• 17 de Octubre del 2024
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Operación Zambada. Los dilemas de una detención

La Caída

El jueves 25 de julio, una noticia le dio la vuelta al mundo, tensando la cuerda entre México y los Estados Unidos, socios comerciales además de protagonistas de una sempiterna relación binacional, salpicada por el amor -odio. El capo más buscado, aquel por quien Washington ofrecía la inmejorable cantidad de 15 millones de dólares, Ismael “El Mayo” Zambada, fue detenido por el Gobierno de los Estados Unidos en El Paso Texas.

A su lado, se encontraba el también narcotraficante Joaquín Guzmán López, al quien el propio “El Mayo” acusó posteriormente de urdir un plan para secuestrarlo y entregarlo a las autoridades estadounidenses.

Los detalles sobre la detención de un narcotraficante tan legendario como “El Mayo”, presente en los narcocorridos y la cultura popular del noroeste mexicano, permanecen todavía en la incógnita, pese a la inagotable lista de chismes, supuestas filtraciones, así como declaraciones cruzadas tanto del gobierno mexicano, como de los abogados del otrora capo más buscado de América Latina.

Raras maniobras

¿Cómo pudo ser capturado Zambada en nuestro propio territorio sin dispararse una sola bala, sin violencia aparente?

¿Cómo pudo abordar el capo una aeronave, sin que esta fuera registrada por los sistemas de seguridad?, librando cualquier clase de protocolos que no hubieran podido ser burlados, de no ser por la existencia de un plan estratégico, una operación de alto calado elaborada cuidadosamente por las autoridades de Washington.

La detención de “El Mayo”, un personaje huidizo, astuto como un zorro y preparado durante décadas para evadir la acción de la justicia, tuvo que contar, por fuerza, con la mano de agentes encubiertos en México, sin dejar de mencionar a la DEA, la agencia antidrogas caracterizada por su escandalosa corrupción; sin olvidar el consabido amasiato con las organizaciones delictivas de México.

La oscuridad de la DEA no es nada nuevo, se encuentra más que exhibida en reportajes periodísticos, declaraciones de exagentes y hasta escándalos que han estallado abiertamente en los medios de comunicación.

Los acontecimientos hacen pensar que Washington tenía más que localizado al capo en México, y que su presencia y movimientos eran de sobra conocidos por los agentes de inteligencia estadounidense, quienes demostraron tener no únicamente el dominio de la situación, sino, además, operatividad y estado de fuerza en nuestro país. Lo anterior muy a pesar de las declaraciones del presidente López Obrador, quien siempre busca exaltar a la soberanía como un ingrediente discursivo que pierde fuerza ante acciones como esta.

El fantasma de Enrique Camarena Salazar

Las maniobras subterráneas de la DEA en México nos hacen recordar otra herida que permanece abierta, y que cobra fuerza más que nunca, me refiero al secuestro, tortura, y posterior asesinato del agente Enrique Camarena Salazar en 1985. Aunque el Gobierno de los Estados Unidos culpó a los narcos del crimen, con los años, ex agentes de la DEA revelaron a la Revista Proceso que el asesinato de Enrique Camarena Salazar fue ordenado por la propia CIA, con el aval de su gobierno.

Como si se tratara de un thriller novelesco, que ya envidiaría cualquier guionista de Hollywood, trascendió que, en el asesinato de Camarena, participaron elementos de la extinta Dirección Federal de Seguridad, además de los capos de la droga mexicanos y, desde luego, la propia DEA, en una macabra operación.

Siniestro Hallazgo

Según los dichos de los exagentes, asesinar a Camarena Salazar era prioritario, pues este había descubierto el contubernio entre los narcos de México, encabezados por Caro Quintero y Ernesto Fonseca, y las autoridades estadounidenses para traficar la droga. El eje de dicha asociación daría como resultado utilizar las ganancias de la delincuencia, para financiar grupos paramilitares y golpear al gobierno sandinista de El Salvador. La cloaca abierta de tal hallazgo salpicó a Camarena, quien fue la víctima de un sistema corrupto, una hidra de mil cabezas diseñada para crear confusión y muerte.

Tras el aseguramiento de dos mil 500 toneladas de marihuana en el “Búfalo”, rancho de 544 hectáreas propiedad del capo Caro Quintero, la suerte de Enrique Camarena Salazar, autor del hallazgo, estaba echada.

En lugar de obtener honores y condecoraciones, Camarena encontró la muerte, cazado como un animal por los policías corruptos, traicionado, además, por la institución de seguridad a la que sirvió con ahínco.

Narcodolares

Cualquier película se queda corta ante la captura de Zambada. Alrededor hay muertes y daños colaterales, además de un probable enroque en las altas jerarquías del narco, cuyos alcances todavía no detonan en toda su expresión.

¿Quién creería que Washington, con toda la infraestructura, con todo el poder operativo que posee, no conocía con antelación el paradero del capo más buscado por las autoridades?

Lo cierto es que la nación más poderosa del orbe, que a menudo caza a los enemigos regionales con drones, guerras no convencionales e incluso, impone jefes de Estado en algunas naciones de América Latina a través del golpismo, tiene el poder de parar el tráfico de drogas desde el centro mismo de su origen. Si no lo hace, es por todo aquello que representan los recursos emanados de la delincuencia, que ingresan cada hora, ya blanqueados a las grandes arcas de las instituciones bancarias, aquellas que más temprano que tarde, financiarán las guerras del mundo, también, otorgarán sendos préstamos a los países en desarrollo, con el fin de penetrar las instituciones soberanas y transformar a las naciones en protectorados.

El factor electoral

La inesperada detención de “El Mayo” tiene un expansivo tufo político, sobre todo si atendemos que las elecciones en los Estados Unidos están próximas.

Cuando está de por medio el futuro de la nación más poderosa del orbe, y el épico tour de force entre Kamala Harris y Donald Trump, vive su momento más álgido, resulta obvio que la detención del capo buscaría incidir en el contexto político de Washington.

También podría resultar una maniobra distractora para contrarrestar el efecto mediático que causó el atentado contra Donald Trump, cuyo trasfondo aún falta por desentrañar, y el hilo de esa intriga podría arrastrar a la CIA y hasta al propio FBI.

Tristes recuerdos

En la entrevista otorgada desde la clandestinidad al periodista Julio Scherer, Ismael “El Mayo” Zambada añadió una patibularia frase, que hoy parece cobrar inusitada fuerza: “El problema del narco envuelve a millones, ¿cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí”.

¿Quién sustituirá a “El Mayo”, sería la pregunta?

El inamovible personaje, invicto hasta hace unos meses, emanado del Cartel de Guadalajara al igual que los Arellano, Esparragoza, Amado Carrillo, y otros, dejó ya de ser útil a los intereses globales que impulsan al narcotráfico. Tal como el mismo lo sentenció hace años... su reemplazo ya lo espera.