• 12 de Diciembre del 2024

Las Vivanco y su fingida aristocracia moral

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La presidenta municipal de Puebla capital, Claudia Rivera Vivanco, tan acostumbrada a levantar la pancarta feminista a la menor provocación -le corresponda o no el tema-, ha mantenido un secuaz silencio respecto del caso del presunto violador y candidato de su partido, Morena, a la gubernatura de Guerrero, Félix Salgado Macedonio.

 

Mientras feministas con verdadera autoridad moral, fustes de la lucha de las mujeres en el país, han condenado que el partido y el Presidente de la República cobijen al “Toro Sin Cerca”, Claudia, quien hasta por declaraciones aisladas y simplonas ha llevado denuncias de “violencia de género” ante las últimas instancias, en cambio, se quedó con la pólvora mojada y pancarta guardada en el cajón.

Seguramente dirá que no tiene vela en ese entierro, pero antes ya se ha metido en asuntos que están no solamente fuera, sino muy lejos, de su competencia de opinión o participación.

En cambio, se erige todo el tiempo como una defensora de las mujeres, pero hasta la medianoche del jueves, nada había dicho sobre las dos presuntas víctimas, de cinco casos presumibles, que han denunciado la violación sexual de Salgado Macedonio.

Claudia Rivera se presenta como una de las “importantes líderes feministas” de su partido, como parte de esa aristocracia moral, de la que ella misma se ve como baluarte.

Pero sobre este tema, en el que hombres y mujeres valiosos del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y otros partidos, así como artistas, han pedido al partido y a Andrés Manuel López Obrador, que se rompa ese pacto de impunidad, la feminista de salón que resulta Rivera Vivanco nada ha dicho.

El tema termina también por involucrar a más integrantes de su familia, tan adepta a la pancarta y a la marcha.

Otra Vivanco ha defraudado, hasta ahora, sus propios discursos de puño levantado y proclama ágil, siempre a flor de labios.

Ema Eloísa Vivanco Esquide, mamá de Claudia y presidenta de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ) de Morena, mal ha comenzado en este caso incumpliendo con su responsabilidad, la que recién asumió a finales de diciembre de 2020.

De acuerdo con la denuncia de la activista Ixchel Cisneros Soltero, “la Comisión de Honor (sic) y Justicia de Morena solicitó que la víctima de violación de #SalgadoMacedonio se careara con los abogados de su agresor pero niegan a sus abogadas participar en audiencia y dar testimonio”.

 

 

Como suele decirse en este caso, el órgano que preside mamá Vivanco revictimizó a la víctima, al negarle equidad en las comparecencias que recién esta semana se realizaron y con las que obtendrá (eso se supone) elementos para emitir su resolución, la que podría costarle la candidatura a también conocido, en otros tiempos, como “Diputado Costales”.

No hay en Eloísa Vivanco congruencia ni es consecuente con su “lucha feminista”, que se antoja más como una pose, una falacia y una simulación, como deberá pensarse de su hija Claudia.

Una mujer que de sobra se ha mantenido consecuente, por décadas, con los principios de izquierda, por encima y más allá de solamente la pancarta, es Martha Lucía Mícher Camarena.

La senadora, conocida cariñosamente como “Malú Mícher”, también presidenta de la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara Alta, envió una misiva a los principales órganos de Morena en la que pide que sean escuchadas, efectivamente, las presuntas víctimas del guerrerense.

Malú, que es también una ferviente lopezobradorista, escribe que, “como he sostenido en éste y en muchos casos y sin ánimo de prejuzgar o de omitir el principio de presunción de inocencia, la violencia contra las mujeres es una violación a los derechos humanos reconocida internacionalmente, y como tal tiene que prevenirse, atenderse y sancionarse”.

“Partiendo de esta premisa -agrega-, el testimonio de mujeres víctimas de violencia sexual resultan ser la base para la intervención de las instituciones. No se puede descalificar a priori su veracidad, pues su palabra es el principio de la actuación justa”.

 

 

Malú, que no es una feminista de salón y que desde hace muchas décadas trascendió la pancarta con hechos, pide que se respete a las víctimas, lo que la CNHJ, que preside mamá Vivanco, ha negado.

Verdad que hay diferencias en ser y querer parecer.