WASHINGTON. — Una decisión sin precedentes. El presidente Donald Trump anunció este sábado que el ejército de Estados Unidos atacó tres emplazamientos nucleares en Irán, alineándose de forma directa con los bombardeos que Israel inició días atrás.
“Todos los aviones regresaron con éxito. El ataque sobre Fordow fue completo”, señaló Trump en un post que rápidamente se viralizó.
La ofensiva utilizó bombarderos sigilosos y bombas antibúnker diseñadas para penetrar las capas de concreto que protegen las instalaciones subterráneas de enriquecimiento nuclear. La maniobra fue validada por fuentes militares estadounidenses e israelíes que aseguran que esta era la única vía efectiva para debilitar el programa nuclear iraní.
El bombardeo coincide con una intensificación de los ataques israelíes, dirigidos a sistemas de defensa y centros de desarrollo de misiles. La estrategia es clara: desmantelar progresivamente la infraestructura militar iraní.
Pero la respuesta no tardó. Irán lanzó misiles y drones hacia Israel, sin reportes graves. Al mismo tiempo, los hutíes amenazaron con reactivar ataques en el Mar Rojo si Estados Unidos persiste en su apoyo militar.
En Israel, el ejército confirmó que uno de los blancos fue una planta de centrifugadoras en Isfahán. El OIEA informó que hubo daños considerables, pero no se ha detectado contaminación ambiental.
Esta escalada marca un punto de inflexión. Trump, quien llegó a la presidencia prometiendo evitar “guerras inútiles”, se involucra ahora en un conflicto de alto riesgo. La pregunta es inevitable: ¿hasta dónde llegará esta confrontación?
Mientras tanto, el gobierno estadounidense inició vuelos de evacuación desde Israel, el primero desde el ataque de Hamás en octubre de 2023.
En palabras del portavoz militar israelí Effie Defrin:
“Estamos listos para una campaña prolongada. El ejército actúa bajo orden directa del jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir”.
La tensión se palpa. Y el mundo observa.
