Hay cosas que escapan a la vista y a la mente de los seres humanos. En los años 70, dos científicos daban cuenta de una de estas cosas: la capa de ozono. La vida como la conocemos actualmente en nuestro planeta, depende de diversos factores, entre los que se encuentra la luz del sol, que llega a la Tierra en forma de lo que se conoce como rayos ultravioletas. Estos rayos, sin embargo, son filtrados en la estratósfera por la capa de ozono, lo que evita que la radiación dañina impacte la salud de quienes habitamos el planeta.
Así, sin la capa de ozono, la vida no sería posible en el planeta, y desde los años 70 sabemos que los seres humanos, a través de nuestras actividades, estamos acabando con ella, Y lo sabemos gracias a los brillantes trabajos de un mexicano ejemplar e interesado en el medio ambiente.
Mario Molina descubrió el agujero en la capa de ozono. Algo emocionante, pero a la vez sombrío. Había encontrado un problema global que amenazaba a la humanidad. El 28 de junio de 1974, publicó sus descubrimientos sobre esta materia en la revista Nature y asesoró a empresas públicas y privadas. De manera muy general, podemos decir que, la investigación del Dr. Molina detallaba la forma en que algunos gases, denominados Clorofluorocarbonos (CFC), dañan la capa de ozono y la hacen desaparecer.
El tema ha sido de gran importancia, por lo que implica para nuestra vida en el planeta, y se dice que, el daño ya ha sido tan elevado, que si ahora mismo dejáramos de emitir CFC a la atmósfera, el agujero detectado en la Antártida no desaparecería hasta el año 2100.
De acuerdo con un informe de Greenpeace, que analiza los niveles de producción de CFC en nuestro planeta, la Comunidad Europea ostenta el primer puesto: suyo es el 39,9 % de todo el gas que se libera. El segundo lugar es para Estados Unidos, que libera un 37,7 %. Luego viene China, con un 7,2 %. Las 5 empresas que más CFC producen en el mundo son: La Dupont, de los Estados Unidos, la ICI, de Inglaterra, Hoeschst, de Alemania, la Atochem, de Francia y la italiana Montefluos.
Gracias a sus investigaciones, en 1995 Mario Molina, junto a al profesor Sherwood Rowland, recibió el Premio Nobel de Química, por sus aportaciones al estudio de la química de la atmosfera. Fue la primera vez que se otorgó este premio por un estudio sobre el medio ambiente, y también la primera vez que se otorgó a un científico nacido en México.
A través de los estudios de la química de la atmosfera, se revitalizó la importancia que el medio ambiente tiene para la vida en este planeta, y nos ha hecho replantear el desempeño que hacia él hemos tenido, a lo largo de lo que se conoce como la era moderna del ser humano. No se ha logrado evitar el uso de CFC, pero se ha disminuido su uso y se ha puesto de manifiesto que las actividades humanas pueden llevar a la extinción de los propios humanos.
La semana pasada, el Dr. Mario José Molina Henríquez murió a causa de un infarto, el medio ambiente ha perdido a uno de sus mayores defensores. Vaya esta columna como un reconocimiento a su labor para la preservación de la vida y del medio ambiente. Pensador brillante, tenemos aún en tu legado mucho camino que recorrer para lograr que el medio ambiente sea respetado.
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Twitter @RicardoChavero
Secretario General del Partido Verde en Puebla Capital