• 06 de Octubre del 2024
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Todo se incendia y no queda nada, poemas de Omar Cruz

 

 

Omar Cruz (El Progreso, Yoro, Honduras, 1998). Estudiante de la carrera de Periodismo y Antropología en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Algunos de sus textos aparecen en diversas revistas literarias y periódicos de América y España.

A continuación, te presentamos una muestra de su trabajo.

***

RADIOGRAFÍA DE UN INCENDIO EN LA PALMA DE MI MANO

Todo se incinera en las madrugadas:

la yema de mis dedos que no toca el cielo

las uñas de mis pies que son arrancadas.

/ Todo se incendia y no queda nada… \

La cama es un hierro para marcar animales

y las almohadas que me abrazan

un fuego que se alimenta de mi piel

como los puñales de la sangre.

/ Todo se incendia y no queda nada… \

Las llamaradas siempre salen del espejo

y deletrean lo opaco de mi nombre:

el carbón en el que me he convertido

semeja al de la estatua de un dios antiguo

que ve caer de rodillas al hombre.

/ Todo se incendia y no queda nada… \

Juego con estos brazos frágiles y desnudos

para detener el vapor intenso

de las manecillas del reloj:

nada, ni nadie, predice las cenizas

que caen de mi boca y de mis labios

/ Todo se incendia y no queda nada… \

Hay un incendio:

imposible de apagarse,

derretir el calcio de mis huesos,

desprender lo que me queda de piel

e incendiar la palma de mi mano

y sus miles de formas y desiertos.

/ Todo se incendia y no queda nada… \

 

ME NIEGO A SEGUIR SIENDO UNA BALA

Habitar en los tambores,

recorrer la carne de los hombres

y las lágrimas de las mujeres

es un oficio en el que no pienso seguir.

Hay lugares que me entristecen:

el corazón de un árbol,

lo que se quiebra dentro de una botella,

—ahí no pienso volver—

porque la rabia me consume

y mi plomo se apaga lentamente.

Ya no quiero ser una bala:

y petrificar la sonrisa de una madre

mientras espera la llegada de su hijo,

el beso color carmesí de su hija

o incluso el nombre del padre

en una oración que no tuvo cabida.

Todos creen que no tengo pesadillas:

pero, a veces, dirigida por la locura

siento que el desenfreno me llama

y de mis partículas se apodera la ira,

cuando el dedo índice lanza gritos

y me enseña otros caminos,

caminos en donde nadie me espera

y en donde mi opaco nombre

parece quedar atrapado,

en la lectura de alguna carta del evangelio.

Me niego a seguir siendo una bala:

 a creer que el calibre dice la verdad,

a rezar el padre nuestro antes de salir expulsada

y creer que la muerte es mi mejor amiga.

Sentada, frente a la pared:

escupo lo que me queda de esperanza.

Ya no hay vuelta atrás,

perforar desde todos lo puntos cardinales

y llevar el peso de la inquisición,

es algo así como mi condena

y mi apabullante destino.

 

EL OLOR DEL INFIERNO

Cuando estaba pequeño lo olí

mi padre lo usaba para enfrentar

a las bestias y fantasmas

para quebrarle los huesos

a la desesperación

para purificar la mancha de su alma

y enfrentar el horror de sus miedos.

siempre supe que olía como algo terrible

algo viscoso que se diluía en la penumbra

algo que golpeaba con la fuerza de las rocas

algo que ardía entre los labios

y hacía mil pedazos el interior de la boca.

Era un trago de Jack Daniels.

 

LA CENIZA Y LA RAZÓN EXTRAVIADA

Quizá mi verdadero propósito

consistía en heredar otro nombre

construir una barca y navegar

recorrer lugares desconocidos

esperar la llegada de las tinieblas

y leer un poema junto a Caicedo

mientras los ángeles encolerizados

nos escupen salmos sobre nuestra cara

y hacen pedazos nuestras tristezas.

Mi madre me contaba

que yo debí tener el nombre de Caicedo

y hacer de mi cuerpo una celda

un calabozo fatal y sin fortuna

es por eso que a veces cuando es de noche

En mi habitación Caicedo lee mis poemas

y me pregunta si mi madre aún me ama

si puedo pronunciar su nombre

sin temor a las sombras

sin abrir la herida que aún no ha sanado

sin derramar una sola lágrima.

