Santiago Creel Miranda es la versión más pulida del foxismo que lo rescató después de su derrota electoral para la jefatura de gobierno del DF en el 2000, frente al ahora presidente Andrés Manuel López Obrador. Su trabajo como secretario de Gobernación quedó más en lo anecdótico que en la trascendencia de un trabajo relevante.
Si bien sus aportaciones a la democracia y su confrontación con el priista Roberto Madrazo lo ubicaron como un personaje de valía años atrás; sin embargo, su tiempo para ser presidente de la República ya caducó. Ni aporta nada nuevo ni es atractivo para el electorado joven.
Creel Miranda se destapó, recientemente, en Jalisco en busca de una provocación al gobernador emecista Enrique Alfaro. Sin embargo, no despertó el interés que busca para que la Alianza Va por México lo levante en hombros como su hombre fuerte. Y Movimiento Ciudadano tampoco lo ve con el tamaño suficiente para ir en una alianza.
Para enfrentar a Morena en 2024 se requiere de un candidato que ya tuviera por lo menos dos años con el brazo alzado y visibilidad. A estas alturas, Creel Miranda empieza tarde y sin una estructura que lo impulse. Atrincherado en el Congreso, al panista le sobra solemnidad y le falta hacer click con los votantes de a pie.
Su propuesta de crear un Jefe de Gabinete está encriptado y su mensaje le llega a la clase política opositora a la cuatroté. Su proyecto está en la estratosfera de la política. No en la del ciudadano de a pie que, como cada seis años, escucha discursos abigarrados de conceptos de ciencia política y poca cercanía con los temas que le atañen.
Las pretensiones de Creel están en un discurso elitista, en lo que llama un gobierno de coalición. Con ello, espera atraer a los priistas y perredistas. Mientras tanto, el adversario habla de seguir en la lucha contra los “saqueadores de la nación”. En un discurso esperanzador y el panista está más ocupado en la una timorata confrontación con el impulso de un “gobierno de reconstrucción”.
Creel Miranda es de la generación del llamado “gabinetazo” con Vicente Fox, las llamadas reformas estructurales se convirtieron en el talón de Aquiles, del sexenio, la inoperancia desde la secretaría de Gobernación fue notoria y no se concretaron como debía.
Fox y su estilo arrebatado llevó al traste con los acuerdos políticos. Creel dejó pasar la oportunidad de trascender en el primer gobierno de la alternancia. No pudo ser el candidato del PAN porque Fox lo reclutó y dominó su agenda. Ahora, es aspirante, sin partido y con un pasado polémico. Pero en la actualidad no es el personaje que requiere el país para gobernar.