El abogado penalista Juan Velásquez falleció, dejando un legado notable en el ámbito jurídico mexicano. Reconocido por su exitosa trayectoria, se destacó por no haber perdido un solo caso en sus más de cinco décadas de ejercicio profesional. Su apodo, "el Abogado del Diablo", lo convirtió en una figura emblemática, representando a expresidentes como Luis Echeverría, José López Portillo y Carlos Salinas de Gortari. Además, defendió a otros personajes prominentes, incluidos ministros de la Suprema Corte de Justicia y al cardenal Norberto Rivera, consolidando así su reputación en el sector legal.
A lo largo de su carrera, Velásquez se definió como “un defensor de las personas privadas de su libertad”, subrayando que la responsabilidad de las sentencias recaía únicamente en el Poder Judicial. Esta filosofía lo llevó a manifestar en una entrevista para la Revista Abogacía en 2022: “Nunca en mis 52 años de ejercicio he perdido un juicio que implique el aprisionamiento de alguno de mis defendidos”. Sus palabras reflejan su firme compromiso con la defensa de los derechos de sus clientes.
La formación académica de Velásquez fue notable. Estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde no solo se graduó, sino que también impartió cursos y conferencias en niveles de licenciatura y posgrado. Se le reconoció como profesor fundador de la maestría en Derecho de la Universidad Panamericana y docente en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), contribuyendo a la educación de futuras generaciones de abogados.
Durante su trayectoria, el abogado recibió nueve doctorados honoris causa y más de mil 500 reconocimientos por su participación en conferencias y cursos. Su labor no pasó desapercibida, siendo galardonado con al menos cinco condecoraciones militares por su colaboración con las Fuerzas Armadas, lo que evidenció su compromiso no solo con la ley, sino también con el servicio a la nación.
La influencia de Juan Velásquez en el sistema judicial mexicano es innegable. Su enfoque en la defensa y su rechazo a aceptar la culpabilidad sin pruebas contundentes lo posicionaron como un defensor destacado en un ámbito a menudo criticado por su complejidad y falta de transparencia. Su fallecimiento marca el fin de una era en la abogacía penal, dejando un vacío significativo en un campo donde su voz fue siempre escuchada.
Su legado perdurará en la memoria de quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo, así como en aquellos que aspiraron a seguir sus pasos en la profesión legal. La comunidad jurídica recordará a Juan Velásquez como un abogado que, con firmeza y dedicación, defendió a sus clientes hasta el último momento.