• 03 de Mayo del 2024
Álvaro Ramírez Velasco

Álvaro Ramírez Velasco

Desde hace muchos meses, por su labor al frente de la Secretaría de Salud del gobierno del estado de Puebla, por la habilidad con que ha encabezado las acciones de esa dependencia en el contexto de la pandemia y por sus características personales, de empatía y amabilidad, el doctor José Antonio Martínez García ha llamado la atención de muchos ojos y ha generado en torno suyo simpatías, sobre todo algunas muy adecuadas.

Sin el valor suficiente para decir “esta boca es mía”, distinto de las respuestas puntuales y frontales que ha dado Miguel Barbosa Huerta a sus excesos y afrentas a la ley, a Puebla y los poblanos, el coordinador de los diputados federales de Morena, Moisés Ignacio Mier Velazco, destila su hiel a través de ataques velados contra el gobernador, con datos falaces que antes quiso utilizar, sin éxito, el finado ex mandatario Rafael Moreno Valle Rosas.

Las grandes fortunas, de aparición tan súbita que levantan sospechas, así como los entornos patrimoniales inusuales, lo mismo de las personas con actividades públicas, que privadas, han sido la llave para detectar presuntos ilícitos, especialmente, desde hace algunos años.

Párvulo de la política, como ha evidenciado ser, Moisés Ignacio Mier Velazco buscó intimidar con amenazas, en trascendidos de los diarios Reforma y El Universal, que se editan en la Ciudad de México, al gobernador Miguel Barbosa Huerta y también preparar una excusa mediática que cobije los presuntos ilícitos que su hijo, Carlos Ignacio Mier Bañuelos, pudiera haber cometido.

En la precoz carrera de la sucesión por Casa Aguayo, que está todavía lejos en el tiempo y más lejos en las circunstancias, por las fuerzas política y administrativa del gobernador Miguel Barbosa Huerta, no hemos terminado de ver la lista de los aspirantes con posibilidades reales.

Conocí a Xavier Robles Molina de la manera más pura y honesta posible. Sin ningún maquillaje social, sin saber que se trataba de un cineasta consumado ya en ese lejano 1998 y, por azares del destino, sentado a su mesa en un bar de Insurgentes Sur de la Ciudad de México.

Muy lejos de parecerse a Valentín Campa, líder obrero, insignia de la lucha laboral de izquierda, el ex secretario del Trabajo estatal, Abelardo Cuéllar Delgado, es más una analogía del derechista Diego Fernández de Cevallos Ramos, quien, con doble cachucha, era un legislador integrante de las instituciones del Estado Mexicano en las mañanas, y litigante de intereses particulares por las tardes, para ganarle con ventaja, tráfico de influencias e información privilegiada, litigios millonarios al propio Estado.

El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) es, en Puebla, como en el país, un ente extraño, una conglomeración de adolescentes políticos y arribistas de coyuntura; un grupo de pandillas en busca de beneficios económicos; un puñado de trasnochados de la izquierda histórica y apenas unos cuantos que buscan abonar al proyecto de nación del lopezobradorismo.

A muchos no nos hace sentido el ocultamiento que hizo el hoy secretario de Cultura del Gobierno del Estado, Sergio Arturo de la Luz Vergara Berdejo, de la entrega que él consintió, firmó y permitió de los legendarios Lavaderos de Almoloya, patrimonio histórico de todos los poblanos, en comodato a la empresa privada que operaba el hotel Rosewood, hoy Banyan Tree.

Algo muy torcido debieron estar pensando Miguel Maceda Carrera, alcalde de Piaxtla, y Verónica Montes Pacio, presidenta municipal de Santa Isabel Cholula, o sus asesores o sus gestores, al suponer que solamente con cambiar de municipalidad a ocho policías, de la Mixteca a la zona centro del estado, a 116.9 kilómetros de distancia, podían borrar las huellas que los señalan por el presunto homicidio de un ciudadano.

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