¿Hasta ahora su mayor error? -preguntó el periodista Fernando del Collado, al gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro- invitado al programa Tragaluz. Luego de seis segundos y un largo suspiro, Alfaro respondió: “haber asistido al partido de los Lakers, generó un ruido innecesario”.
Pero ante la pregunta de ¿su acierto?, Alfaro no dudó en responder en dos segundos: “mantenerme firme y claro en mis convicciones”. La manera de responder, errático ante el cuestionamiento, enfático, cuando se trata de revelar-de propia boca- sus cualidades, dibuja de cuerpo entero a Enrique Alfaro Ramírez, figura ajena a la autocrítica, que ha hecho del enfrentamiento y la demagogia, su herramienta política más evidente.
Afecto a la verborrea, el jalisciense concibió la pandemia como una eficaz arma propagandística, para impulsar su imagen, a partir de discursos y declaraciones donde un día sí, y otro también, cuestiona el actuar del Gobierno Federal. Lo anterior no tendría trascendencia alguna, si Alfaro no hubiera utilizado la crisis del COVID-19, para ordenar el cierre de Jalisco a nombre de la salud, amenazando con cárcel a los ciudadanos, desatando con ello los excesos policiacos o las detenciones arbitrarias, en franca violación constitucional.
Luego del escándalo por la muerte del joven Giovanni López, a manos de policías de Ixtlahuacán de Los Membrillos, Alfaro acusó al Gobierno Federal de buscar desestabilizarlo por medio de protestas, sin que pudiera comprobar legalmente que así fue. Pero el asunto no paró ahí, tiempo después, pese a haber insinuado la vinculación directa del presidente, en las protestas contra la muerte de Giovanni López, Alfaro se desdijo, señalando públicamente “el presidente es un hombre de bien”.
El comportamiento errático de Alfaro, exhibe los desequilibrios de su temperamento, cuando un día habla de no pretender la discordia, y al otro rompe, alza la voz, dice defender el interés común de los jaliscienses, como cuando anunció su salida de la CONAGO, para integrarse en la Alianza Federalista. Pero este despropósito, no es otra cosa que una estratagema golpista de muy vulgar manufactura, que, por otra parte, agrupa a otros gobernadores como Silvano Aureoles, Jaime Rodríguez “El bronco”, y Francisco Javier García Cabeza de Vaca, afectos como Alfaro al culto a la personalidad, e igualmente señalados por corrupción.
Los extraños mensajes de Enrique Alfaro, ininteligibles desde la lógica, solo pueden ser descifrados desde el espasmo de las vísceras, como cuando en uno de sus arrebatos, alabó al presidente de la República argumentando: “Usted nos apoyó y usted se la jugó por nuestro estado y por nuestra ciudad, y por eso se lo agradecemos de verdad, de corazón”, lo anterior dentro del marco de la inauguración de la Línea 3 del Tren Ligero de Guadalajara.
Aunque la ocasión lo ameritaba, queda claro que detrás del presidente, Alfaro lanza dardos envenenados, golpea con el ánimo de complacer al cúmulo de reaccionarios que, ante la ausencia de una oferta política del PAN, se agolpan a su alrededor para aplaudirle.
Pero de frente Alfaro lisonjea al presidente, lo elogia, le llama “hombre de bien”, se desdibuja su opaca voluntad de político cuya mayor obra, es la confección de un gobierno-rémora, su rostro visible; la hipocresía. La falsedad es una constante de Alfaro, y lo anterior no es una presunción, a solo días de haber protestado como gobernador de Jalisco, Alfaro anunció en un escueto discurso, que vendería el avión a su cargo.
En la misma oportunidad, argumentó que prepararía una licitación para tal efecto, pues dicho avión gasta “300 mil pesos de puro combustible”, pero se desdijo posteriormente, arguyendo razones económicas, y admitiendo que había frenado la venta. Según datos revelados por Reporte Índigo, ante las solicitudes de información el gobierno de Jalisco sólo ha mostrado algunas bitácoras de vuelo, sin que se pueda precisar, por ejemplo: quiénes han viajado en él avión, ni los motivos, a pesar de que el avión es un recurso público, pagado con los impuestos de los jaliscienses.
La contradicción es una constante en el estilo personal de Enrique Alfaro, así lo demuestra el compromiso que adquirió cuando era candidato, y boquiflojo afirmó: que “no endeudaría a Jalisco, añadiendo que los anteriores gobiernos habían hipotecado al estado”. Ya como gobernador, demostró memoria corta al adquirir créditos millonarios con BBVA Bancomer, Banobras, Banco Santander y Banamex, de los cuales, la mayoría son para el refinanciamiento de la deuda, y otro tanto a la inversión pública productiva, sin dejar de señalar que, nuevamente, la transparencia en dichos temas es un asunto pendiente.
