• 26 de Abril del 2024

Nina Simone, la diva insurrecta

Nina Simone / FacebookNina Simone

 

Habiéndose criado bajo el yugo de la intolerancia racial, la artista hizo del canto y de la música, su campo de batalla

 

Una voz intensa, un influjo en el escenario. La melodía que solloza al compás del piano que, en sus notas, arranca la más pura de las emotividades a flor de piel. A Nina se le odió y amó simultáneamente, a la manera de una artista que sobrepasó lo políticamente correcto, para asaltar incluso, con sus excesivos devaneos, al público que, sabiendo su calidad de artista de primer nivel, le toleró absolutamente todo.

Habiéndose criado bajo el yugo de la intolerancia racial, Nina hizo del canto y de la música, su campo de batalla. El arte como una militancia, un caballo de Troya de cuerpo entero, luchando contra el silencio y la indiferencia.

Cuando Nina cantó, dejó de importar el tiempo o la distancia. Se apagaron siempre las luces y las dudas, comenzaron los rostros a desvanecerse, para dar paso a la certeza de una voz que fue de lo sutil a lo escatológico, siempre con el afán de narrar una historia nueva. En cada interpretación, Nina ratificó que su propósito no fue cantar, sino tomar conciencia, hacerse una sola con la música hasta fundirse en un ritual de catarsis permanente.

Aparece el sonido de un soul, balada jazz o blues, siempre con aires de insurgencia. Comenzó a girar el escenario, y entonces, el tiempo más arbitrario derritió sus relojes para dar paso a Nina Simone, sólo ella consiguió el milagro; que todos los escuchas se abandonen, ante el sonido envolvente de su piano.

Aquella chiquilla triste, víctima de la discriminación se convirtió en mujer. Los caprichos infantiles, fueron sustituidos por los arrebatos escénicos más memorables, como cuando Nina, hizo callar a los asistentes que no ponían atención a sus canciones. Pero la espera de minutos valió la pena.

La colérica diva del soul, traspasó los telones de un color rojo renacentista, sólo para instalarse en medio del escenario, su campo de acción, el axis mundi de la voz más trémula, derrochando entonces toda su potencia. “I Love You Porgy”, “I Put a Spell on You”, “Little girl blue”, “He needs me”, la consagración de Nina, cuando esta, frase a frase desde las canciones intimistas, consiguió transfigurarse.

Love me, love me, love me, say you do

Let me fly away with you,

For my love is like the wind,

And wild is the wind.

Give me more than one caress,

Satisfy this hungriness,

Let the wind blow through your heart,

For wild is the wind.

La voz exuberante de Nina Simone se alternó melódicamente con la improvisación de matices clásicos. Nada fue leve en Nina, nada superficial ni ligero. Todo es poesía, reclamo certero que tiende una línea o se desdibuja en el ceño de la artista-médium, que en un desplante cerró el piano con llave, y salió del escenario para no regresar, ante un público que de la ira pasó a la rendición, en un instante.

El idioma de Nina fue el eclecticismo, ella tuvo la certeza de proclamar una balada en un concierto, y desde el concierto, consagró un viaje inolvidable hasta los confines del alma. Los cromatismos en el piano, que recuerdan su formación clásica, se intercalan con la síncopa del jazz y el aire soul de las interpretaciones de Nina Simone, la tarde es crepuscular, y todo apunta a un nuevo desplante.

He needs me

He doesn't know it,

But he needs me

And so no matter where he goes,

Though he doesn't care

He knows that I'm there.

He needs me

I ought to leave him,

But he needs me

I know that I ain't very bright

Just to tag along

Oh, but right or wrong

I'm his... And I'm here.

La indomable llora sin lamentarse, se sabe ganadora desde el principio. Triunfadora frente al racismo y el acoso gubernamental que la empujaron a escapar de su país, haciendo del exilio un triunfo. Luchadora por los derechos civiles, rebelde e incansable constructora de poesía musical, Nina Simone, dejó piel y alma en el escenario, uno que se recompone otra vez al evocarla, cuando el tiempo nos recuerda que todo ha cambiado, menos la voz insurrecta, de la imborrable diva ecléctica.