Nic Cardeal (Eunice Maria Cardeal), brasileña de Santa Catarina radicada en Curitiba/PR, Brasil, licenciada en Derecho.
Es autora de los libros “Sede de Céu – poemas” (Penalux, 2019) y “Costurando ventanias – uns contos e outras crônicas” (Penalux, 2021).
A continuación, te presentamos una muestra de su trabajo:
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*Traducción: Márcia Batista Ramos
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ANATOMÍA
Los investigadores han descubierto que los huesos de los camaleones brillan en la oscuridad a través de su piel.
Los peces tienen huesos delgados llamados espinas.
Las mariposas están cubiertas por una especie de armadura que sostiene sus alas.
Los huesos de los hombres se rompen fácilmente con el paso de los años.
Los camaleones cambian de color.
Los peces cambian de agua.
Las mariposas cambian de flores.
Los hombres cambian de opinión.
Los camaleones hacen cosas absurdas con los ojos.
Los peces hacen cosas absurdas con sus branquias.
Las mariposas hacen cosas absurdas con sus alas.
Los hombres les hacen cosas absurdas a los hombres.
Los camaleones son solitarios.
Los peces mueren por la boca.
Las mariposas son orugas a camino del cielo.
Los investigadores no saben por qué los hombres
tardan tanto para ver con el corazón.
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C(ASAS)
Tengo c(asas) que habitan en mis ojos,
Verdaderas villas con patios traseros detrás de las retinas,
techos que acogen la lluvia dispersa,
algunos vientos, algunos pájaros reposando sus alas,
chimeneas exhalando humo en busca de nubes espesas.
Ojalá pudiera traer a los niños y niñas perdidos
para habitar mis hogares detrás de las retinas,
que corrieran libres, cantando, felices
– estos niños y estas niñas –
entre el balanceo de las hamacas y la recolección de las moras,
haciendo estrellas brillantes en el cielo de mis ojos después del crepúsculo...
Tengo paraísos secretos más allá de los desiertos de mis pensamientos,
después de la espalda, los omóplatos,
de los contornos de mis caminos internos tan torcidos,
paseos nocturnos que conducen a la ventana del alma,
quién sabe, tal vez allí el mundo siempre sería bonito
y yo podría esconder a toda esta "mi gente" a salvo.
Entonces haríamos fiestas en los pueblos, en las casas, en las hojas, en los vientos,
y 'mis niños y mis niñas' serían niños felices,
sin miedos, sin tiempo, sin susto, sin limbo,
rayuelas dibujadas en los bordes, en las orillas,
en el centro, en el cirro, en el nimbo,
cantos y círculos y poesía y prosa,
risas rosadas, especie de esperanza eterna
en casas etéreas con techos tan tiernos,
dejando muy lejos las tristezas del mundo concreto...
Tengo un jarrón de sueños brotando en el balcón del alma empapada
– después del barro, más allá del loto –
habrá de cabernos un respirar en amor
donde 'mis niños y mis niñas'
Sean semillas, brotes, flores y frutos.
de un dios más decente.
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CÓMO DIBUJAR EL VIENTO
Antes del viento,
debes sentarte en el borde,
tomar gusto por las cosas voladoras,
saber distinguir el sonido de las alas a lo lejos,
cuidar de no poner los pies en las bagatelas del reino,
entonces, mirar al horizonte despacio,
lentamente,
de una manera tan específica
que sea posible trazar las inquietudes del soplo,
– sí, cada viento es la suma incalculable de soplos –
Cada respiración
una ondulación de la vida,
hecho de alientos,
quién sabe, de algún dios
[¡pero no te equivoques, no tú dios, ni mi dios!]
Después del viento,
debes sentarte en el borde,
intenta probar movimientos desde adentro,
saber conocer de las nubes,
y divagar,
despacio,
de una manera serena
como si fuera la rutina de las mariposas
llevando, por caminos saltarines,
el recuerdo de la lentitud de las orugas.
Incluso si el viento no llega pronto,
debes sentarte en el borde,
y escuchar el soplo
– el suave murmullo de un dios
diciendo que vivir
no es más que un mero intervalo
entre algunos de tus mejores infinitos –
Sólo entonces habrás dibujado el viento.
El aliento.
Al borne de tu tiempo.
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INÚTIL
Si me dices que es inútil la poesía,
diré contigo: ¡(me) es inútil la poesía!
De la inutilidad de todos los impulsos
lo más inútil es la poesía,
a veces de gusto indigesto,
a veces de último suspiro,
el movimiento laríngeo
casi siempre asfixia,
es inesperada noche la poesía,
causa insomnios,
deambula por las aceras,
pierde palabras,
obstruye la razón.
– ¡Ay de mí si no fuera por la inútil poesía!
¡En el suelo de la garganta
el aire irrespirable en el hueco de la insignia,
yo quiero la palabra,
aunque sobreviviente en el retraso de la vida,
después de estos tiempos volátiles,
a pesar de la oscuridad del abismo,
hay que sembrar esperanzas
para que la caída sea en alas,
esta inútil poesía!
