Ecuador rechazó formalmente la solicitud presentada por México para conceder un salvoconducto al exvicepresidente Jorge Glas, quien actualmente cumple dos sentencias por corrupción en una cárcel de máxima seguridad en Guayaquil y enfrenta un proceso adicional por malversación de fondos públicos.
En respuesta, la cancillería ecuatoriana reiteró un comunicado emitido en abril, en el que afirmaba que tal petición no procede legalmente. Ante las consultas de varios periodistas a través de WhatsApp, la cancillería ecuatoriana compartió nuevamente el comunicado de prensa del 5 de abril, señalando: "reiteramos lo mencionado en el comunicado de prensa del 5 de abril".
En dicho documento, Ecuador sostuvo que "no es lícita la concesión de asilo diplomático" para Glas y, por lo tanto, no otorgará el salvoconducto solicitado.
La negativa se da tras el ingreso de Glas a la embajada de México en Quito a finales del año pasado para evitar la justicia, lo cual culminó en un asalto policial a la sede diplomática en abril y su posterior captura.
Este incidente provocó la ruptura de relaciones diplomáticas entre México y Ecuador, así como demandas mutuas ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
México solicitó formalmente a Ecuador que, debido al delicado estado de salud de Glas, le otorgara el salvoconducto para ser transferido a un tercer país. La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México argumentó que Glas ya había recibido asilo político. Sin embargo, el gobierno de Daniel Noboa canceló cualquier posibilidad de que Glas salga de Ecuador, reiterando que la concesión de asilo diplomático no es procedente según la legislación ecuatoriana.
Desde la captura de Glas en abril, la relación entre México y Ecuador ha estado marcada por tensiones y esfuerzos diplomáticos para resolver el conflicto.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador estableció un acuerdo con Suiza para que asuma la representación diplomática y proteja los bienes mexicanos en Ecuador. A finales de julio, la canciller ecuatoriana Gabriela Sommerfeld afirmó que la relación entre ambos países estaba mejorando, aunque no proporcionó detalles específicos.
Jorge Glas, quien fue vicepresidente de Ecuador entre 2013 y 2018, ha intentado acogerse a un arresto domiciliario mediante un pedido de hábeas corpus, que le fue negado el 9 de julio. Desde abril, ha recibido 79 atenciones médicas por parte de psicólogos, cardiólogos, neumólogos y médicos generales debido a su delicado estado de salud. A pesar de estas circunstancias, Ecuador se mantiene firme en su postura de no otorgar el salvoconducto solicitado por México.
López Obrador calificó de "lamentable" que la CIJ no haya resuelto el asunto de fondo y criticó la burocracia de los organismos de la ONU, cuestionando su funcionalidad y el alto costo que representan para los ciudadanos del mundo.
"¿De qué sirve el andamiaje burocrático de aparatos, de oficinas con diplomáticos de todo tipo que cuestan muchísimo dinero, si no hay justicia rápida y expedita?", expresó el mandatario.
México también demandó a Ecuador ante la CIJ y exigió una disculpa pública por el asalto a su embajada como condición para normalizar las relaciones. El abogado de Glas, Eduardo Franco, instó al presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, a otorgar el salvoconducto, calificando la detención de su cliente como un "infame secuestro" y sugiriendo que este gesto ayudaría a recuperar las cordiales relaciones con México.
En mayo, la canciller mexicana Alicia Bárcena indicó que la entrega del salvoconducto podría desescalar el impase diplomático. "Si nos dan el salvoconducto y nos entregan a Jorge Glas, podemos empezar", afirmó en una entrevista. La canciller añadió que México acusa a Ecuador de violar la legislación internacional y solicita su suspensión de la ONU hasta que presente disculpas.
Quito, sin embargo, contrademandó a México ante la CIJ por supuesto "abuso" de las prerrogativas diplomáticas, argumentando que Glas, condenado por malversación de fondos, se refugió en la embajada mexicana en 2023 alegando persecución política.
Esta situación evidencia una crisis diplomática profunda y cuestiona la eficacia de los organismos internacionales en la resolución de conflictos y la protección de derechos humanos. México, firme en su tradición de asilo, busca una resolución justa y humanitaria para Glas mientras exige respeto a su soberanía y principios diplomáticos.
