• 03 de Diciembre del 2024
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Cuacolandia, un paraíso de caballos creado por Elena Larrea

Elena Larrea, presidenta de Cuacolandia. / Alejandro Cortés

El santuario está en Haras Ciudad Ecológica y es el único espacio destinado a salvar equinos en Puebla

 

 

 Video: Estudio Zalamandra / Jaime Trujillo

 

Elena Larrea, presidenta de Cuacolandia, un santuario para caballos rescatados del maltrato y el abandono ubicado en Puebla, asegura que los humanos debemos ser la voz de los animales y que se tienen que hacer leyes que los protejan.

Creadora del proyecto, la presidenta de Cuacolandia asegura que su única finalidad es proporcionarles a los caballos un lugar en donde puedan vivir en paz.

Elena realiza esta labor en colaboración con la señora Toni Camil, quien ha sido pionera en los derechos de los equinos: “gracias a su ayuda pudimos concretar el santuario”.

Se trata literalmente de un paraíso terrenal para los equinos que llegan en malas condiciones, golpeados, maltratados, infectados, y en el que se atiende a los animales de una manera humana. Cuacolandia está ubicada en Haras Ciudad Ecológica y es el único santuario de caballos en Puebla.

Los caballos, yeguas y otros animales, como Heidi, una oveja paralítica, son rescatados o donados, por ejemplo, de la Policía Montada de Ecatepec, Estado de México, entidad de donde también se han recibido algunos que daban servicio como carretoneros.

También de las Calandrias que daban paseos a los turistas en Acapulco, Guerrero, y otras donaciones en donde los equinos se encontraban en mal estado, algunos muy graves. Actualmente, en este santuario de Puebla hay 88 caballos.

Durante una entrevista con Exilio, Periodismo Binacional, Elena Larrea indicó que Cuacolandia lleva tres años desarrollando el proyecto y un año atendiendo y curando caballos.

Elena Larrea precisa que los caballos tienen los mismos derechos que el resto de las especies y que tienen la misma importancia que los perros y gatos, para los que sí existen albergues.

 

Cuacu Ex 2

Foto: Alejandro Cortés

 

Los animales merecen justicia

Guiada por sus sentimientos y amor a los caballos, Elena Larrea decidió fundar Cuacolandia no sólo para cuidar a los equinos, sino sobre todo para luchar en contra de la crueldad que ejercen los humanos en contra de los animales.

“Tenemos como 3 años desarrollando el proyecto, y ya como activos y recibiendo caballos, alrededor de un año. Son seres sintientes, y animales que tienen los mismos derechos que el resto de las especies. Son igual de importantes que las mascotas, por ejemplo, los perros y los gatos, que hay millones de albergues y santuarios. Y pues tal vez los caballos son más invisibles, y quisiera darles un lugar en donde estén a salvo y donde puedan vivir su vida en paz.

“Siento que merecen justicia los animales. Yo creo que los humanos hemos arrasado con todas las especies, incluyendo los equinos, y siento que falta gente que los defienda. Entonces, como que hay algo dentro de mí que quiere hacer justicia por todos esos animales, equinos o no, que sufren todos los días bajó la crueldad y el látigo del desprecio de los humanos. Y de verdad se me hacen criaturas sumamente nobles”.

 

Cuacu Ex 4 Jato

Foto: Estudio Zalamandra / Jaime Trujillo

 

En México, los caballos terminan en rastros y taquerías

Elena Larrea cuenta que en México los caballos son usados para transportar toneladas de basura y que padecen bajo la carga y el látigo de sus dueños, y que nadie parece darse cuenta ni de su trabajo ni de su sufrimiento.

La presidenta de Cuacolandia indica que en México el destino de los caballos enfermos son los rastros clandestinos y que muchos terminan en las taquerías de algunos estados del país.

“México es de los mayores exportadores de carne de caballo, no sé si sabías, y aparte en los rastros clandestinos, como los del Estado de México y así, son muchísimas, bueno, casi toda la carne de los rastros clandestinos acaba en taquerías para consumo humano.

“Pues, normalmente, se van al rastro o acaban siendo vendidos a municipios para trabajar las carretas de basura, ningún destino es bonito del caballo.

“Si vieras los estados en los que llegan los caballos aquí, aparte con las heridas, las infecciones de los ojos, las infecciones de las heridas que traen, y esos son los que acaban en el rastro, que acaban en las taquerías”.

 

Cuacu Ex 8 mas

Foto: Álvaro Ramírez Velasco

 

Urgen donaciones para sostener el santuario

Cuacu Ex 6 JatoFoto: Estudio Zalamandra / Jaime Trujillo

 

Elena Larrea indica que para sostener Cuacolandia reciben donaciones en especie, desde una llanta usada, hasta forraje. Otra forma de ayudar a sostener el proyecto es visitar el santuario de caballos y aportar los 150 pesos que cuesta la entrada. Todo los artículos y dinero que se recauda se destinan a la rehabilitación de los caballos.

La presidenta de Cuacolandia indica que las personas que quieran ayudar pueden prestar sus servicios como voluntarios.

“Recibimos donaciones, transferencias en especie, recibimos llantas usadas para hacer corrales. Recibimos aserrín, madera, alimento, forrajes, lo que se les ocurra. Todo recibimos.

“Recibimos su tiempo como voluntariado, si gustan venir a ayudar a bañar caballos, a cuidarlos, o incluso si quieren venir a visitarlos y hacer una aportación, cobramos 150 pesos la visita. Y que va destinada a la rehabilitación de los caballos. Y pues esto, todo, es basado en donaciones. Y vamos a llegar a un tope pronto, de caballos, de número de caballos, que no vamos a poder recibir más, porque necesitamos ayuda de la gente”.

 

Cuacu Ex 11 mas

Foto: Álvaro Ramírez Velasco

 

Ejemplos de nobleza animal

Elena Larrea afirma que, aunque los animales lleguen maltratados a Cuacolandia, con el buen trato y la alimentación adecuada, vuelven a acercarse a los humanos y que de esa manera demuestran su nobleza.

“No sé si pudieron ver a Willy, que acaba de llegar, trae la espalda hecha pedazos, y aun así me recarga la cara en el hombro. La burra también, que acaba de llegar, lo único que quiere es que la apapache, que le rasque las orejas”.

“Es decir, son animales que de verdad han sufrido un maltrato pesado, casi al punto de que los podrían haber matado, y que aun así, me ven y se me acercan a tomar la zanahoria, que les chiflo y paran las orejas y me vienen a saludar”.

“Esa es la descripción de la nobleza. O sea, son animales sumamente nobles. Y son como caballos invisibles, nadie los ve trabajando y jalando toneladas de basura en las calles. Tenemos que empezar a verlos, tenemos que empezar a hablar con ellos, los animales tienen voz, y somos nosotros”.