• 03 de Mayo del 2024

El cíclope

Normalmente los cíclopes viven en países lejanos. Además, no viajan mucho, tal vez, por eso, no es corriente encontrarlos en las calles

 

Márcia Batista Ramos

Él estaba allí parado mirando la pantalla que hacía parte de un edificio, y que, cambiaba de propaganda en segundos. Los transeúntes, como hormigas, cargaban su soledad y problemas sin percatarse de las propagandas, ni del cíclope que las miraba interesado.

Normalmente los cíclopes viven en países lejanos. Además, no viajan mucho, tal vez, por eso, no es corriente encontrarlos en las calles, en los cafés, plazas, museos u oficinas públicas realizando algún trámite.

Lo miré y vi que era un poco más alto que Julio Cortázar, vestía una gabardina beige sobre el traje oscuro y camisa blanca. Paré a su lado, como quien va a cruzar la calle, miré hacia su rostro e inmediatamente, percibí que era un cíclope.

No me asusté, pero me llené de curiosidad, ya que a menudo encontramos referencias sobre ellos en la mitología griega, donde los describen como los miembros de una raza de gigantes con un solo ojo en mitad de la frente; dotados de muchas habilidades, destacándose como constructores, herreros y artesanos. Dicen que manufacturaban armas con gran calidad, porque sabían técnicas secretas de forja.

Era impresionante, pensar que el destino me colocara a su lado en aquella calle ajetreada por cientos de peatones, precisamente a mí, entonces, podía sentirme afortunada de antemano. El cíclope, también me miró y sonrió muy simpático, le devolví la sonrisa y él no dudó en entablar una conversación, después de saludarme amablemente y presentarse, con el nombre de Elatreo de Tirinto.

El nombre y apellido me eran familiares, seguramente de alguna lectura, pero definitivamente, correspondía a un nombre de un cíclope. Pensé eso, porque para mí, sería difícil conocer un cíclope que se llamara Rafael, Alejandro o Carlos; porque los cíclopes deben tener nombres de cíclopes (en mi imaginario, obviamente) no de Jaimito.

Elatreo me invitó un café, entonces cruzamos la calle y en la acera del frente, en la parte terrea del edificio con pantalla gigante, había un café, al cual entramos y nos sentamos. No puedo decir, si las personas que estaban en la calle se percataron de su presencia, tampoco si alguien se sorprendió de verlo o de vernos juntos mientras cruzábamos la calle.

Pedimos dos tazas de café y le pregunté si el poeta griego Hesíodo hizo una descripción fiel de sus paisanos, sobre todo cuanto a ser testarudos, y de bruscas emociones. Elatreo se sonrosó, sonrió, tomo un sorbo de su café y dijo:

- “Existimos de todos los tipos, unos más torpes, otros más amables, algunos violentos, otros pacíficos, porque hay de todo en todos los lugares. Por nuestro tamaño y compleción física es obvio que todos somos fuertes, lo demás es pura mitología… ¿O crees qué los ruidos que surgían del corazón de los volcanes pueden ser atribuidos a nuestras operaciones?” -Dicho eso, tomo otro sorbo de café, delicadamente, la taza grande parecía diminuta entre sus dedos, después prosiguió:

- “Somos oriundos de una tribu fenicia, pero no surgimos de las gotas de sangre que cayeron sobre Gea (la tierra) cuando Urano fue castrado. En realidad, no sabemos si Urano existió y fue castrado; – dijo sonriendo y prosiguió – soy escritor, profesor y traductor. ¿y tú, cómo te llamas?”.

 

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Biografía:

 

Márcia Batista Ramos, brasileña. Licenciada en Filosofía-UFSM. Gestora cultural, escritora, poeta y crítica literaria. Editora en Conexión Norte Sur Magazzín, España; columnista en Inmediaciones, Bolivia, periodismo binacional Exilio, México, archivo.e-consulta.com, México, revista Madeinleon Magazine, España y revista Barbante, Brasil. Publicó diversos libros y antologías, asimismo, figura en varias antologías con ensayo, poesía y cuento. Es colaboradora en revistas internacionales en 22 países. Editor adjunto de la Edición Internacional de Literatura China (a cargo de la Federación de Círculos Literarios y Artísticos de Hubei, China).