Omar Cruz (El Progreso, Yoro, Honduras, 1998). Estudiante de la carrera de Periodismo y Antropología en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Algunos de sus textos aparecen en diversas revistas literarias y periódicos de América y España.
A continuación, te presentamos una muestra de su trabajo.
***
RADIOGRAFÍA DE UN INCENDIO EN LA PALMA DE MI MANO
Todo se incinera en las madrugadas:
la yema de mis dedos que no toca el cielo
las uñas de mis pies que son arrancadas.
/ Todo se incendia y no queda nada… \
La cama es un hierro para marcar animales
y las almohadas que me abrazan
un fuego que se alimenta de mi piel
como los puñales de la sangre.
/ Todo se incendia y no queda nada… \
Las llamaradas siempre salen del espejo
y deletrean lo opaco de mi nombre:
el carbón en el que me he convertido
semeja al de la estatua de un dios antiguo
que ve caer de rodillas al hombre.
/ Todo se incendia y no queda nada… \
Juego con estos brazos frágiles y desnudos
para detener el vapor intenso
de las manecillas del reloj:
nada, ni nadie, predice las cenizas
que caen de mi boca y de mis labios
/ Todo se incendia y no queda nada… \
Hay un incendio:
imposible de apagarse,
derretir el calcio de mis huesos,
desprender lo que me queda de piel
e incendiar la palma de mi mano
y sus miles de formas y desiertos.
/ Todo se incendia y no queda nada… \
ME NIEGO A SEGUIR SIENDO UNA BALA
Habitar en los tambores,
recorrer la carne de los hombres
y las lágrimas de las mujeres
es un oficio en el que no pienso seguir.
Hay lugares que me entristecen:
el corazón de un árbol,
lo que se quiebra dentro de una botella,
—ahí no pienso volver—
porque la rabia me consume
y mi plomo se apaga lentamente.
Ya no quiero ser una bala:
y petrificar la sonrisa de una madre
mientras espera la llegada de su hijo,
el beso color carmesí de su hija
o incluso el nombre del padre
en una oración que no tuvo cabida.
Todos creen que no tengo pesadillas:
pero, a veces, dirigida por la locura
siento que el desenfreno me llama
y de mis partículas se apodera la ira,
cuando el dedo índice lanza gritos
y me enseña otros caminos,
caminos en donde nadie me espera
y en donde mi opaco nombre
parece quedar atrapado,
en la lectura de alguna carta del evangelio.
Me niego a seguir siendo una bala:
a creer que el calibre dice la verdad,
a rezar el padre nuestro antes de salir expulsada
y creer que la muerte es mi mejor amiga.
Sentada, frente a la pared:
escupo lo que me queda de esperanza.
Ya no hay vuelta atrás,
perforar desde todos lo puntos cardinales
y llevar el peso de la inquisición,
es algo así como mi condena
y mi apabullante destino.
EL OLOR DEL INFIERNO
Cuando estaba pequeño lo olí
mi padre lo usaba para enfrentar
a las bestias y fantasmas
para quebrarle los huesos
a la desesperación
para purificar la mancha de su alma
y enfrentar el horror de sus miedos.
siempre supe que olía como algo terrible
algo viscoso que se diluía en la penumbra
algo que golpeaba con la fuerza de las rocas
algo que ardía entre los labios
y hacía mil pedazos el interior de la boca.
Era un trago de Jack Daniels.
LA CENIZA Y LA RAZÓN EXTRAVIADA
Quizá mi verdadero propósito
consistía en heredar otro nombre
construir una barca y navegar
recorrer lugares desconocidos
esperar la llegada de las tinieblas
y leer un poema junto a Caicedo
mientras los ángeles encolerizados
nos escupen salmos sobre nuestra cara
y hacen pedazos nuestras tristezas.
Mi madre me contaba
que yo debí tener el nombre de Caicedo
y hacer de mi cuerpo una celda
un calabozo fatal y sin fortuna
es por eso que a veces cuando es de noche
En mi habitación Caicedo lee mis poemas
y me pregunta si mi madre aún me ama
si puedo pronunciar su nombre
sin temor a las sombras
sin abrir la herida que aún no ha sanado
sin derramar una sola lágrima.
Pero ¿cómo heredar lo que no hemos pedido?
lo que no hemos encontrado
lo que sin razón se nos ha negado
la sangre es un ritual fragmentado
y el linaje imposible que la perpetúa
un poema elegíaco de Caicedo.