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LIBRO LIBRE
Arrancar las páginas del libro,
cortar las alas del pájaro,
amputar los sueños del niño,
cegar los ojos del visionario,
cortar las manos al artista,
secar la pluma del escritor.
Crees que es suficiente,
pero el libro volverá a salir
hijo materializado del alma,
parido en callejones oscuros
entre las grietas de las palabras,
hará volar el pájaro en otras alas,
enseñará nuevos pasos a los andarines,
noches estrelladas en ojos abiertos como el día,
las bocas no fueron hechas sólo para engullir en seco,
antes de eso, para el grito de la palabra,
y para el beso del amor compartido.
¡Piensas que nos acallas
no hay manera de detener la vida después de la escritura,
o es tan loca tu poquedad,
que ya ni sabes
que el alma es el mejor lugar
donde la palabra estará,
hasta el momento adecuado
para volver a gritar el verbo en letras,
aunque la piel, ella misma papel rasgado,
dejándolo bien abierto,
en el borbotear de la sangre,
ardiente tinta de la resistencia,
besando bocas,
amando vidas ávidas de esperanza!
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POETA
No me ilusiono
soy apenas un atajo
pequeño trozo del mosaico
Cicatriz profunda de viejas heridas
semilla germinada, crecida, destruida
viento perdido entre montañas dispersas
gota de agua de un grifo que gotea
nube espesa, tormenta tardía
No me engaño
soy pedazos
pluma que un día fue ala
Asana imperfecta de cuerpos agotados
mariposa libre
perro en la cuneta
moneda de cambio
un grito, la revuelta
el murmullo, la propina
un pecado, el perdón
la sonrisa, la saliva
el sudor, la canción
No me sorprende si me equivoco
Si te busco y no me encuentro
si despellejo mis dedos entre las paredes de tu pecho
y no te reconozco cuando escribes correctamente
por mis líneas tan torcidas
y no me decepciono
si no me concedes los sueños favoritos
ni me escuchas cuando oro en llanto
rogando por otra oportunidad para seguir adelante
más adelante
otra vez adelante
después de la piedra del camino
de la otra piedra en el camino
en el otro lado de la calle
en el centro
en el borde
el precipicio, la caída, la rodilla sangrante
la tierra roja vertiendo sudor
vendiendo cansancio
a precio de coste
[te lo digo en secreto: soy poeta - una mota de polvo
soplado del ojo de algún dios transgresor
aplastando palabras
en un loco intento de silenciar el alma inquieta]
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VENTARRONES
Sucedió tan rápido.
Me encontré en oscuridad total
justo alrededor del primer recuerdo,
yo, sentado en la vieja escalera de madera,
mirando afuera
– un verde salpicando hojas, ramas y maleza –
era en la parte trasera de la casa
la puerta de la cocina en dos mitades,
yo, sentado en la vieja escalera,
recién erguida de una caída que me trajo a la vida.
Después, entre los cachivaches de la memoria,
una oscuridad separando el resto de los destellos de recuerdos
– la otra casa, el huerto de fresas, el huerto de piñas,
mi padre desherbando,
y el arroyo cortado por la mitad para el camino de las aguas –.
De repente, otro hogar de la infancia.
en el tenue hilo de luz viniendo de lejos,
en el tiempo llegando al cristal de la ventana
– cajas de mudanza, un pozo cubierto,
la voz de la madre llamando a los hijos a desayunar –
la vida siendo desenvuelta y dispuesta
en cada lugar de aquella casa habitada,
aquella casa para siempre marcada
– como un sello derritiendo la parafina roja,
y sellando el sobre con una cantidad indescriptible de recuerdos que pretendemos jamás olvidar –.
Sucedió tan rápido.
El tiempo pasado, prensado, arrugado,
no siempre pensado,
y nosotros así,
salvando alegrías raras
para futuros imprevistos y desechables,
nosotros salvando nostalgias que hoy caen atrevidamente de los ojos húmedos.
En estas horas extras,
cuando la noche se vuelve dueña de sí misma,
es que nos damos cuenta que la vida casi siempre es húmeda
– de los dolores, de las iras, de las pasiones excesivas, de los deseos insanos,
de amores perfectos o perdidos o deshechos o contenidos,
de pequeñas alegrías, recortadas una a una,
y recogidos en el álbum secreto del corazón–.
Sucedió tan rápido.
Me encuentro a mí mismo y todo aquí resuena.
Casi siempre se me olvida que no hay otra manera
– vivir es tan exiguo como una nube ligera –
es necesario cuidado: los vientos se mueven en cualquier dirección.
[la próxima vez traeré una brújula]
– la vida casi siempre es inundación –
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(Nic Cardeal)
Nic Cardeal (Eunice Maria Cardeal), publicó textos en 46 antologías y colecciones en Brasil, Alemania y Portugal. Forma parte del movimiento “Mulherio das Letras” desde su creación en 2017.
Sus escritos están recopilados en la página de Facebook “Escrevo porque sou rascunho”. Ha publicado textos en diversas revistas electrónicas y blogs.
También publica, como autora y editora adjunta, en la revista electrónica 'Revista Feminina de Arte Contemporânea Ser MulherArte'.