Tras 13 años de una brutal guerra civil, el régimen de Bashar al Assad colapsó este 8 de diciembre con la toma de Damasco por parte de la insurgencia Hayat Tahrir al Sham (HTS). Este grupo, liderado por Abu Mohammed al Golani, lanzó una ofensiva que en menos de dos semanas tomó control de ciudades clave como Alepo, Hama y Homs.
Según informes, Al Assad y su familia abandonaron Siria en un avión. Fuentes rusas confirmaron su llegada a Moscú, donde habría recibido asilo. El Ministerio de Defensa sirio negó el repliegue del ejército, pero el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) indicó que las fuerzas gubernamentales abandonaron varias posiciones estratégicas al suroeste de Damasco.
El avance rebelde ha provocado desplazamientos masivos. La ONU reportó más de 370 mil desplazados desde el inicio de la ofensiva el 27 de noviembre. Este escenario es un punto de inflexión en Oriente Medio, marcando el fin de 50 años de gobierno de la familia Al Assad.
Reacciones Internacionales
La comunidad internacional expresó preocupación por el futuro de Siria. Rusia, aliado clave de Al Assad, aseguró que mantiene contactos con los rebeldes para garantizar la seguridad de sus bases militares y diplomáticas en el país.
Irán y milicias proiraníes permanecen en alerta, mientras que Israel reforzó su presencia en los Altos del Golán, territorio ocupado desde 1981. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, calificó el fin del régimen como “un avance para la paz”.
El presidente estadounidense Joe Biden señaló que el colapso del régimen es “un acto de justicia”, pero advirtió sobre riesgos derivados del control de HTS, considerado un grupo terrorista. Estados Unidos mantiene tropas en el noreste de Siria para evitar un resurgimiento del Estado Islámico.
HTS, originalmente vinculado a Al Qaeda, se consolidó como fuerza dominante en el noroeste de Siria tras múltiples reestructuraciones y la eliminación de grupos rivales. Su líder, Abu Mohammed al Golani, ha intentado distanciarse de su pasado extremista, adoptando una imagen moderada y presentándose como defensor del pluralismo en Siria. Sin embargo, permanece designado como terrorista por Estados Unidos y otros países.
El régimen de Al Assad, que surgió en 1971 bajo el liderazgo de su padre, Hafez al Assad, enfrentó un levantamiento popular en 2011 que degeneró en guerra civil. Más de 500 mil personas han muerto y millones han sido desplazadas desde entonces.
En Damasco, manifestantes derribaron una estatua de Hafez al Assad en señal de rechazo a la dinastía. Mientras tanto, la insurgencia anunció la liberación de prisioneros políticos, un gesto simbólico que subraya el fin del antiguo régimen.
El futuro de Siria permanece incierto. HTS ha prometido respetar la diversidad étnica y religiosa, pero su historial genera escepticismo. Potencias internacionales instan a un diálogo inclusivo para estabilizar el país, cuya fragmentación amenaza la seguridad regional.