• 26 de Diciembre del 2024
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Covid-19, el desafío generacional ante la catástrofe

Especial LATimes

Las enseñanzas que, a golpe de la necesidad y urgencia, ha dejado la pandemia de COVID-19, sobre cuidados personales, de salud, hábitos de vida y conciencia colectiva, también han traído enormes retos en lo inmediato y en horizonte próximo.

 

Demandan acciones en lo personal, en el entorno familiar, en políticas de Estado y también en el ámbito legislativo.

Generacionalmente, el Coronavirus debe llevarnos a un cambio radical, porque esta crisis de salud y económica nos ha mostrado, de súbito, que la vida no puede continuar igual.

Sin importar si llega la vacuna pronto o en los próximos meses o años, desde ahora sabemos que la cotidianidad de lo que comemos, hacemos, de cómo nos comportamos y de cómo interactuamos con los demás, debe modificarse.

La nueva realidad demanda acciones inmediatas, pero hay una responsabilidad que, de manera especial, recaen para las próximas generaciones.

El COVID-19, cuyo primer caso fue detectado en México el 28 de febrero, nos ha mostrado la catástrofe de salud que tenemos en el país, por una mala alimentación que comenzó a consentirse, si no es que incluso a fomentarse, en los años 60 con la intensa industrialización del país.

Actualmente, de acuerdo con los datos de la Secretaría de Salud del Gobierno de México, dos terceras partes de los mexicanos tienen algún grado de enfermedad crónica, como hipertensión y diabetes.

Es la herencia de 60 años de consumir productos procesados y ultraprocesados.

En una entrevista, el vocero lopezobradorista y encargado de la estrategia de salud en esta pandemia, Hugo López-Gatell Ramírez, aseguró que siete por ciento de las muertes por enfermedades en el país está relacionado directamente con el consumo de refrescos.

(En otra entrega abordaremos los graves yerros del subsecretario de Salud).

Efectivamente, la llamada comida chatarra, que no nutre, pero que está muy arraigada en el consumo consuetudinario de los mexicanos, debe ser más regulada en todo su contexto.

El etiquetado de estos productos, advirtiendo de sus daños, es ya un principio.

Legislativamente se debe tener mucho cuidado, para no caer en los excesos prohibicionistas, que atenten contra las libertades individuales, de comercio y de producción.

Es un tema de enorme responsabilidad para los Poderes Legislativos federal y de las entidades.

Aunado a esto, hay mucho que abonar al fomento y disciplina sobre buenos hábitos de vida, que son al fin de cuentas acciones preventivas de salud, para las nuevas generaciones, desde la formación escolar.

Eso entra en las políticas de Estado que, ahora con una nueva visión, deben generarse.

En el ámbito legislativo, se requiere mayor imaginación y especialización en materia de salud, para generar un andamiaje jurídico preventivo y, paulatinamente, dirigido a fortalecer la protección de los mexicanos en su alimentación, hábitos de consumo, pero sin coartar las libertades.

Pero también hace falta un cambio de comportamiento individual, que será posiblemente el más difícil de conseguir, pero que es indispensable para generar un nuevo contexto social, de mayor solidaridad y conciencia colectiva.

El COVID-19, además de más de 50 mil muertos, nos ha dejado ver lo escasas que son las manifestaciones genuinas y eficientes de solidaridad ante las emergencias.

Estos cinco meses de pandemia hemos escuchado que el mundo ya no es el mismo.

México y los mexicanos, Puebla y los poblanos, no tendríamos por qué suponer que podemos ser la excepción.

 

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Twitter: @RamonFdzS

* Coordinador estatal de Redes Sociales Progresistas en Puebla.