Hoy Alfaro es el gobernador más endeudado de la historia de Jalisco, luego de la contratación de un crédito por seis mil 200 millones de pesos, aprobado por el Congreso del Estado con 28 votos de los diputados de Movimiento Ciudadano (MC), PAN, PT, Partido Verde y uno de Morena. La nueva deuda según el gobierno, sería destinada a la realización de obras de infraestructura y programas de apoyo para la reactivación económica de la entidad, tras la pandemia por Covid-19.
Lo más grave del asunto, es que, con el pretexto de la pandemia, Alfaro suspendió el derecho de los ciudadanos a ser informados, anulando la obligación de las instituciones públicas a responder a los ciudadanos que presentan solicitudes a través de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, disposición que comenzó a finales de marzo.
Para rematar, el 13 de mayo, colectivos, organizaciones, comerciantes y ciudadanos se manifestaron a las afueras de la Casa de Gobierno (Casa Jalisco), inconformes por temas como la opacidad en compras, aumento al transporte público, endeudamiento del Estado y confinamiento. Los quejosos esgrimieron por otra parte, que, las políticas aplicadas por Alfaro en referencia a la pandemia, habían invisibilizado males como la insuficiencia renal, la influenza y el dengue, donde a decir de ellos mismos, Jalisco se encuentra dentro de los primeros lugares. Las agrupaciones Ánimo Jalisco, Colectivo Justicia para el Pueblo, Solidaridad Zapopan, Regeneración Tonalá, Vecinos de Arcos Guadalupe, Grupo Comerciantes Tonalá y Amigos de San Andrés, fueron los promotores de la protesta.
Las inconsistencias del gobernador, evidencian su actuar frente a las evidentes violaciones a los derechos humanos, ocurridas en el marco de las protestas los días 04 y 05 de junio, en Guadalajara. En videos difundidos a través de las redes sociales, se dieron a conocer diversos testimonios de jóvenes que habrían sido intimidados por elementos de las instituciones de seguridad.
Luego de los hechos que trascendieron en medios nacionales, la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) emitió recomendaciones para el gobierno de Jalisco, y el 07 de junio, el propio Alfaro, dio a conocer en su cuenta de Twitter, la recepción de dichos documentos. Luego de que la ONU-DH denunciara públicamente la desaparición de personas durante las protestas, el gobernador añadió enfático, que “se llegaría hasta las ultimas consecuencias contra quien fuera necesario”, sin embargo, a pesar de haber admitido las 12 recomendaciones de la ONU, el gobierno de Jalisco, no ha dado a conocer hasta el momento, ni el contenido, ni los alcances de las mismas. Luego del escándalo por las desapariciones, que rememora los momentos mas oscuros de la “guerra sucia” en México, el 08 de julio Macedonio Tamez Guajardo fue removido de su cargo como Coordinador del Gabinete de Seguridad de Jalisco.
En el marco de la rueda de prensa donde se dio a conocer la salida del funcionario de primer nivel, Alfaro pidió un minuto de silencio para un policía caído, posteriormente, en otro arranque más de soberbia, añadió que la estrategia de seguridad impuesta por el funcionario saliente “ha funcionado bien y ha dado resultados”. Sin admitir que el minuto de silencio es para la seguridad pública en Jalisco, Alfaro habló sin pausas, con la mirada fija y el rostro desafiante, sin tolerar interrupciones, criticas, o cuestionamientos, desde la inflexibilidad de un hombre que ha decidido gobernar desde su percepción unipersonal de la realidad, ebrio de poder, recargado en el pensamiento único. Hoy por hoy, Jalisco es la segunda entidad con más personas desaparecidas en México.
De acuerdo con el Informe sobre Búsqueda Identificación y Versión Pública del Registro de Personas Desaparecidas de la Comisión Nacional de Búsqueda, en la entidad hay 10 mil 237 desaparecidos, muy lejos del panorama pujante que el gobernador pretende delinear en sus discursos. Lejos de la transparencia, cercano a la opacidad, erguido en la autocomplacencia que le obsequian sus cercanos, Enrique Alfaro gobierna en su búnker, recargado en los sueños de refundación y con la cabeza puesta en la elección del 2024. No se da cuenta o no quiere advertir, que es utilizado por los enemigos del Gobierno Federal, cuyas acciones abiertamente intenta boicotear, muy a pesar de sus ocasionales impulsos conciliadores.
Apostar por un político del perfil de Alfaro, poco reflexivo y arrebatado, sería creer en la preeminencia de las vísceras por encima de la razón. Es aventurar la voluntad en un peligroso abismo carente de memoria, como admitir que 32 años de régimen autoritario, de discursos moralistas que privilegiaron el despotismo, no alcanzaron la recaída; la oscura vuelta al pasado.