Los votantes cristianos y líderes religiosos han estado siempre en primera línea para ayudar a los migrantes, pero cuando se trata del apoyo a las políticas migratorias, desde la seguridad fronteriza hasta las opciones de legalización para los migrantes que ya están en Estados Unidos, sus prioridades difieren ampliamente.
El presidente estadounidense Joe Biden y su contrincante republicano Donald Trump viajaron a la frontera en Texas el jueves pasado para presentar su visión sobre cómo arreglar lo que la mayoría considera un sistema fallido: la inmigración ha crecido hasta convertirse en una de las principales preocupaciones para los estadounidenses en este año electoral.
En la frontera con México en El Paso, Texas, el obispo Mark Seitz piensa que una nación tiene el derecho a una frontera segura y ordenada, y a investigar a aquellos que deseen cruzarla, pero hace énfasis en la doctrina social de la iglesia de atender a los más pobres y a los más vulnerables.
“Aquí en El Paso... no decimos, ‘muéstrame tus papeles’. Como cristianos, decimos, ‘¿Cómo puedo ayudarte en tu sufrimiento?’”, dijo Seitz, que dirige la comisión de migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB). “No se trata de un tema político en primera instancia; se trata de poner en práctica lo que Jesucristo enseñó a través de la Iglesia”, dijo a la AP.
Aun así, en Texas, que es un punto crítico no solo en cuanto a los cruces, sino también de una creciente batalla entre los gobiernos federal y estatal respecto al manejo de la frontera, un prominente pastor de una megaiglesia y partidario de Trump dijo que su iglesia da la bienvenida a todos, pero los fieles también tienen la obligación de obedecer la ley.
“En la Primera Iglesia Bautista de Dallas no revisamos los documentos de las personas; esa es responsabilidad del gobierno”, dijo en un correo electrónico el reverendo Robert Jeffress. “La Biblia enseña que Dios creó la institución del gobierno para proteger a los ciudadanos… Los cristianos tienen el deber de obedecer las leyes que establece el gobierno, que incluyen las leyes migratorias”.
El énfasis humanitario o en la seguridad varía entre las distintas denominaciones cristianas y en el seno de las mismas, como los evangélicos blancos que apoyaron abrumadoramente a Trump en la elección de 2020, o los católicos que se dividieron casi por igual entre él y Biden.
De acuerdo con una encuesta publicada esta semana por el Pew Research Center, la mayoría de los católicos y protestantes blancos —tanto evangélicos como no evangélicos— consideran que el gran número de personas que cruzan la frontera entre México y Estados Unidos constituye una crisis para este país, una definición que muchos defensores de inmigrantes y demócratas han cuestionado desde hace tiempo.
Solo tres de cada 10 protestantes negros y sin afiliación religiosa (conocidos como “nones”) señalan que el gran número de migrantes que buscan entrar a Estados Unidos constituye una “crisis”, aunque de cada grupo (cuatro de cada 10) afirma que es “un problema importante”. Quienes dicen que no es un problema son minorías de un solo dígito entre las distintas denominaciones.
Más reveladora para las opciones políticas es la razón de la entrada de personas, mencionada por los cristianos en la encuesta.
Cuando se les preguntó por qué pensaban que un gran número de migrantes tratan de cruzar la frontera, cerca de 7 de cada 10 católicos y evangélicos blancos opinaron que las políticas migratorias federales les facilitarían permanecer en el país una vez que lleguen es una “razón importante”, en comparación con 44% de los “nones” y 52% de los protestantes negros. Ambos grupos tuvieron mayores probabilidades de mencionar la violencia en sus países de origen como una razón de peso por la que los migrantes buscan entrar a Estados Unidos. Al menos 65% de todos los grupos religiosos mencionaron las buenas opciones económicas en Estados Unidos como una “razón importante”.
Entre los evangélicos, existen visiones matizadas sobre temas específicos en el amplio concepto de la migración, dijo Matthew Soerens, coordinador nacional de la Mesa Evangélica de Inmigración, una organización de defensa de los migrantes.
La mayoría desea una mayor seguridad en la frontera y respeto por la ley, y a cada vez más personas les preocupa que la inmigración sea una carga económica para Estados Unidos, dijo Soerens. Sin embargo, observó que incluso muchos de los evangélicos que votaron por Trump en 2020 están a favor de otorgar un estatus legal permanente a los afganos y apoyan la reubicación y una vía para la ciudadanía para quienes están en Estados Unidos sin permiso legal.
“Pienso que muchos estadounidenses (y probablemente algunos miembros del Congreso) interpretan el amplio apoyo dado hasta ahora al expresidente Trump en las elecciones primarias como una afirmación incondicional de sus posturas respecto a la política migratoria”, dijo Soerens en un correo electrónico.
Sin embargo, dijo que la investigación de su organización y su experiencia con iglesias locales indica que los evangélicos “en realidad tienen visiones más matizadas, desean que se haga algo con respecto a la frontera, pero también están muy abiertos a soluciones migratorias más amplias que incluyan a las personas sin documentos”.
En forma similar, el presidente del ala de políticas de la Convención Bautista Sureña, la Comisión de Ética y Libertad Religiosa (ERLC), dijo que una mayor aplicación de la ley y de la seguridad fronteriza se debe equilibrar con vías legales más accesibles.
“Pero con demasiada frecuencia, nuestras políticas tóxicas enfrentan entre sí a la seguridad y a la reforma, garantizando que no se emprenda ninguna acción mientras que los ciudadanos, migrantes, funcionarios, instalaciones fronterizas, ministros y comunidades locales se ven abrumados”, dijo el líder de la ERLC, Brent Leatherwood. “Demasiados líderes han calculado que este costo es aceptable, por lo que es posible emprender esta guerra de trincheras partidista. Esto no solo es fallar como líderes; es también fallar como humanos”.
Desde las pequeñas iglesias evangélicas en Tucson, Arizona, o en Hialeah, Florida, hasta las grandes organizaciones de asistencia de corte religioso, como Global Refuge, que era conocida hasta este año como Servicio Luterano de Inmigración y Refugiados, los grupos cristianos de todo el país suelen estar a la vanguardia en la ayuda a los migrantes, proporcionándoles alojamiento, alimentos y asistencia legal y escolar.
En Miami, una importante ciudad de destino para los migrantes del Caribe y América Latina, muchas personas viajan primero a La Ermita, una capilla en honor a la virgen María construida hace cinco décadas por exiliados cubanos, una creciente comunidad donde Trump sigue siendo muy popular. Su rector eligió la migración como el tema de meditación de esta cuaresma, y dos grandes cruces flanquean ahora la entrada, con reproducciones de pasaportes y ropas usadas por migrantes colgando de ellas.
Detrás de las cruces se lee, en inglés y español, una exhortación a orar por los migrantes y el versículo bíblico: “Amaréis, pues, al extranjero, porque extranjeros fuisteis vosotros…”