Sin posibilidades de ofrecer candidatos fuertes y evitar más negativos a la dirigencia disfuncional de Jesús Zambrano, el partido se precipita a su autodestrucción luego de dar a conocer que competirá sólo en Oaxaca y Estado de México en los próximos comicios de 2022 y 2023.
Sin embargo, no es el primer síntoma adverso de la oposición. La lejanía llega luego de que un análisis interno del PRD reveló en petit comité que las fuerzas de oposición parecen sufrir del síndrome de la “caballada flaca” rumbo a 2024. Mientras el dirigente de Acción Nacional, Marko Cortés, destapó a ocho posibles presidenciables, aunque luego lanzó una declaración derrotista, y su homólogo del Revolucionario Institucional, tiene al menos dos gobernadores en la lista de presidenciables. De los dos partidos ninguna figura ha capturado la atención como los aspirantes serios rumbo a 2024.
El PRD carece de figuras con fuerza para hacer frente a cualquier candidato lanzado por Morena. Es más, ni siquiera competitivo al interior de la Alianza va por México, para presentarlo como un candidato de la otra izquierda. Esa es una de las principales quejas a Jesús Zambrano por parte de sus cercanos. Se lo dicen, pero lo ignora.
La oposición no tiene una figura suficientemente fuerte, un liderazgo para ser oposición de los nombres que suenan en Morena y además tienen el respaldo del presidente, quien en 2024 va a estar ahí, aunque no esté en la boleta, él estará detrás de esa elección.
Al precipitar la sucesión presidencial, López Obrador también puso su “granito de arena” para abrir fisuras entre los partidos de la ya de por sí debilitada oposición, particularmente el PAN y el PRI, pues ahora hay disputas internas para lograr la candidatura.
El PRD no podía ser la excepción; sin embargo, su alejamiento inicia al mismo tiempo de una estrategia de ofrecer las siglas del partido a personalidades de la academia y líderes sociales interesados en hacer frente a Morena en los próximos dos años y quitarse la etiqueta de ser el partido satélite del PRIAN.
La oposición en su conjunto carece de cartas fuertes o son “cartuchos quemados”, poniendo como ejemplo principal a Ricardo Anaya, o bien, a figuras que podrían no entrar en esta definición, pero que tampoco cuentan con reconocimiento a nivel nacional. Son casos de gobernadores que al interior del PRI se dividieron por complacencia de Alejandro Moreno quien no tomó las riendas del partido y dejó que el partido tomara dos caminos y dar por resultados la indefinición.
Al PRD se le acabaron los años de gloria. Cuando la agenda política pasaba por sus manos. Sus posturas eran tomadas en cuenta y despertaba el debate. Hoy solamente es un instituto político que vive sus últimos días. Es una larga agonía que no le termina de dar la última estocada. Aunque Zambrano ya tiene la pala en las manos.