Pero ¿cómo heredar lo que no hemos pedido?

lo que no hemos encontrado

lo que sin razón se nos ha negado

la sangre es un ritual fragmentado

y el linaje imposible que la perpetúa

un poema elegíaco de Caicedo.

Hoy mientras el incienso nocturno

se enciende y el fuego me acompaña

decido fabricar una nueva forma de esperanza

un lugar muy lejano en donde Caicedo:

recoja la ceniza y recupere la razón extraviada.

 

TE ESCUPEN DESDE LA TUMBA

Mi país es un versículo

lleno de ángeles enfermos

que cambiaron sus viejas trompetas:

por un saco de dólares,

algunos gramos de heroína

y unos frascos de fentanilo

[en el fondo las voces te dicen:

Escupes miedo, sangre y dolor

marcado de manera perpetua.]

Mi país es un cadáver

en el que grandes gusanos

dejan sus larvas en la poca piel

esperando que su amargo fruto

sean las oraciones que repetimos

cuando los embates del hambre llegan

y nos dejan en la mesa:

poder, pudrición y papel

[en el fondo las voces te dicen:

las cicatrices son los golpes de los dioses

pequeños hombres, sacrílegos al nacer.]

Se acerca la levedad de la noche

y en medio de este silencio demencial

mi país sigue siendo todo aquello

que soy incapaz de describir

[en el fondo las voces te dicen:

los vientos se han quedado mudos

y las paredes están sordas.]

Mi lengua cae encima de la pluma

mientras los alebrijes escriben en la pared:

patria y muerte son estados permanentes

[en el fondo las voces te dicen:

te escupen desde la tumba criatura

la bandera se ha quedado en tu piel

morir es hoy, aunque logres parar el tren.]

 

EN EL SÉPTIMO DÍA NACIÓ EL CUERNO DE CHIVO

En el séptimo día,

cuando Dios ya había construido todo,

los ángeles se revelaron

y llenaron de caos y destrucción

el reino de los cielos.

Estando Dios enfurecido

por la rebelión de sus creaciones,

expulsó a los ángeles traidores

hacia lo más marchito del edén

y dejó caer junto con ellos

Aun ángel impuro y deforme

con las mil enfermedades de la vida.

 Mi abuelo nos contaba:

que en las escrituras apócrifas

Adán vió llegar al Ángel

y luego lo cuidó,

y sopló por encima de su cuerpo

hasta quedarse sin aliento

y sin una gota de saliva.

En el séptimo día Adán despertó

y tuvo en sus manos un cuerno

que vomitaba fuego

y cortaba algo más que la piel.

Adán, al recordar los designios de Dios,

también recordó la imagen de Samael

y lo bautizó como cuerno de chivo.

 

HE VISTO A LOS PÁJAROS DE ALFRED HITCHCOCK

Los he visto rondar por mi casa

mientras extienden sus alas

y recitan augurios de muerte

mientras hacen vuelos inversos

y escupen blasfemias sobre la tierra.

Los he visto perturbando la noche:

profanando la tumba de antiguos poetas

y rozando con la punta de su pico 

los huesos amorfos de la locura.

Yo los he visto:

llevando al patíbulo

a los pecadores

y arrojando sus dádivas

sobre la terrible trinidad

que mora en el reino del fuego.

Alfred, yo he visto a los pájaros 

y ellos también me han visto:

sentado en mi habitación

con una soga sobre mi cuello

y un revólver en mis manos.

***

En el año 2022, Omar Cruz fue finalista en el Concurso de «Cuentos de Suspenso, Ciencia ficción y Misterio» convocado por la revista literaria mexicana Inéditos. En 2023 ganó la «Convocatoria de Ensayo Breve» por la revista literaria Vuelo de Cuervos en Madrid, España.

Obtuvo el primer lugar en el «Concurso de Cuentos y Ensayo» convocado por el diario español La Crónica del Henares, fue finalista en la «III Edición de los Premios Literarios Yunque de Hefesto» convocados por la revista literaria El Yunque de Hefesto en Madrid, España, y recientemente ganó el tercer lugar en la «Sexta Convocatoria Literaria» por la Revista Exogénesis de Zaragoza, España.

Es autor del poemario: Hologramas de ayer, hoy y para siempre (Atea Editorial, 2019). Ha sido traducido parcialmente al inglés, francés, catalán, italiano y al japonés.

FACEBOOK: Omar Cruz

TWITTER: @OmarZavala1998

INSTAGRAM: @Omarpoe98