• 13 de Diciembre del 2024
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Chucho roto

 La dirigencia de Jesús Zambrano tiene un cierre de año negro

 

En el interior del partido del sol azteca ya se habla de tener una dirigencia nini —ni gana ni se va—. La pérdida de 15 registros, principalmente en estados del norte del país, fue un golpe que cimbró a la estructura de Nueva Izquierda, al grado que en este momento quien está distanciado del dirigente nacional es su comparsa Jesús Ortega. El partido apenas flota y los grupos que quedan ya comenzaron a tocar los tambores de “guerra” interna.
Aunque hay distanciamiento entre Zambrano y Ortega, al final los une la costumbre de mantener el control y poder del instituto político. Es un viejo matrimonio de conveniencia. Y es que saben que después del XVIII Congreso Nacional que se llevará a cabo 4 y 5 de diciembre, el futuro de Zambrano Grijalva al frente de la dirigencia está en el aire ya que la posibilidad de un cambio de dirigente es fuerte. Si bien, esta dirigencia es por tres años, hay otros elementos a considerar en la vida interna del partido para llevar a cabo un relevo con carácter de urgente.
La pifia más costosa en lo interno es la opacidad en el informe de gastos del proceso electoral 2021. El manejo de recursos comienza a ser el segundo conflicto activo para Jesús Zambrano. La pérdida de presencia electoral y un mal manejo financiero parecen ser un coctel explosivo que ya será después del congreso y del regreso del periodo vacacional de diciembre cuando se retome el futuro de la dirigencia perredista.
En enero de 2022, según fuentes consultadas, comenzará la pugna por quién podría presidir el partido. Hay cuatro nombres y eso es suficiente para mostrar que, en Nueva Izquierda, Jesús Zambrano ya no es útil. Se habla del arribo del coordinador parlamentario Luis Cházaro, pues la minibancada no le quita espacio en su agenda; de Ángel Ávila, aunque lo ven con falta de fogueo. Y por el otro lado, para maquillar el enroque se propone a dos mujeres, Angélica de la Peña y Verónica Juárez.
Toda esta maraña al interior de Nueva Izquierda y reflejada en la dirigencia del PRD es muestra del proceso de descomposición en el que se encuentra el partido por el manejo cupular por parte de los Chuchos.
Cuando los perredistas coquetearon con la idea de refundar el partido, y nombrarlo Futuro 21, se pensó el limpiarle la cara de un pasado de divisiones y choques que llevaron a lo largo de sus 30 de existencia en convertirse en un partido rodeado de grupos pendencieros y caudillos. Pero la realidad es que los caudillos se fueron y los pendencieros se quedaron al mando.
El papel de centro progresista no es propiedad del PRD ni tiene los cuadros preparados para ese salto. Los Chucho fueron quienes impulsaron un canibalismo político al interior del PRD. Esa es su naturaleza. Lo que hay en la actualidad es una dirigencia adormilada y sobajada por los partidos que le dieron vida artificial gracias a la Alianza va por México. Y el relevo es necesario.