Juan Norberto Lerma
Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, es una novela que cuenta una historia de amor sosa, anodina, la cual está aderezada con múltiples fuegos artificiales de realismo mágico, pero que ni así consigue convertirse en una novela literaria importante. En general, la novela Como agua para chocolate no justifica ni siquiera el título que le puso la autora, Laura Esquivel.
La novela la publicaron en unos años en los que predominaba en México un estilo literario completamente vacío e insustancial, al que se le llamó, para estigmatizarlo, literatura light, sólo que a esta historia, además se le salpica con una sucesión de escenas de realismo mágico, que son un recurso insulso para complacer a los lectores sin una formación literaria sólida.
En la novela predominan los personajes femeninos, son las mujeres las que sufren, las que tienen sentimientos, las que se transforman, las que toman las riendas de sus vidas y las que dirigen la mayoría de las acciones. En esta novela, los hombres sólo son comparsas de la vida agitada, contenida, de las mujeres. Los hombres sólo sirven para provocar malestares a las mujeres y de cuando en cuando, les provocan alguna que otra ilusión amorosa.
La novela nos cuenta una historia de amor entre Tita, una joven pueblerina, y Pedro, un sujeto que pertenece a su misma clase social. Tita es la menor de una familia y por tradición ella no se puede casar porque las reglas sociales y morales indican que ella será la que cuide a su madre hasta que muera. En el libro se destaca esa tradición como el principal impedimento para que la muchacha se case, pero en la misma historia esa tradición es sólo una regla que en la práctica nadie cumple. Sin embargo, los lectores le tienen que creer a la autora que se impide que la protagonista viva con libertad su vida para que la novela sea posible y se sostenga.
Sin que se expliqué cómo ni cuándo ocurrió el pretendido enamoramiento entre Tita y Pedro, se presenta la escena en la que habrá una petición de matrimonio. Para impedir el enlace de Tita, la madre autoritaria interviene y le ofrece al muchacho a la hija mayor, ofrecimiento que el muchacho acepta, según la historia, para que pueda estar cerca de la mujer que ama. El argumento de la novela se ve forzado y pinta al enamorado como un sujeto sin valor, timorato, y sumergido en una incertidumbre que dura veinte años.
La historia transcurre entre la primera y segunda décadas del Siglo XX y muy pronto se convierte en una especie de telenovela en la que aparecen revolucionarios perfumados, bailadores, casi estilizados, de papel, y completamente sosos.
Desde el inicio del texto, hay una relación entre las secreciones del cuerpo y la combinación con los sabores de la comida, que bien podría ser calificada de escatológica y rebuscada, o que obedece a los muy particulares gustos de la persona que narra la novela. El hecho de introducir las recetas de cocina al inicio de cada capítulo y en varias ocasiones en el desarrollo de la historia, en lugar de aportar algún interés al texto, lo convierten en tedioso y en una intromisión de plano molesta. Por momento uno percibe una historia de amor aderezada con harina, cebollas y batidos de leche, una historia que hay que leer con jugos de ajo y en la que termina uno con el estómago revuelto.
En la narradora se observan unas ganas de unir las secreciones orgánicas con los alimentos, abundan las lágrimas, fluye la sangre sobre los metates y se derrama el sudor en las harinas, y según la historia, las secreciones corporales sirven para condimentar y dotar a los alimentos de una especie de facultad que altera y exacerba los sentimientos de quienes los consumen.
Toda la segunda parte del libro Como agua para chocolate se convierte en una especie de farsa, de humor involuntario, porque surgen escenas que no vienen a cuento, muertes y sucesos estrambóticos que terminan por convertir la historia de amor en una sucesión de escenas que convierten a los personajes en bufones, en seres de cartón, falsos, y el tono de la narración, de por sí bobalicón, se convierte en el de una novela de poco valor literario, casi al nivel de un pasquín cualquiera.
Como la historia se desarrolla en los tiempos de la Revolución, no podían faltar los revolucionarios en la escena. Al principio, los ecos de la Revolución sólo llegan en forma de chismes, balazos lejanos, y posteriormente en muertes de personas que conocen en la casa de Tita.
Cuando finalmente los revolucionarios aparecen en la casa, ocurren escenas estrambóticas, y una de las hermanas, Gertrudis, afectada por una de las pociones de Tita, una en la que abundan las secreciones corporales y la comida, se escapa con uno de los revolucionarios, y no con cualquier soldado, sino con un capitán. La mujer se convierte en revolucionaria y con el tiempo obtiene el grado de general, sin embargo, cuando vuelve a su casa, no ha cambiado para nada su carácter timorato y apagado y, por supuesto, llora en cada oportunidad que se le presenta.
La novela Como agua para chocolate es menos que memorable, porque abundan los diálogos acartonados, y tiene un tono por momentos no coloquial, sino trivial y bobalicón.
Laura Esquivel es una escritora mexicana que ha escrito una decena de novelas, de las cuales la que más éxito ha tenido es precisamente Como agua para chocolate.