Ahora, con el anuncio de Citigroup de vender la marca Banamex y con ello, las carteras de consumo, empresariales, infraestructura, licencia de operaciones y piezas del fomento cultural “al mejor postor” se escribe una nueva historia de uno de los bancos más añosos y polémicos.
El escándalo de Oceanografía, del empresario Amado Yáñez Osuna y el presunto fraude a la institución financiera, en 2014, por 400 millones de dólares abrieron un abanico de componendas entre el empresario petrolero y personajes políticos. En ese momento, Michael Corbat, quien fue presidente ejecutivo de Citigroup, prendió las alertas sobre su filial mexicana.
El riesgo de que el banco, con sus antecedentes de personajes ligados a la política mexicana, continuaran con sus relaciones como el caso delos ex dueños del banco, Roberto Hernández y Alfredo Harp, fueron motivos suficientes para frenar que el banco adoptara sólo el nombre de Citigroup. Citi había proyectado deshacerse de la marca Banamex y el caso Oceanografía fue el pretexto perfecto. Ahora, se ajustan los intereses del mercado global para concretar ese proyecto. De manera, Jane Fraser, directora ejecutiva de Citi, explicó, con sutilidad, que la decisión de salir de los negocios de banca de consumo y empresarial en México, está completamente alineada a los principios de su visión estratégica y permitirá asignar recursos a oportunidades alineadas con las principales fortalezas del grupo.
El historial político-financiero del ex dueño de Banamex, Roberto Hernández fue un caso por demás controversial para la institución financiera y se arrastró por mucho tiempo. Si bien se ha alejado de los reflectores aún están los testimonios, documentos y libros en los que Roberto Hernández fue señalado como uno de los hombres más influyentes en los negocios y la política de México.
En 2003, Roberto Hernández tenía un acercamiento inobjetable con la maestra Elba Esther Gordillo. En agosto de ese año se interceptó y difundió una llamada entre ambos en la que los intereses políticos de los dos personajes eran muy puntuales justo a la mitad del sexenio de Vicente Fox. El tema fiscal y de reformas fue parte medular de aquella histórica conversación.
Para los cercanos de Michael Corbat, desde el momento del fraude de Oceanografía, quedó en evidencia que entre los directivos de Citi existía cierto desencanto con sus aliados mexicanos a raíz de Oceanografía. Sin embargo, acordar adquirir a Banamex como filial, Citi aceptó otorgarle a la unidad mexicana ciertas potestades e independencia al interior de su administración cuya decisión no fue del todo satisfactoria luego del fraude y recientemente con el escándalo.
La defraudación sólo fue la gota que derramó el vaso dentro del control de Banamex, los directivos de Citi sabían que el desempeño de la filial mexicana no concordaba con las métricas de desempeño que la administración del banco difundía para confirmarse como el segundo más grande grupo financiero del país.
Ahora, Alberto Gómez Alcalá, director corporativo de desarrollo institucional, explica ese movimiento que se tuvo proyectado. El directivo aclaró que Citi obtendría una nueva licencia bancaria para seguir con sus operaciones en México; mientras que Banco Nacional de México (Banamex) conservaría la actual. Es una separación financiera sin escándalo y sin lamentos.