• 20 de Abril del 2024

Una buena relación entre Biden y el Papa

El Papa Francisco / Facebook/Con El Papa

 

Nuevamente, en EEUU se está hablando de regularizar la situación de los migrantes sin papeles

  

Alberto Ibarrola Oyón

La estupenda relación que se produce entre el presidente de los EEUU, Joe Biden, y el papa Francisco, augura una época de prosperidad para el mundo, cuánto más que supone una superación de las nefastas políticas de Trump. Que el mandato del anterior presidente terminase con la vergonzosa toma del Congreso muestra hasta qué punto resultó equivocada su elección para uno de los cargos más importantes en el plano internacional.

Desde España, vemos con estupor cómo aquel dejó como legado un peligroso rearme de Marruecos que podría complicar mucho las relaciones bilaterales, máxime que existen entre marroquíes y españoles importantes asuntos pendientes: el Sáhara Occidental, Ceuta y Melilla, las Islas Canarias y otros territorios que podrían ser objeto de las demandas marroquíes, algo que ya obligó al Ejército español a intervenir no hace demasiado tiempo para recuperar el islote del Perejil.

Además, todos sabemos que en el imaginario colectivo árabe y magrebí la península ibérica forma parte de Al-Andalus, es decir, un territorio islámico por derecho. Y no faltan personalidades políticas que promocionan esa ocupación cuando pretenden echar por tierra el legado del cristianismo en España, como si lo que ocurre en Afganistán y en otros países islámicos fuese más avanzado que la base europea de convivencia familiar, algo que suena a despropósito.

Biden se está mostrando en el plano internacional como un mandatario mucho más conciliador con sus aliados naturales, que no son otros que México, Canadá, Reino Unido y UE. Nuevamente, en EEUU se está hablando de regularizar la situación de los migrantes sin papeles, algo justo y necesario cuando estos han conseguido ya un arraigo cierto y demostrable.

Pretender que USA siga las directrices del movimiento WASP (blanco, anglo-sajón y protestante) es tan descabellado en un país cuyos inicios se remontan al colonialismo de unas tierras habitadas por unos nativos prácticamente exterminados, que desmonta por sí solo la leyenda negra de España en Latinoamérica, sobre todo cuando ya hemos asistido a gobiernos indigenistas como el del socialista Evo Morales en Bolivia.

Sería deseable que a pesar de su avanzada edad pudiese, por lo menos, terminar su primer mandato. Ha sido un acierto de los obispos que finalmente no lo hayan excomulgado. Algún día se entenderá que Biden no intenta promocionar el aborto, sino respetar la enorme pluralidad de la sociedad occidental.

El segundo presidente estadounidense católico realmente está consiguiendo que Norteamérica se normalice después del agitado periodo de Trump, quien no tendría que haber sido nunca presidente de un Estado tan poderoso. La tesis estadounidense de que los pueblos se pueden equivocar en democracia, que aplicaron en Chile durante el mandato de Salvador Allende para apoyar un golpe de Estado militar, les ha jugado esta vez una mala pasada y ha demostrado su plausibilidad en su propio terreno, algo que no deja de resultar irónico.

Por su parte, el papa Francisco sigue recibiendo insultos y acusaciones de comunista y hereje desde la derecha ultraliberal, dolida por tener que pagar impuestos. Cuando pidió perdón por la conquista de América, realmente estaba ejerciendo su función de Sumo Pontífice, ya que el perdón y la humildad son en el cristianismo claves de comprensión teológica y de la figura de Jesucristo.

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, cometió el primer gran error político de su carrera y es posible que, aunque en el PP siguieron su discurso por camaradería, hayan sentido un hondo malestar por este nuevo enfrentamiento con la Jerarquía Eclesiástica. Si la derecha abandona la moral católica, sucede lo que hasta hace pocos años predominaba: que la corrupción, motivada por la avaricia, se vuelve el centro de la actividad económica.

No olvidemos que la Iglesia no ha modificado su discurso económico con el actual papa, sino que su doctrina social viene de muy atrás y siempre ha preconizado la justicia social como modelo de la sociedad. Ese rechazo del ultraliberalismo a las propuestas del Vaticano ha existido siempre.

Desde los púlpitos se arengaba a los ricos hace siglos para que se hiciesen cargo de los pobres de sus localidades y, generalmente, hacían oídos sordos. Ahora bien, los epítetos usados en esta ocasión merecen nuestro desprecio. Ya dijo Jesucristo que quien llamaría tonto o malo a un hermano iría a la gehena.

 

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Alberto Ibarrola Oyón.

 

Nacido en Bilbao (Vizcaya). Licenciado en Filología española. Escritor y articulista. Escribe bajo el lema: la ética de la estética y la estética de la ética.