• 13 de Diciembre del 2024
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El disciplinado

Aunque entró de última hora en la terna de los precandidatos a la presidencia para 2024, Ricardo Monreal sabe leer los mensajes del presidente Andrés Manuel López Obrador.

 

Aunque, por el momento, se encuentra excluido del edén presidencial, conserva fuerza e influencia entre los gobernadores electos recientemente y con facciones morenistas y obradoristas.

No es la primera vez en su trayectoria política en la que enfrenta la manoseada frase: “te disciplinas o asumes las consecuencias”. En este momento, comenzó a construir una candidatura sustentada en la palabra y acción clave para la mitad de la población que desacredita a la cuatroté: reconciliación nacional.

“Yo quiero ser el presidente de la reconciliación, para aminorar los efectos de la confrontación”, expresa el zacatecano, al tiempo que también presume que es un político hecho sobre la adversidad dentro de un sistema político lleno de escollos.

De acuerdo con los triunfos electorales del pasado 5 de junio, la mano de Monreal estuvo cerca y ello le da posibilidades de operar su precandidatura desde la periferia de Morena y la cuatroté, a través de los nuevos gobernadores que tienen cercanía con el zacatecano. Bajo su coordinación parlamentaria, tres senadores triunfaron en los recientes comicios: Julio Menchaca en Hidalgo, Salomón Jara, Oaxaca y Américo Villarreal, en Tamaulipas. Además, en Quintana Roo ganó Mara Lezama, cercana a Monreal, forman parte de una estrategia de afuera hacia adentro para generar una corriente de opinión con peso en las decisiones del partido rumbo a 2024. Ahí estriba parte de la estrategia.

Para los comicios federales de 2006, Monreal Ávila acarició la idea de ser candidato a la presidencia por el PRD, ya que dejó el gobierno de Zacatecas con un 78 por ciento de aprobación. Dispuesto a pelear el lugar a Andrés Manuel López Obrador, recien desembarcado de la travesía que se convirtió la Jefatura de Gobierno. Monreal se institucionalizó y sacrificó sus intereses políticos en favor la causa que en ese momento era la reconstrucción del partido del sol azteca.

A 16 años de distancia y con un capital político aún favorable, Ricardo Morena juega una de sus últimas cartas en el partido que ya le pidió una vez que se disciplinara cuando compitió por la Jefatura de Gobierno. “Ni busca chambas” ni un “ambicioso vulgar” son términos utilizados por el zacatecano en distintos momentos que lo han obligado a sumarse a otro proyecto. Ahora, va con movimientos precisos a buscar la candidatura, la peleará desde adentro del propio sistema. Eses es el nuevo adversario.

El asunto radica es que también se enfrenta a López Obrador, su principal promotor en aquel lejano 1998, cuando el tabasqueño defendió el voto en Zacatecas. El entonces dirigente perredista fue el ariete frente a Liébano Sáenz, entonces secretario particular del expresidente Ernesto Zedillo. Defendió el voto y el triunfo de Monreal. Ahora, la historia los confronta de manera sutil, pero uno tiene todo el poder y el zacatecano se encuentra fuera del círculo que alguna vez lo apapachó con desayunos políticos en Palacio Nacional, donde se trazaba el eje de la operación de Morena.