con el Blog "Cómo te explico". Mis cuentos han sido publicados en las revistas Letras Raras, Almiar, Más Sana y Punto en Línea de la UNAM y antologados en “Basta 100 mujeres contra Violencia de género”, de la UAM Xochimilco y en “Mujeres al borde de un ataque de tinta”, de Duermevela, casa de alteración de hábitos.

He sido finalista del certamen nacional “Acapulco en su Tinta 2013”, ganadora del segundo lugar en el concurso “Mujeres en vida 2014” de la FFyL de la BUAP, obtuve mención narrativa en el “Certamen de Poesía y Narrativa de la Sociedad Argentina de Escritores”, con sede en Zárate, Argentina y ganadora del primer lugar en el “Concurso de Crónica Al Cielo por Asalto 2017” de Fá Editorial.

He participado en los talleres de novela, cuento y creación literaria de la SOGEM y de la Escuela de Escritores del IMACP y en los talleres de apreciación literaria del CCU de la BUAP.