• 21 de Noviembre del 2024
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Las zapatillas azules

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Parecían tan suaves en el lujoso aparador de Prada, que sus pies se estremecieron con sólo pensar en meterse en ellas. El corte era perfecto. Unas zapatillas de salón en color azul, confeccionadas en piel cepillada para la nueva colección “Vuelven los 90”. ¿El precio? Dieciséis mil cuatrocientos noventa y nueve pesos ─según le indicó amablemente la dependienta─, pues la marca nunca exhibe esa información en la vidriera.

 

     La mañana en que decidió probárselas, Eugenia descubrió que no sólo eran hermosas, sino que hacían lucir sus piernas tan largas como el encierro en la pandemia. Necesitaba tenerlas. Lo supo desde el primer momento y lo confirmó durante los muchos días que pasó admirándolas con codicia desde una cafetería cercana. El tiempo avanzó a cuenta gotas hasta que, por fin, un bienaventurado lunes de quincena fue testigo del instante en que colocaron sobre la estantería el cartel de “Rebajas de enero”. Sus ojos parpadearon con asombro, pagó el café y corrió a su encuentro. Acababan de asignarles un 20% de descuento.

     Entró en la tienda y las hizo suyas. No podía esperar a llegar a su casa para estrenarlas. Ahí mismo se las calzó, pasando por alto la repugnancia de la cajera, y echó al cesto de metal sus viejos zapatos negros. Luego se paseó por todo el centro comercial arrancando suspiros y envidiosas reacciones entre la concurrencia, mientras de tanto en tanto echaba un ojo a sus elegantes pisadas. Las puntas de las zapatillas lucían finas tiras de piel que se contoneaban a cada paso: unos delicados pompones que de pronto se transformaron en puñados de plumas blancas.

     Unos metros adelante, de entre las plumas brotaron picos y cabezas que a la altura del Sanborns ya tenían ojillos rojos. Los polluelos, o lo que esas cosas fueran, comenzaron a piar cada vez más fuerte. Crecían por segundo, es decir, por centímetro recorrido, seguramente para reclamar algo que llevarse al estómago. El caminar de Eugenia se volvió torpe. Cada uno de sus pies pesaba kilo y medio ─calculó cuando fue a sentarse en una banca para mirarlos de cerca a través de sus anteojos. En el zapato derecho un gallo giro levantaba la cresta, en lo que en el izquierdo el colorado extendía un cuello largo como de avestruz.

     Los animales comenzaron a picudearse sin que Eugenia fuera capaz de evitarlo. No era una pelea a talón desnudo, como bien pudo darse cuenta en seguida. En un certero movimiento, el giro encajó su espolón de hueso de pescado al contrincante y el colorado se defendió con fiereza, tanto así, que en menos de los doce minutos reglamentarios la sangre corría sobre el palenque azul de Prada. Eugenia sacó del bolso un pañuelo desechable para limpiar sus zapatillas. La sangre le subía por el cuerpo tiñéndolo todo en color bermellón. No atinaba a si limpiarse primero los ojos o la boca, si el cabello o las manos, o quitar de una en una las plumas que le tupían las piernas.

     Se sentía fascinada por el pavoroso encanto de sus zapatillas azules, aun cuando en un angustioso estertor el colorado colgó el pico. Segundos después, también herido de muerte, el giro se aventuró en un viaje al cielo de los gallos. Eugenia retiró los cadáveres de las zapatillas, los aventó al cubo de la basura y se dirigió al estacionamiento. De vez en cuando echaba un ojo a las puntas azules de sus Prada, que iban cubriéndose con diminutas escamas traslúcidas. Sus pies se estremecieron de placer. Aquellas las zapatillas valían cada uno de los trece mil ciento noventa y nueve pesos que acababa de pagar.

 

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Twitter: @mldeles

 

De la Autora

He colaborado en el periódico Intolerancia con la columna "A cientos de kilómetros" y en la revista digital Insumisas con el Blog "Cómo te explico". Mis cuentos han sido publicados en las revistas Letras Raras, Almiar, Más Sana y Punto en Línea de la UNAM y antologados en “Basta 100 mujeres contra Violencia de género”, de la UAM Xochimilco y en “Mujeres al borde de un ataque de tinta”, de Duermevela, casa de alteración de hábitos.

He sido finalista del certamen nacional “Acapulco en su Tinta 2013”, ganadora del segundo lugar en el concurso “Mujeres en vida 2014” de la FFyL de la BUAP, obtuve mención narrativa en el “Certamen de Poesía y Narrativa de la Sociedad Argentina de Escritores”, con sede en Zárate, Argentina y ganadora del primer lugar en el “Concurso de Crónica Al Cielo por Asalto 2017” de Fá Editorial.

He participado en los talleres de novela, cuento y creación literaria de la SOGEM y de la Escuela de Escritores del IMACP y en los talleres de apreciación literaria del CCU de la BUAP.