• 26 de Abril del 2024

Concha Pelayo, bajo el embrujo de los versos de Federico García Lorca

Concha Pelayo / Especial

 

En cada época y lugar, brotan del alma del Universo, los poetas que cantan las bellezas y los dolores del mundo

 

Cuando leí “Once poemas a Lorca”, de Concha Pelayo, tuve que hacer una lectura comparada con Federico García Lorca, inicialmente me llené de emoción, tal la belleza de las palabras y versos de ambos. Después, en un segundo momento, empecé a hacer conjeturas.

En cada época y lugar, brotan del alma del Universo, los poetas que cantan las bellezas y los dolores del mundo. Los que nacen primero, influencian a los que vienen después. Porque siempre los primeros dejan un destello, casi luminoso, que impregna la voz o el alma de los que vienen más tarde a encantar al mundo, a través de sus propias letras.

Además, a veces, encontrarse con sus palabras, es como un rencuentro espiritual, es sentir la presencia, por medio de las páginas, ya amarillas, que logran despertar sensaciones, tan fuertes, que el poeta (en calidad de lector), siente que el poema fue escrito para sí, aun cuando su escritura es de un tiempo en que todavía no había nacido.

Pienso y, es mera especulación de mi parte, que, Concha Pelayo empezó a leer a Federico García Lorca y primero se ruborizó porque sintió la familiaridad de su voz.  Sintió que Lorca le hablaba a ella, a nadie más.

Volvió a leer y dijo a sí misma: —“Eso no se queda así, tengo que decirle lo que pienso, tengo que responderle, pues, tiene que escuchar mi versión de los hechos, ¡Federico, tienes que escuchar mi voz!”.

Son los misterios de las palabras bajo el sol, son las caricias de seres que ya no están a seres de este mundo.

Así, los versos de Lorca, tuvieron un efecto mágico en Concha Pelayo. Y cuando Lorca cantó:

“Romance sonámbulo

\Verde que te quiero verde.\Verde viento. Verdes ramas. \El barco sobre la mar \y el caballo en la montaña. \Con la sombra en la cintura \ella sueña en su baranda, \verde carne, pelo verde, \con ojos de fría plata. \Verde que te quiero verde. \Bajo la luna gitana, \las cosas le están mirando \y ella no puede mirarlas. (…)”.

Es muy evidente que García Lorca, a través de su poesía, estimula al lector a tener sensaciones emocionales e insinuaciones imaginativas intensas, al lograr asociar en sus versos lo popular y lo culto, lo lírico, lo dramático y lo narrativo-épico, lo tradicional y la innovación en un lenguaje altamente personal, muy musical, refinado y complejo, sofisticado y denso, partiendo de la tradición hispánica y manejando con propiedad los mecanismos del discurso poético.

Es clara la relación de influencia que ejerció Lorca en las letras de Concha Pelayo. Sin embargo, ella supo escribir, su conmovedora poesía, con la misma grandeza que lo hizo Lorca.

Además, Concha Pelayo, no hizo un simple contrapunteo, porque no se trataba de una mera intertextualidad, como diría Mijaíl Bajtín, ella hizo un diálogo de vuelta y a gran altura.

Dejó que escaparan de su pluma imágenes mágicas y luminosas, escribiendo versos de exquisita sensibilidad, donde hace gala de su capacidad para captar los detalles y acariciar la esencia de los versos de Lorca. Logrando mantener algunos aspectos morfosintácticos, rítmicos y musicales de los versos de Lorca en la construcción directa en el universo conceptual de sus poemas.

Son los misterios, de las palabras bajo el sol, son las caricias de seres de este mundo a seres que ya no están.

Así, Concha Pelayo, bajo el embrujo de los versos de Federico García Lorca, escribió:

“Mi poema a “Romance sonámbulo” 

Sobre este lecho de agua, \adormecida está la gitana.\Verde la margen del río, \verde el bosque que la ampara.\Los juncos mueren de pesar, \las aves, tristes, no cantan. \Los pececitos flotan\ sin saber lo que pasa, \y una cigüeña en la torre\ mira impasible y silenciosa.\ El pueblo entero la llora, \los gitanos en la plaza, \los niños se callan y miran, \los guardias se alborotan, \ y un gitano que muere \mira para la luna de plata, \los ojos semicerrados, \ las lágrimas se le escapan”.

Obviamente que yo podría preguntarle a Concha Pelayo, qué le motivó a dialogar con Lorca, pero prefiero imaginar a la poeta, bajo el embrujo de las palabras de Federico García Lorca, escribiéndole: “Once poemas a Lorca”, para, con su fuerza, romper el encanto y recordarle, donde quiera que se encuentre, que ella invariablemente dará su versión de los hechos, porque toda historia tiene siempre dos lados.

Puedo creer, que Federico García Lorca si la vida, el destino o el universo, hubieran permitido, que se encuentre con la poeta peregrina Concha Pelayo, hubiera caído bajo el embrujo de sus palabras (y ni hablo de su belleza).

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Márcia Batista Ramos, brasileña, licenciada en Filosofía. Radica en Bolivia. Gestora cultural, escritora y crítica literaria. Publicó Mi Ángel y Yo; La Muñeca Dolly; Consideraciones sobre la vida y los cuernos; Patty Barrón De Flores: La Mujer Chuquisaqueña Progresista Del Siglo XX; Tengo Prisa Por Vivir; Escala de Grises – Primer Movimiento; Antología Escritoras Cruceñas, Caballero Reck & Batista (2020); Antología Escritoras Contemporáneas Bolivianas, Caballero, Decker & Batista. Bolivia (2020). Participó con ensayos en diversas antologías además tiene publicados: Cuento: Un Viaje en carnaval, en la antología “BOLIVIA La versión de escritores extranjeros” Homero Carvalho Oliva (2020); Cuento: Un Hombre Común, en “Honduras como Epicentro - Antología Mundial de Escritores en Cuarentena”, Chaco de La Pitoreta (2020); Antología “Compendio Literario pro Casa Melchor Pinto”, Colectivo Poético; Bolivia (2020); “BREVIRUS Antología de minificciones”, Lilian Elphick Latorre. Revista Brevilla, Santiago de Chile (2020).