• 21 de Noviembre del 2024
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Inolvidable: Esteban Loaiza y la maldición del 2003

 La última vez que un lanzador mexicano quemó los diamantes en ligas mayores fue con Medias Blancas de Chicago

 

Mucha polémica ha generado el no llamado para Julio Urías al Juego de Estrellas de las Grandes Ligas, y aunque el zurdo de Sinaloa es líder de juegos ganados, con 11, sus números en efectividad no son tan sorprendentes como el de otros pitchers.
Esto nos lleva a recordar la última vez que un lanzador mexicano quemó los diamantes en Major League Baseball, y para eso debemos retroceder hasta 2003, cuando Esteban Loaiza sorprendió a todos con una temporada de ensueño con los Medias Blancas de Chicago.
Una situación que Loaiza tuvo similar con Urías es la cantidad de victorias, pues ambos llegaron a la pausa de media temporada con 11 triunfos; sin embargo, Loaiza tenía 2.21 de efectividad en carreras limpias permitidas.
El originario de Tijuana estaba enfrascado en una cerrada lucha con Roy Halladay, entonces pitcher abridor de los Azulejos de Toronto, y que para el 15 de julio, cuando fue el Juego de Estrellas de 2003, tenía más ganados que Loaiza, con 13, pero una efectividad mayor, de 3.41.
Fue precisamente el dominio en el rubro de las carreras permitidas las que llevó a que Esteban Loaiza fuera seleccionado para ser el abridor titular de la Liga Americana, por encima de Halladay.
Sin embargo, al final de aquella temporada de 2003, el estadounidense se sobrepuso al mexicano, pues fue Halladay quien se llevó el premio Cy Young al mejor pitcher, al finalizar con 22 ganados, 7 perdidos y efectividad de 3.25, mientas que Loaiza registró 21 ganados, 9 derrotas y efectividad de 2.90.

La pesadilla de las drogas

Después de esa gran temporada de 2003, la carrera de Esteban Loaiza se fue a pique, pasó por cinco equipos y terminó de forma abrupta su trayectoria en MLB con la franela de los Medias Blancas en 2008. Después, tuvo apariciones con Mazatlán y Mexicali en la Liga Mexicana del Pacífico.
El ocaso de su trayectoria llegó en la Liga Mexicana de Beisbol, en el verano de 2013, primero con los Diablos Rojos del México y finalmente con los Delfines de Ciudad del Carmen, pero su brazo, a los 41 años, ya no tenía nada que ofrecer para el alto rendimiento, además que llegó después de momentos personales muy complicados, pues meses antes había fallecido su esposa, la cantante Jenny Rivera, en un accidente aéreo.
Ese tema personal también persiguió a Loaiza por mucho tiempo, pues se le involucró en el mundo de la farándula en un supuesto romance con la hija de Jenny, por lo que se separaron, aunque la “Diva de la Banda” murió siendo aún la esposa del beisbolista.
Tras su retiro absoluto con Ciudad del Carmen, Loaiza desapareció de la mirada pública, hasta que el 12 de febrero de 2018 se dio a conocer que fue detenido en San Diego, California, en posesión de más de 20 kilos de drogas.
El delito le salió barato a Loaiza, pues fue sentenciado a tres años de prisión y cinco de libertad condicional, y se tiene estipulado que el próximo 21 de agosto de este año (2021) sea liberado y posiblemente deportado a México, en tanto, sigue en una cárcel de Seattle, Washington.
Ese gran año de 2003 le dejó a Loaiza un sueldo de 500 mil dólares, no obstante, en su carrera total en Grandes Ligas forjó una fortuna de 43.7 millones de dólares, por lo que al momento de su detención se debatió en redes durante varios días sobre cómo el pelotero pudo dilapidar esa cantidad millonaria para tener que recurrir al tráfico de sustancias ilícitas.

Parejos hasta en la desgracia

Contrario a Loaiza, Roy Halladay siguió cuesta arriba después del 2003, pues ganó otro premio Cy Young, lanzó un juego perfecto en 2010, se retiró en 2013 y fue elegido al Salón de la Fama.
Sin embargo, en una situación sí emuló al mexicano: drogas y tragedia. En noviembre de 2017 Halladay murió al estrellarse en una avioneta que él mismo pilotaba.
Tres años después se dio a conocer que el exitoso pitcher murió en ese accidente porque había consumido anfetaminas, antidepresivos y morfina. De acuerdo con ESPN, Roy se había hecho adicto a los analgésicos porque los consumió frecuentemente para poder jugar beisbol pese a las lesiones, además de que sufría de depresión.
Así el trágico final de dos estrellas que hace 18 años emocionaron a millones de fanáticos al beisbol.