• 07 de Mayo del 2024

Las enseñanzas de don Juan, de Carlos Castaneda ¿De qué va?

 

 

Juan Norberto Lerma

 

El libro Las enseñanzas de don Juan, de Carlos Castaneda, no es una novela, ni un cuento, sino un diario en el que se recogen datos sobre la iniciación en la brujería de un estudiante de antropología. El relato esta contado de forma lineal, fragmentada, y el autor lo sometió a múltiples ediciones y correcciones para que algunos datos precisos no fueran publicados.

Las enseñanzas de don Juan es un libro más periodístico que literario. El libro se publicó en 1968, en unos años en los que los jóvenes de aquella época estaban deseosos de romper con lo establecido y de experimentar nuevos caminos en la forma de percibir el mundo y de dirigir sus vidas.

El público recibió muy bien el libro y le encontró múltiples virtudes, sin embargo, independientemente de los datos que aporta, tiene poco o ningún valor literario. En todo caso, a la distancia ya se le puede leer casi como un libro de memorias que no explica nada ni aporta nada y que tampoco pretende hacerlo. Es simplemente un conjunto de notas de un estudiante que pretendía adquirir conocimiento sobre el poder curativo de las plantas. El único valor que tiene el libro es el de mantener atento al lector durante unas seis o siete horas.

El libro comienza cuando Carlos Castaneda cuenta que en 1960, cuando era estudiante de antropología en Estados Unidos, vino a México para aprender sobre las propiedades de algunas plantas medicinales que utilizaban los indios de la zona.

El formato de diario es muy ágil para lo que se propuso hacer Carlos Castaneda, porque tiene la ventaja de acercarse al lector y de mostrarle de manera directa un escenario rural y casi bucólico.

En su día a día registra los acontecimientos que lo van encaminando en su aprendizaje al lado de don Juan. Carlos Castaneda escribe de forma directa y sin adornos porque no pretendía que su diario se convirtiera en un libro, sino que estaba preparando esas notas sobre el estudio del peyote y plantas medicinales para presentar su tesis en la Universidad de California en Los Ángeles.

El autor cuenta que un día él y un amigo esperaban un autobús en una estación. El amigo le señaló a un hombre de cabellera blanca y le dice que ese sujeto le puede enseñar sobre el uso del peyote. Ese sujeto se llamaba Juan Matus, y a la larga resultaría ser el brujo que iniciaría a Carlos Castaneda en los misterios del chamanismo antiguo, una forma no sólo de adquirir poder sobre los demás, sino, sobre todo, de obtener control sobre sí mismo y de aprender otras formas de pensar y de conseguir algo así como armonizar con la energía que según ellos fluye en todo el universo.

Don Juan le dice a Carlos Castañeda que es originario del suroeste mexicano, y que vivió una temporada en estados del centro de México. Carlos Castaneda se convirtió en un discípulo de don Juan en 1961, estuvieron juntos en Arizona y en Sonora. Carlos Castaneda asegura que don Juan se consideraba un indio de Sonora.

El autor de Las enseñanzas de don Juan cuenta que aceptó abiertamente comenzar a participar en sus lecciones de brujería y que en 1965 suspendió voluntariamente su instrucción, para tomarse un respiro y poner en orden sus notas y sus pensamientos.

Carlos Castaneda clasifica sus enseñanzas según el impacto que tuvieron en él. En primer lugar pone a los alucinógenos, en segundo a las técnicas de la brujería, en tercer lugar a las plantas medicinales, y enseguida o junto, las canciones tradicionales que se utilizan en ese tipo de prácticas de hechicería.

Cuando Carlos Castaneda suspendió su entrenamiento, en 1965, se dio cuenta que don Juan lo había sometido a un método coherente de aprendizaje, según él, el curso era pragmático y experimental.

Sin embargo, luego de cuatro años de enseñanza la ignorancia de Castaneda era la del principio, en lugar de haberse convertido en un brujo, seguía siendo un principiante. Según Carlos Castaneda, esa característica lo hacía ser similar a don Juan, porque él también tuvo el mismo problema con su benefactor. De alguna forma, eso los igualaba, los hacía semejantes, y hasta los hermanaba.

En el texto, por momentos pareciera que el personaje de don Juan en realidad es Carlos Castaneda, y el personaje que representa a Carlos Castaneda es timorato, como un adolescente con desplantes infantiles y por momentos soberbio.

Una lectura posible es que en el libro, don Juan y Carlos Castaneda no son más que dos personajes, los cuales sólo están separados por el conocimiento. Es decir, en este texto, el narrador trabaja con dos personajes, a don Juan le atribuye la sabiduría ancestral y el manejo de las hierbas y alucinógenos, y Carlos Castaneda sólo es el recipiente de los conocimientos antiguos del chamanismo.

Narrado en primera persona, Carlos Castaneda consigue en este libro una redacción ágil y que atrapa la atención de los lectores. Con su tufo de misterio, Las enseñanzas de don Juan se convierte en una lectura llamativa.

Si la historia es real o ficticia, el libro no es una gran creación literaria, sino que es apenas un diario escrito con los rudimentos periodísticos. El libro tiene un discurso plano, únicamente informativo, y no tiene pretensiones literarias, sino que se centra en lo que quiere transmitir.

En general, Las enseñanzas de don Juan no es un libro de gran literatura, sino un libro periodístico entretenido, es un libro que construye relatos que bien podrían ser publicados en un periódico. Narrado en primera persona y en formato de diario, el texto consigue atrapar la atención del lector, posiblemente porque describe experiencias no cotidianas, sino revestidas de misterio.

Con todo, desde la publicación del libro Las enseñanzas de don Juan, Carlos Castaneda consiguió convertirse en una especie de santón de un culto que buscó formar hombres de conocimiento. En los libros que siguieron, Carlos Castaneda fue desarrollando la misma historia, sólo que la fue nutriendo con detalles más literarios, y entre párrafos fue distribuyendo más noticias del conocimiento que adquirió mientras duró la convivencia con don Juan.