• 12 de Diciembre del 2024
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Las babas del diablo, de Julio Cortázar, ¿de qué va?

En su texto, desde las primeras líneas vemos cómo irrumpe lo fantástico en la realidad y la transfigura, la moldea, la afecta

 

 En el cuento Las babas del diablo, Julio Cortázar juega con la realidad cotidiana y la lleva más allá de los sentidos. El título del cuento no es gratuito, sino que nos sugiere que vamos a escuchar una historia de maldad y corrupción.

En su texto, desde las primeras líneas vemos cómo irrumpe lo fantástico en la realidad y la transfigura, la moldea, la afecta, y a lo mejor hasta la complementa. A lo fantástico, a lo que consideramos irreal, le basta sólo un descuido, un pestañeo, para trastocar las vidas de cualquier ser humano.

En Las babas del diablo el narrador es un fotógrafo que inicia a hablar sin saber cómo contar una historia, juega con el lenguaje, lo trastoca, y da varios rodeos para demostrar que está impactado por un hecho del que fue testigo y que en ese momento va a relatar.

El narrador se identifica como Roberto Michel, es fotógrafo y traductor, y para contar la historia a veces utiliza la primera persona y en ocasiones la tercera.

Un domingo sale a pasear para descansar de la traducción de un libro. Llega hasta un parque, ve unas palomas, observa que hay una pareja, enciende un cigarro, y en el momento en que se prepara para disfrutar del paisaje, descubre que esas dos personas que están ahí a unos cinco metros de él no son una pareja, sino un muchacho y una mujer madura, esbelta, hermosa.

Roberto Michel especula que la mujer estaba ahí para esperar a ese muchacho o a cualquier otro. El muchacho no tiene más de quince años y es posible que no tenga dinero, el narrador sugiere que el adolescente y la mujer podrían estar cerrando un trato.

El fotógrafo continúa especulando, pero fiel a su vocación se mantiene a la expectativa para tomar una fotografía en el momento en que ocurra el desenlace de ese encuentro, sea cual sea.

De pronto, el fotógrafo advierte que hay un auto negro en un área lateral de la plaza y que dentro del auto está un hombre al volante. El sujeto parece que hojea un diario o que vigila la escena que se desarrolla entre la mujer y el muchacho.

Roberto Michel ve que la mujer es una presencia apabullante para el muchacho y que casi lo nulifica. Intuye que en ese encuentro es ella la importante y que tiene dominado al joven, tan hipnotizado como para hacer con él lo que se le dé la gana.


Aquí puedes escuchar la reseña completa: