• 03 de Mayo del 2024

Boleros

Pensé que es muy extraño vivir tan cerca de los vecinos y ni siquiera saber sus nombres o compartir con ellos en días especiales

 

Márcia Batista Ramos

De repente la melodía lánguida de un bolero entró a la casa y me encontró distraída. No sabía que el bolero había surgido en la isla de Cuba durante el siglo XIX. Pensaba que era un ritmo del tiempo de mis padres. Existen muchas cosas cotidianas que no sé el origen o el significado. Quería escuchar silencio y el bolero entró sin permiso, pasando por la puerta cerrada, por las ventanas cerradas y por las paredes. Mi amado silencio cotidiano perdió el sentido porque de repente, había un bolero en mi mente al mismo compás del bolero que invadía mi casa: “(…) y una amarga impaciencia me ocasiona vivir…”

Pensé que es muy extraño vivir tan cerca de los vecinos y ni siquiera saber sus nombres o compartir con ellos en días especiales, además, son tantos vecinos en tan poco espacio, la densidad demográfica es cada vez mayor en las ciudades y la gente está tan cerca porque vive en edificios, y al mismo tiempo la gente está tan aislada por la forma en que vive. Una mezcla de ideas burbujeaba en mi cabeza sin coagularse, mientras escuchaba: “(…) la vida inclemente te separa de mí…”

El silencio se hizo presente, sin anunciarse, dejando espacio para meditar sobre la aldea de locos en que vivimos, la modernidad, los veloces urbanismos que cambian los paisajes alejando el polvo, la neblina y la siesta tranquila; todo fue tocado por el tiempo y la modernidad, nos hicimos parte de los cambios, nos adaptamos a ellos y nunca cuestionamos nada; apenas estamos en un mundo cambiante sin interrogarnos si es eso lo que queremos; otra vez me di cuenta que la música estaba presente: “(…)Detén el tiempo en tus manos…” Pareció irónico, porque el tiempo en su vorágine desaparece a todos, dejando historias inconclusas y vidas mal contadas: “(…) para que nunca amanezca.” Alejandra Pizarnik tenía razón: “Inquietud al ver avanzar las agujas del reloj. \Parecen decir: ¡Ya no hay tiempo para nada!”

Recordé que los boleros estuvieron presentes toda la vida y en la tierna niñez me hacían pensar en la finitud de la vida: “Con los años que me quedan…” Lógicamente, el bolero se convirtió en un género importante en la historia musical iberoamericana y seguirá con algunas variaciones marcando el compás de la vida por estos lares.

Uno tras otro, los boleros tocados en la casa de algún vecino, entraron a mi casa y se cobijaron en mi mente trayendo imagines: “Esta tarde vi llover…” Parecía una especie de complot de la vida que me ponía en una situación de recordar lo que mis padres escuchaban o cantaban en los años dorados de mi niñez, precisamente ahora que, tristemente, ya no los tengo. Al mismo tiempo que removían montones de escombros de sentimientos que estuvieron arrinconados sin molestar a nadie; opíparamente, hacían su aparición en mi paisaje mental: el pato bordado por doña Amalia en el vestido blanco y azul marino, el mago que sacaba un conejo de una caja, los ultras dulcísimos jugos de caña, el globo de la muerte en los odiosos circos donde nunca fui feliz, un amor platónico, un libro que hacia soñar con amar a un terrorista o guerrillero en la adolescencia y la vida con sabor a café, un toque de champan y regada por el vino tinto como la sangre.

Me invadió un pensamiento nostálgico, por los boleros que venían a mi casa desde el vecindario y me revelaban secretos que no quería escuchar, hasta que una frase de uno de los famosos boleros devolvió mi alma al cuerpo: “Estás perdiendo el tiempo pensando, pensando”.

 

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Biografía:

 

Márcia Batista Ramos, brasileña. Licenciada en Filosofía-UFSM. Gestora cultural, escritora, poeta y crítica literaria. Editora en Conexión Norte Sur Magazzín, España; columnista en Inmediaciones, Bolivia, periodismo binacional Exilio, México, archivo.e-consulta.com, México, revista Madeinleon Magazine, España y revista Barbante, Brasil. Publicó diversos libros y antologías, asimismo, figura en varias antologías con ensayo, poesía y cuento. Es colaboradora en revistas internacionales en 22 países. Editor adjunto de la Edición Internacional de Literatura China (a cargo de la Federación de Círculos Literarios y Artísticos de Hubei, China).