• 12 de Diciembre del 2024
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Revelación navideña

 

 

Márcia Batista Ramos

Los sueños nunca duermen, por eso, a veces, uno se queda despierto esperando que ocurra algo allí en la oscuridad, allí donde no hay nada, ni luz, ni ruido. Entonces uno recuerda al hombre de jengibre que saltó de la bandeja cuando la abuela pretendía hornearlo. Una lagrimita fría y solitaria escurre desde el ojo derecho y uno percibe que el hombre de jengibre se mete en la caja de adornos e inmediatamente, un muñeco de nieve salta de la caja, precedido por un reno de nariz roja y canta Rodolfo se llana el reno. Nadie quería saber el nombre del reno, realmente no importaba, pero el muñeco de nieve canta de manera estridente y de su corazón sale un acompañamiento bullicioso que recuerda una navidad en los años setenta, cuando la madre hizo conos de cartulina y en ellos pegó macarrones grandes de todos los tipos y los pintó con spray dorado, transformándolos en elegantes objetos de decoración para el comedor. Todos los invitados elogiaban los conos y uno se quedaba allí parado, sin entender por qué no elogiaban al árbol navideño que era tan grande, tan bello, con bolas de cristal multicolores y diminutos juguetes, con una vela de cristal tan fina, tan delicada, color azul con estampa amarilla… 

Así, sólo en la oscuridad uno piensa en el cuerpo que se mueve, se expresa y engorda como un Papá Noel, como un ser que tiene vida propia, muy a parte de lo que uno piensa, siente o sueña. Entonces, uno recuerda que los poetas son seres solitarios como los Papás Noel, que sólo tienen compañía cuando los Elfos los visitan para ayudarlos a trabajar.

Pensar en Papá Noel atrae el frío, porque uno piensa en el Polo Norte que está en medio del Océano Ártico. Y la soledad aumenta cuando hace frío en la oscuridad.

El frío en la oscuridad causa cierta inseguridad y un poco de miedo, ya que es una realidad extraña, más intensa. Uno no ve sus propias manos en la oscuridad. Las realidades extrañas son como el futuro que siempre es tan desconocido y cuando llega no percibimos porque llega envuelto en el presente y cuando queremos observarlo ya se fue y se llama pasado.

Uno pone un poco de atención y escucha los ruidos del silencio y no logra escuchar el propio corazón, parece que el cuerpo está hueco como los conos de cartulina. En medio del silencio de la oscuridad uno espera poder soñar, porque sabe que los sueños no duermen, pero uno recuerda los regalos de navidad que llegaban desde el Polo Norte. También recuerda la rosca navideña, la Misa de Gallo y la cena de media noche.

De repente la mente se ilumina como las lucecitas navideñas y uno descubre que los únicos animales que no son alados y vuelan, son los renos.

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Biografía:

Márcia Batista Ramos, brasileña. Licenciada en Filosofía-UFSM. Gestora cultural, escritora, poeta y crítica literaria. Editora en Conexión Norte Sur Magazzín, España; columnista en Inmediaciones, Bolivia, periodismo binacional Exilio, México, archivo.e-consulta.com, México, revista Madeinleon Magazine, España y revista Barbante, Brasil. Publicó diversos libros y antologías, asimismo, figura en varias antologías con ensayo, poesía y cuento. Es colaboradora en revistas internacionales en 22 países. Editor adjunto de la Edición Internacional de Literatura China (a cargo de la Federación de Círculos Literarios y Artísticos de Hubei, China).