Hoy mientras el incienso nocturno
se enciende y el fuego me acompaña
decido fabricar una nueva forma de esperanza
un lugar muy lejano en donde Caicedo:
recoja la ceniza y recupere la razón extraviada.
TE ESCUPEN DESDE LA TUMBA
Mi país es un versículo
lleno de ángeles enfermos
que cambiaron sus viejas trompetas:
por un saco de dólares,
algunos gramos de heroína
y unos frascos de fentanilo
[en el fondo las voces te dicen:
Escupes miedo, sangre y dolor
marcado de manera perpetua.]
Mi país es un cadáver
en el que grandes gusanos
dejan sus larvas en la poca piel
esperando que su amargo fruto
sean las oraciones que repetimos
cuando los embates del hambre llegan
y nos dejan en la mesa:
poder, pudrición y papel
[en el fondo las voces te dicen:
las cicatrices son los golpes de los dioses
pequeños hombres, sacrílegos al nacer.]
Se acerca la levedad de la noche
y en medio de este silencio demencial
mi país sigue siendo todo aquello
que soy incapaz de describir
[en el fondo las voces te dicen:
los vientos se han quedado mudos
y las paredes están sordas.]
Mi lengua cae encima de la pluma
mientras los alebrijes escriben en la pared:
patria y muerte son estados permanentes
[en el fondo las voces te dicen:
te escupen desde la tumba criatura
la bandera se ha quedado en tu piel
morir es hoy, aunque logres parar el tren.]
EN EL SÉPTIMO DÍA NACIÓ EL CUERNO DE CHIVO
En el séptimo día,
cuando Dios ya había construido todo,
los ángeles se revelaron
y llenaron de caos y destrucción
el reino de los cielos.
Estando Dios enfurecido
por la rebelión de sus creaciones,
expulsó a los ángeles traidores
hacia lo más marchito del edén
y dejó caer junto con ellos
Aun ángel impuro y deforme
con las mil enfermedades de la vida.
Mi abuelo nos contaba:
que en las escrituras apócrifas
Adán vió llegar al Ángel
y luego lo cuidó,
y sopló por encima de su cuerpo
hasta quedarse sin aliento
y sin una gota de saliva.
En el séptimo día Adán despertó
y tuvo en sus manos un cuerno
que vomitaba fuego
y cortaba algo más que la piel.
Adán, al recordar los designios de Dios,
también recordó la imagen de Samael
y lo bautizó como cuerno de chivo.
HE VISTO A LOS PÁJAROS DE ALFRED HITCHCOCK
Los he visto rondar por mi casa
mientras extienden sus alas
y recitan augurios de muerte
mientras hacen vuelos inversos
y escupen blasfemias sobre la tierra.
Los he visto perturbando la noche:
profanando la tumba de antiguos poetas
y rozando con la punta de su pico
los huesos amorfos de la locura.
Yo los he visto:
llevando al patíbulo
a los pecadores
y arrojando sus dádivas
sobre la terrible trinidad
que mora en el reino del fuego.
Alfred, yo he visto a los pájaros
y ellos también me han visto:
sentado en mi habitación
con una soga sobre mi cuello
y un revólver en mis manos.
***
En el año 2022, Omar Cruz fue finalista en el Concurso de «Cuentos de Suspenso, Ciencia ficción y Misterio» convocado por la revista literaria mexicana Inéditos. En 2023 ganó la «Convocatoria de Ensayo Breve» por la revista literaria Vuelo de Cuervos en Madrid, España.
Obtuvo el primer lugar en el «Concurso de Cuentos y Ensayo» convocado por el diario español La Crónica del Henares, fue finalista en la «III Edición de los Premios Literarios Yunque de Hefesto» convocados por la revista literaria El Yunque de Hefesto en Madrid, España, y recientemente ganó el tercer lugar en la «Sexta Convocatoria Literaria» por la Revista Exogénesis de Zaragoza, España.
Es autor del poemario: Hologramas de ayer, hoy y para siempre (Atea Editorial, 2019). Ha sido traducido parcialmente al inglés, francés, catalán, italiano y al japonés.
FACEBOOK: Omar Cruz
TWITTER: @OmarZavala1998
INSTAGRAM: @Omarpoe98