Mostrando artículos por etiqueta: Márcia Batista Ramos
La muerte de YinYin ha roto el eje de la rueda
“Querida mamá:
Creo que mejor hago en abandonar las cosas como están. No he sabido vencer, espero que en otro mundo exista más felicidad.
Cariñosamente tu Yin Yin.
Un abrazo a Palma”, 1943
Huele a peligro
A veces, sólo a veces las guerrillas duran casi veinte años o veinte años, como la guerrilla librada entre la junta militar etíope, conocida como Derg y los rebeldes antigubernamentales etíopes-eritreos. No sé porque pienso en eso. Tal vez, el hecho de saber que no puedo ir de una ciudad a otra, como hago con frecuencia, me está causando una angustia claustrofóbica propia de un prisionero. Horneo pan, galletas, empanadas y todo lo que es rico y engorda, pero el día pasa lento como una meditación japonesa y lo único que sé es que los bloqueos continúan.
Las habitaciones de la memoria
La tía Nena, fue tía política de mi padre, era una mujer pequeña y ágil, siempre sonriente, hablaba con calma y expresándose de manera sencilla, con un vocabulario propio de una niña. Ella cultivaba muchas plantas medicinales en medio a las flores de su jardín y tenía un armario donde guardaba un sinfín de hierbas que representaban una cura para cada mal.
Folletín II
Premonición
Hiba Kamal Abu Nada, autora de la novela “El oxígeno no es para los muertos”, en la noche que un misil le quito la vida, relató en un poema que, “La noche en la ciudad es oscura, excepto por el brillo de los misiles;” escribió presagiando su propia muerte.
El amorío de Barbie
El mundo es ancho y profundo. Tiene miles de historias sueltas en el aire y existe gente dispuesta a contarlas sin pelos en la lengua.
La noche de San Lino
El día anterior, bajo el sol, las campanas de las Iglesias repicaron en el polvoriento altiplano alteño, recordando que era domingo de San Florencio. Los que venían marchando cinco días, transpirados, tenían heridas en los pies, los rostros quemados y la mente turbada de tanto mascar la hoja de coca fusionada con bicarbonato y saliva. Los que decidieron esperarlos estaban bañados, con olor a desodorante, colonia y jaboncillo.
Viejo cuento
Agosto
Los vientos de agosto, impúdicos, invaden el mes de septiembre. Tal vez, porque falte cumplir algún mandato de recoger alguna alma que se agarra a un cuerpo decrépito. Quizás, la muerte no alcanzó a todos de su lista, entonces los vientos helados y rabiosos, soplan con hostilidad para distraer a todos, mientras la muerte busca a los ancianos de casa en casa, para poder encontrar al elegido. Es así en cada agosto, los viejos letreros meneándose como viejas campanas, queriendo derrumbarse, zarandeándose hasta que se borren las letras y nadie sepa qué es lo que se vende en cada puerta.
Tres niñas y un poco de polvo…
Las tres niñas vivían en una aldea pequeña, en el Departamento de Oruro, allá donde el viento azota y deja la cara agrietada, a una altitud de 4.210 metros sobre el nivel del mar, estaban lejos de todo el mundo y no conocían otras poblaciones, en ocasiones, veían que llegaban algunos chilenos para hablar con los hombres de la aldea. Escuchaban que ellos venían de las aldeas de Chinchillani y Panzuta.
Las anotaciones del capitán Pont
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