El aumento en el número de casos se ha manifestado en el aumento en la mortandad por esta causa, generando que, en regiones como América Latina, al día de hoy esta sea la cuarta causa de muerte entre la población.
En el caso particular de nuestro país, México ocupa el sexto lugar mundial en casos, 12.8 millones de personas en 2019 tenían esta enfermedad, solo éramos superados en el mundo por China, India, Estados Unidos, Pakistán y Brasil.
La diabetes es considerada un desorden metabólico multifuncional caracterizado por una hiperglucemia –aumento de azúcar en la sangre– y que, al ser una enfermedad crónico degenerativa, aumenta su prevalencia con la edad. Y si bien, existen factores de riesgo no modificables asociados a padecerla hay otros que pueden cambiarse, como el consumo de alimentos con altos contenidos de azúcar y ricos en sal, el sedentarismo, el sobrepeso y el estrés.
El mundo moderno ha sido, sin duda, el causante de muchos de los factores exógenos que inciden para padecer esta enfermedad y es de importancia, por parte del Estado, tratar de incidir para que estos se reduzcan, ya que es importante coadyuvar en una vida sana con las personas, además de que el costo por la enfermedad puede colapsar en algún momento nuestro sistema público de salud.
Se estima que sólo el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) destina cerca de 50 mil millones de pesos al año para atenderla; de no implementar medidas preventivas, se estima que para el año 2050, este presupuesto crecerá a 340 mil millones de pesos.
Incidir en estos factores no es una tarea sencilla en nuestro país, recordemos que por cultura consumimos alimentos con alto contenido calórico, como las tortillas y productos derivados del maíz, además de que hemos adoptado prácticas de la dulce modernidad, especialmente en las comunidades rurales, como el consumo de refrescos, que han implicado una alta propensión de las personas a padecer obesidad.
Actualmente somos el país con un mayor consumo per cápita de refrescos, 160 litros por persona al año; somos uno de los países con mayor tasa de obesidad; y somos el segundo país de América Latina con casos de diabetes.
El Estado ha tomado cartas en el asunto, los institutos de salud pública implementaron programas como el PrevenIMSS, con el objetivo de combatir la obesidad y sus consecuencias en enfermedades crónico degenerativas; se aumentó el impuesto a las bebidas de alto contenido calórico; sin embargo, para alcanzar los objetivos quizá se necesario ir más allá, antes de que las teorías económicas que pretenden sancionar a las personas por sus malos hábitos, sean la única salida.
Quizá sea necesario echar la película de la modernidad unos años atrás y repensar el tema del desarrollo urbano con rostro humano, el de la mezcla de clases que incentivaba el caminar; impulsar el consumo de lo local para evitar alimentos procesados de alto contenido calórico; plantear una reforma laboral que permita, ante lo vivido en la pandemia, desarrollar mercados laborales desde casa; incrementar las áreas verdes que incentiven la movilidad por medios no motorizados; quizá la dulce modernidad, debería mirar atrás.
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Twitter @RicardoChavero
Secretario General del Partido Verde en Puebla Capital