• 26 de Abril del 2024

Delgado y el fin del falso ‘Castillo de la Pureza’ en Morena

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El grave error de Morena en el país ha sido su incapacidad de trascender el movimiento social, para convertirse en un partido que acompañe el mandato de un presidente de la República emanado de sus filas y su fundador, y que ahora le ayude a conservar su mayoría parlamentaria.

 

En Puebla, igual o peor ha ocurrido, pues su ala recalcitrante e irreflexiva, esa que se autodenomina de “los puros”, no solamente no ayuda al gobernador surgido de su militancia, Miguel Barbosa Huerta, sino que además lo obstaculiza, por las pasiones personales de un puñado.

“Morena tuvo que haberse consolidado institucionalmente, para haber sido un partido en el poder a nivel nacional y a nivel estatal y no lo hizo, y no incide en la conformación de los hechos políticos como tales…

“Es lamentable que un gran movimiento que llevó al triunfo a todos nosotros, por sus luchas internas, por prácticas que no deben existir, no haya tenido una consolidación”, respondió Barbosa a un reportero en su conferencia diaria matutina del pasado 11 de agosto.

¿Dónde está el lastre del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que, a su vez, lo convierten en escollo para sus gobiernos?

La respuesta está en sus guerras intestinas, tan parecidas a las que terminaron, entre otras cosas, por convertir al Partido de la Revolución Democrática (PRD), en el casi inservible cacharro que hoy es.

¿Quiénes en el país y en Puebla, principalmente, son ese dique que evita que Morena se convierta en un partido con vida dinámica e institucional?

En mucho de eso tienen responsabilidad los autodenominados “puros”, la trasnochada izquierda universitaria y el grupo que apoya a la presidenta municipal Claudia Rivera Vivanco, en realidad a su mamá, Eloísa Vivanco Esquide, quien es la verdadera luchadora de izquierda original, ahora convertida en caudillo de sus admiradores.

Esos que se erigen como los fundadores de Morena y puros de militancia, y que en realidad lo son, pero que también han sido sectarios hacia los de ingreso más reciente.

Los ven como arribistas. Y tienen razón en algunos casos, pero no en todos.

Sin los neomorenistas, por llamarlos de alguna manera, muchos triunfos más allá de la ola lopezobradorista de 2018 no se hubieran obtenido y muchos gobiernos que en las urnas se ganaron aquel año, tampoco se hubieran conservado.

La que por hoy aparece como inexorable llegada de Mario Delgado Carrillo a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena es por eso una buena noticia. Especialmente lo es para Puebla.

Si el colimense triunfa en la encuesta que, en 40 días, deberá organizar el Instituto Nacional Electoral (INE), en el país y especialmente en Puebla, habrá dado un golpe contundente a ese “Castillo de la Pureza” que se resiste al avance formal de Morena como partido y que, solamente por antigüedad, pero no por trabajo, exige las candidaturas y escamotea las decisiones.

También, si el hoy coordinador de los diputados de Morena en San Lázaro toma las riendas de su partido, los grupos del senador Alejandro Armenta Mier y el gobernador Miguel Barbosa tendrán espacio para la comunión en estrategias y candidaturas, hacia 2021.

Barbosa y Delgado tienen amistad y trabajo desde antaño. Cuando coincidieron entre 2012 y 2018 como senadores, firmaron juntos más de una docena de iniciativas; también el de Colima fue leal y se sumó al poblano cuando intentaron despojarlo de la entonces coordinación de la bancada del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Cuando debieron dejar el perredismo para sumarse al lopezobradorismo, lo hicieron juntos y sin dubitaciones.

Pero tal vez la mejor de todas las noticias para Puebla es que, si se concreta la que se ve como inexorable llegada de Delgado a la dirigencia morenista, se pulveriza la pálida posibilidad de que Claudia Rivera Vivanco sea considerada como candidata a la elección consecutiva (reelección) a la alcaldía capitalina.

Sólo por eso, es la noticia es tan buena.